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La reaparición de ocupaciones a escuelas secundarias porteñas a una semana del receso escolar invernal que arranca el 18 y a horas de la elección de jefe de Gobierno de la Ciudad -ocurrida ayer- generó diversas y contrapuestas lecturas. Los caminos para saber el origen de las protestas quedaron encapsulados en el mismo envase: La Coordinadora Unificada de Estudiantes Secundarios, que lidera la trotskista Federación de Estudiantes en Lucha y otras agrupaciones de izquierda, con llamativo apoyo de centros de escuelas que no presentaban problemas, como el Nacional de Buenos Aires de la UBA, con notables referentes de agrupaciones kirchneristas.
¿Fueron tal vez las nuevas tomas un ensayo para medir la capacidad de protesta y convocatoria de la comunidad educativa frente al gobierno de la Ciudad? Fueron 11 tomas sobre un conjunto de unas 1.150 escuelas medias. O sea que no se trató de una muestra representativa, pero si mediática por el efecto que concitó. Fue una nutrida movilización de la que muchos temían si iba a desfasarse, mantuvo las consignas originarias.
En ese contexto hay un compromiso de obras que firmó el ministro de Educación, Esteban Bullrich con la Legislatura, la Justicia y con los centros de estudiantes en 2010, que en ese entonces monopolizaba la CUES y hoy integran agrupaciones independientes. También hay un largo testimonio de desidia en diversas gestiones de la ciudad, hacia los centenarios normales, con monumentos históricos como el Otto Krause y con falta de atención a la demanda educativa y de vacantes en la zona sur, la más poblada. Por esto tampoco no es malo que los estudiantes tomen hoy la posta de viejos reclamos y recuerden a sus funcionarios los compromisos firmados. (DyN).
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