Escenarios e incertidumbres en un año electoral
El gobierno nacional finalizó 2010 con una buena perspectiva política, una situación económica fuerte y el viento de cola internacional. Hay optimismo por el rumbo del país. Igualmente, hay algunas incertidumbres en el camino.
Eduardo Lucita*
El año pasado diversas propuestas y acontecimientos, sobre una base económica favorable, le permitieron al gobierno reforzar su iniciativa, recomponer imagen e intención de voto. Resultado: el cuadro político nacional se ha trastocado rápidamente.
El golpe que significó para el kirchnerismo la derrota electoral en la provincia de Buenos Aires en 2009 fue aprovechado entonces por los complejos mediáticos para instalar la sensación que el gobierno se debilitaba, que una segunda vuelta sería inevitable en las presidenciales del 2011, que en ellas el oficialismo saldría perdidoso.
No tenían bien caracterizado al kirchnerismo: un equipo político que no se rinde fácilmente. Retomó la iniciativa y puso en práctica un conjunto de medidas -particularmente la estatización de la jubilación privada; la Asignación Universal por Hijo y el Programa Repro- con las cuales fijó la agenda de discusiones.
Durante el 2010 el pago de deuda con reservas, presentado como progresista frente a la opción de pagar con superávit; los multitudinarios festejos del Bicentenario; las leyes de Medios y de Matrimonio Igualitario, dieron como resultado la recuperación de imagen e intención de voto. Todo esto resultó potenciado por la inesperada muerte de Néstor Kirchner. Los graves conflictos sociales que se desataron en los dos últimos meses -que costaron nada menos que seis vidas- impactaron y dan cuenta de una realidad inocultable, pero no parece hayan alterado demasiado este cuadro de situación.
Escenario económico.
El 2010 cerró con un crecimiento del PBI superior al 8 por ciento; una baja en la desocupación; elevadas tasas de ganancias empresarias; un consumo desbordado y una recaudación fiscal récord, y no solo por el aumento de los precios -el IVA es el impuesto más recaudador pero los que más crecieron respecto de 2009 fueron Ganancias y aportes a la seguridad social-.
La deuda pública exigible es de sólo un 18 por ciento del PBI, mientras que acciones y bonos han dado altos rendimientos. Estos resultados se proyectan hacia 2011 con un crecimiento del PBI estimado no menor al 5 por ciento. La falta de un presupuesto aprobado le da al gobierno una disponibilidad de fondos extraordinaria, mientras que el viento de cola de la economía mundial parece soplar, al menos por ahora, cada día más fuerte. Sólo la inflación y la sequía, que amenaza la cosecha, aparecen como nubarrones en un horizonte más que prometedor.
El gobierno ha fortalecido esta tendencia: inicio negociaciones para regularizar la deuda con el Club de París, lo que fue acompañado por una nueva reapertura del canje -esta vez para los tenedores de bonos Brady- y se reconocerían comisiones por el canje anterior, cuando antes se las negaba. Una nueva ley de accidentes de trabajo, reclamada una y otra vez por los empresarios, estaría en carpeta. Se autorizó el ingreso de técnicos del FMI para la elaboración de un nuevo índice de precios. Se convocó a un pacto social, destinado a poner límites a los pedidos de aumentos salariales, en paralelo a acotar la suba de precios y estimular inversiones reproductivas. En los mentideros ministeriales se dice que hay órdenes de avanzar en propuestas para reducir subsidios, principal crítica, junto con la inflación, de opositores y organismos internacionales.
Halagos.
En consonancia distintos medios de comunicación registran dichos y declaraciones impensables meses atrás. Orlando Ferreres, ex viceministro de Economía en tiempos de Carlos Menem afirmó "tenemos por delante veinte años de crecimiento económico en el país". El neoliberal Miguel A. Broda dijo: "Estamos frente a diez o quince años de buena economía". Para el economista Miguel Kiguel, "Cristina Kirchner se volvió más moderada, hay un cambio, aunque decir que es 'pro mercado' es mucho". De Mendiguren, secretario de la UIA, comentó: "Se nota un clima más distendido. Incluso, en el acto de YPF el otro día se notó. Allí estaba la oposición, el gobierno, el empresariado... O hasta en la Cumbre Iberoamericana (en Mar del Plata), uno vio una Argentina de más consensos, mejor diálogo con EEUU más cuando se mencionaba lo que había sucedido en la anterior". Elisa Carrió, mas moderada y sin su clásico tono apocalíptico: "Tenemos por delante tres años de economía muy buena". Según una encuesta publicada en el International Business Report "el optimismo empresario respecto del futuro de la economía del país para este año es del 70 por ciento, cuando era sólo del 31 en los inicios del 2010".
