El fútbol sin más condimento
El equipo de fútbol de Ceballos ha sido suspendido por un año y dejará de participar del certamen que organiza una liga de intendentes de pueblos chicos (generalmente sin acceso a las ligas mayores). Todo se originó en el partido de Ceballos con Mauricio Mayer, que ganaron los mauricianos, pero que provocó la reacción de un grupo de hinchas, jugadores y suplentes ceballinos, los cuales ejercitaron el antiguo oficio de amasijar al árbitro y a sus ayudantes de línea.
El insulto al árbitro, a partir de su madre, pero extensible a abuela y otros ascendientes y descendientes, es parte del folklore del fútbol. Malos partidos harían bostezar al hincha si no tuviese oportunidad de poner en uso su batería de insultos. Llegar a las vías de hecho, en cambio, si bien nada infrecuente, es algo que sobrepasa el límite. En América central hubo hasta una guerra por discrepancias acerca del resultado de un partido de fútbol. Los intendentes del caso pueden haberse metido en "camiseta de once varas". El dicho habla de camisa y parece que viene del medioevo, ya porque en las ceremonias de adopción de un niño el adoptante debía hacerlo entrar en una camisa y recibirlo como nacido en ese momento, ya porque la "santa" Inquisición vestía con una bata de tejido basto a sus condenados al fuego, la horca, el garrote vil, etc. Siempre, meterse en camisa de once varas (muy grande: vara=835,9 mm) es buscarse líos o, como dicen los ingleses, "morder más de lo que uno puede masticar".
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