Lunes 12 de mayo 2025

Hay distancia entre delito y valoración

Redacción 15/09/2009 - 01.12.hs

SEÑOR DIRECTOR:
Ha estallado, en buena hora, el mundo del tráfico de medicamentos. O de una parte de él.
Lo que ahora investiga un juez federal metropolitano es un comercio ilícito y criminoso de medicamentos.
De lo que va trascendiendo, resulta que una droguería, San Javier, tenía una relación espuria con obras sociales sindicales (se habla, hasta ahora, de la Bancaria) para simular la venta de medicamentos inexistentes para enfermos que tampoco tenían existencia real. Lo único real era que el dinero salía de las arcas sindicales y mediante un circuito que lo llevaba a un fideicomiso con seudo cooperativas financieras, terminaba repartido entre el presunto proveedor y otros desconocidos beneficiarios (que podrían haber sido dirigentes de sindicatos, funcionarios de obras sociales y funcionarios públicos). También se ha podido descubrir que existen y se trafican medicamentos falsificados y medicinas robadas (por piratas del asfalto). Estas últimas, eran colocadas generalmente con la fecha de vencimiento adulterada. La trama que se estaba dibujando hasta terminar la pasada semana permitía suponer que los primeros detenidos pertenecen a lugares intermedios o inferiores de la escala y quedaba por verse si el ímpetu judicial llegaría esta vez a superar el nivel de los llamados "perejiles". Por de pronto, un alto funcionario de Salud de la provincia de Buenos Aires fue forzado a renunciar por sus relaciones con uno de los detenidos. Ha caído un químico y se supone que también hay médicos complicados. Una ex ministra nacional de Salud Pública ganó espacio en los medios porque se recordó que ella había denunciado casos antes de ser ministra y durante su ministerio. Un hallazgo incidental, durante los allanamientos, parece haber impulsado el demorado proceso por la falsificación de un medicamento llamado Yectafer. Hace cinco años, al producirse el fallecimiento de una embarazada que había recibido esa medicina, comenzó la investigación. Ahora se confirma que ese medicamento y otros eran falsificados. Otras cuatro mujeres murieron también por inyecciones con una partida trucha de Yectafer. Dado que la mayor parte de los medicamentos vencidos (pero reactualizados), robados o falsificados, pertenecen a los de mayor precio, por estar destinados a enfermedades muy graves (cáncer, HIV y otras), puede suponerse que ha habido otras víctimas humanas, quizás numerosas.
Otro hallazgo que ha resultado de esta investigación muestra una conexión con el triple crimen de General Rodríguez, atribuido a la mafia de las drogas. Se conjetura que quienes estaban en la mafia menor de los remedios, envalentonados por su éxito e impunidad, incursionaron en el ámbito de la droga con las mismas ínfulas, lo que pudo haberles costado la vida. Los carteles tienen un modo expeditivo de obligar al acatamiento de sus códigos. También puede resultar de todo esto un esclarecimiento de los aportes irregulares para financiar campañas políticas.
Por ahora se está a la espera de lo que resulte de la masa de documentos y otros elementos obtenidos en los allanamientos. Lo que se puede dar como cierto es que se confirma que existe, como siempre se sospechó, una organización criminal que opera a partir de los medicamentos y que no vacila en poner en juego la vida de las personas para posibilitar, mantener y acrecentar sus ganancias. Lo que se insinúa es que el crimen tiende a comunicar sus distintos territorios hasta constituir una organización cada vez más estructurada por afuera de la legalidad y la legitimidad.
Otra observación que se debe hacer es que estos criminales no son los "jóvenes" ni los "chicos" que tienen tanto cartel en la mayoría de los medios cuando aparecen como protagonistas de hechos delictivos. Ellos son los "violentos". Estos otros matan más gente y alteran las bases del sistema social pero no tienen edad.
Atentamente:
Jotavé

 


'
'