Todas las fracciones del capital descorchan champán (del bueno). No hay demasiados cuestionamientos por las desigualdades sociales o por la contaminación minera, tampoco por la falta de una política tributaria equitativa, menos aún por la demora en mejorar la distribución del ingreso.
Mas allá de impresionismos y de que todos dicen desconfiar del gobierno y de "un Estado intervencionista", este es el aire de los tiempos en los inicios del nuevo año. Nadie pronostica ya no una catástrofe económica, ni siquiera una caída importante en la actividad.
Escenario político.
Hasta antes de la muerte de Néstor Kirchner opiniones diversas, entre ellas la de quien esto escribe, afirmaban que el kirchnerismo lanzado a la reelección, se recostaría cada vez más en posiciones de centro/centroizquierda. Se lo veía como una necesidad ya que no podría recurrir a captar votos por derecha, como sí lo hiciera en las presidenciales anteriores cerrando el acuerdo con Julio Cobos y con los cuestionados intendentes del Conurbano. Es que luego del conflicto por la Resolución 125 aquel camino aparecía cerrado.
La inesperada muerte del ex presidente modificó esta percepción. Golpeó fuerte en el Peronismo Federal, lo agrietó y abrió la posibilidad al oficialismo de recuperar ciertos sectores aislando a los más recalcitrantes, eso le da sentido al llamado de Cristina Fernández a que el PJ tenga una política de inclusión hacia los disidentes y los jóvenes, cuya presencia en los funerales fue masiva.
Nuevas figuras.
Este llamado ha tenido su correlato: los mecanismos decisorios del núcleo gubernamental parecen haberse ampliado a otras figuras, entre ellas el ministro Amado Boudou -ahora también lanzado como candidato por la Ciudad de Buenos Aires, con la anuencia presidencial, la desorientación del progresismo oficialista y la algarabía del opositor-. La designación como ministro del intendente de Berazategui -barón entre los barones del Conurbano- es otra muestra de apertura. También la de limitar el espacio del secretario general de la CGT, Hugo Moyano, algo bien visto por el PJ y el empresariado.
Los intelectuales reunidos en Carta Abierta parecen haber tomado nota de estas señales. En su último documento público -en ese lenguaje críptico a que acostumbra- sus integrantes parecieran hacer un doble llamado: al gobierno a profundizar el rumbo y al progresismo oficialista a que reorganice sus fuerzas, incluso llegan a insinuar frentes o coaliciones. Un llamado de este tipo sólo es posible si entienden que la situación los lleva a alguna forma de disputa.
Así es posible que junto con posicionamientos de centro/centroizquierda, necesarios para responder a la base progresista que el gobierno ganó en los últimos tiempos, convivan gestos de apertura hacia el empresariado y el PJ disidente como los que estamos asistiendo. Pareciera que el baricentro a partir del cuál el kirchnerismo despliega su pragmatismo se ha corrido un poco a centro/centroderecha para dar así cabida a las dos tendencias.
Interrogantes.
Estos escenarios, que deambulan por los círculos del poder político y económico, plantean algunos interrogantes: ¿Frente al vacío de liderazgo dejado por Néstor Kirchner, cómo se arbitrarán las diferencias y los conflictos al interior del PJ y al propio kirchnerismo? ¿Si el Pacto Social se concreta, alcanzará para encorsetar las reivindicaciones obreras, controlar el alza de precios e impulsar la inversión productiva? ¿La política asistencialista continuará siendo efectiva para contener el conflicto social de los sectores excluidos de la producción y el consumo? ¿Si no se esboza ningún proyecto concreto de país, qué implicancias tendría a futuro "seguir profundizando" el modelo kirchnerista?
Son sólo escenarios e interrogantes que definirán el curso del 2011, pero que pueden condicionar el futuro pos-electoral.
*Integrante del colectivo Economistas de Izquierda
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