Jueves 05 de junio 2025

Crímenes múltiples, prisiones abreviadas

Redacción 12/01/2011 - 01.31.hs

Señor Director:
"Prisiones eran las de antes", podría decir alguien, tomando una frase que suele usarse con sentido más irónico que humorístico para dejar apuntado un dato acerca de la presunta decadencia de las costumbres.
Se ha repetido tal concepto en estos días, con esa frase u otras más directas, para dar cuenta de desconcierto o reprobación por la libertad condicional acordada a Ricardo Barreda, un odontólogo de La Plata. Este hombre puso fin a una situación hogareña que estimó insoportable. Armado de escopeta mató a su mujer, a su suegra y a sus dos hijas. Ensayó una coartada yéndose a pescar y retornando un par de días después, pero había demasiadas evidencias en su contra, de modo que terminó aceptando que él lo hizo luego de haberse sido acosado por años, según explicó, por ese cuarteto femenino, que había llegado a tratarlo como un ser ridículo. La explicación no pudo borrar la culpa, pues en la peor de las situaciones (de acoso y burla) tenía la opción de irse de la casa o de plantear la separación. El juicio se arrastró con la lentitud frecuente hasta que en l995 fue condenado a reclusión perpetua. Ahora esto no significa que el reo morirá en la cárcel, pues se ha limitado el máximo efectivo. Mucha gente continúa imaginando "cadena perpetua" y hasta puede que se represente que el condenado lleva grilletes en las extremidades inferiores, con sendas cadenas y que arrastrará pesadas bolas de hierro. Hasta su muerte. Por eso la perpetua era la pena inmediatamente inferior a la capital. Además, se pensaba en prisiones como la de Ushuaia o la de la isla de If, Francia, a la que hizo famosa Edmundo Dantés, el personaje de El conde de Montecristo (A. Dumas). Ya no es así, pero no son pocos los que piensan que no se ha sabido encontrar un término medio razonable. En el caso de Barreda, este hombre obtiene la libertad ambulatoria (ya tenía prisión domiciliaria desde 2008) luego de estar privado de su libertad durante 12 años, 5 meses y 17 días. Poco más de tres años por cada vida que suprimió. Sucede que lo ha beneficiado la ley que computaba dos por cada año de privación de la libertad que transcurriese entre la detención y la condena efectiva. Esto hizo posible un cómputo que le asigna 30 años y 7 meses de privación, con lo que ha superado el máximo en vigencia. Ya con prisión domiciliaria, Barreda reincidió, pues hizo pareja con la mujer que lo sigue acompañando. La querella (el abogado) sostiene que si se repite la situación anterior, Barreda volverá a matar, por lo que considera que representa un peligro para la sociedad. Uno de los profesionales médicos que intervino para determinar esa responsabilidad da una opinión contraria. Asimismo, se ha recordado que en el fallo final que lo condenó, uno de los miembros del tribunal lo consideró inimputable.
No se discute el fundamento de la decisión judicial que le da libertad condicional y que probablemente la transformará en libertad final o sin condiciones. La ley es la ley (será dura o blanda o errónea, pero es la ley). Lo que sostiene la querella es que el estado mental de este hombre lo hace potencialmente peligroso y con posibilidad de reincidir. En cambio, muchos de los que opinan contra la libertad de Barreda se basan en una idea de justicia que todavía no ha cortado amarras con el ojo por ojo, diente por diente. Según esto, la pena sería la venganza que se toma la sociedad, a nombre de las víctimas. La teoría penal ha estado cortando esas amarras y la pena tiende a ser vista como un procedimiento para neutralizar, durante un tiempo razonable, sujeto a comprobaciones periódicas, el peligro que representa alguien que ha mostrado que es peligroso, pero también supone que se abre una opción para que el reo reconduzca su vida y se haga acreedor a tener una nueva oportunidad. Como se aprecia, hay una suerte de tierra de nadie ahí, algo que da el rango de apuesta a la decisión de liberar.
Atentamente:
JOTAVE

 


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