Martes 10 de junio 2025

Violencia escolar y en otros ambientes

Redacción 14/09/2011 - 04.23.hs

Señor Director:
Los informativos por tevé me atraen poco y nada. Salvo casos de sismos, huracanes y otras sorpresas de natura, uno no necesita estar a minutos o segundos del acontecer real. Conviene conocer lo esencial reposadamente, con tiempo para entender y sacar conclusiones.
Días atrás vi que un canal de noticias ponía en escena a dos chicas escolares que se peleaban con furia. Me detuve un momento porque el combate había llegado a ese punto en que las contrincantes se toman de las mechas con una saña que obliga a recordar la costumbre salvaje de arrancar la cabellera del adversario. En una segunda pasada ante el televisor, uno o dos minutos después, vi con sorpresa que la contienda seguía y que había otras niñas que miraban y hasta parecían tomar partido. Mi pregunta fue por qué nadie acude a separar. ¿Estarían los mayores de ese colegio privado (digo, por el uniforme de las combatientes) en una de esas jornadas de meditación que a veces hasta llegan a provocar asuetos?
Más tarde me puse a recordar mis propias experiencias en escuelas primarias. En la primera de la que fui alumno había un maestro de sexto grado que organizaba formalmente las peleas entre muchachos. Era una escuela solo para varones. Nunca pude saber si el maestro lo hacía según una idea pedagógica o si se limitaba a darse el gusto o si, aparte de su labor docente, regenteaba algún centro de boxeo y la escuela le daba oportunidad de seleccionar futuros pugilistas. ¡Son tan diversas las miras con que un adulto pone el ojo sobre un menor! No recuerdo haber visto peleas entre chicas, pero sí que escuché más de un relato. Vi riñas entre mujeres mayores, a veces en la vía pública. "Minas bravas de gran corazón", según el tango. Ahora han inventado el boxeo femenino, quizás con la esperanza de canalizar energías y dar gusto al instinto peleador y pendenciero que nos habita. En mis años de escolar, infancia y adolescencia, rehuí la pelea, pero un par de veces que me dejé tentar salí con "la chocolata". No me parece posible que esta debilidad nasal haya privado al país de un nuevo Luis A. Firpo.
Pensé otras cosas. Entre ellas, la filmación de la pelea entre alumnas. ¿La escuela lo permitió? Si la filmación fue de una cámara fija, como las que quiere colocar el gobierno porteño para espiar a maestros y alumnos, sería bueno saber cómo es que la cinta llegó al canal. ¿O era alguna ficción, montada para mantener viva la sensación de que estamos en el país más violento e inseguro del planeta?
Pienso que somos tan violentos como el término medio de las naciones. No tanto como México, sin duda, pues allí la guerra de las bandas de narcotraficantes entre sí o de algunas bandas contra el gobierno (que ha movilizado a sus fuerzas armadas) arroja muertos, heridos y desaparecidos todos los días. Con todo, participo de la sensación de que el narcotráfico se ha establecido y crece entre nosotros, como en todas o casi todas las naciones. Ya ha producido hechos sangrientos y sabemos de más de un caso de corrupción La droga destruye al adicto y el dinero de la droga pone a prueba la fortaleza moral de las personas y no pocas veces permite advertir la debilidad de esta antigua e irreemplazable defensa.
Peleas entre escolares siempre las hubo. Cuando decimos "lucha por la vida" no estamos repitiendo una frase vacía. Hay quienes ven a la vida como fruto de una lucha que no cesa: le costó aparecer y le llevó tiempo y fracasos explorar posibilidades de desarrollo. La atmósfera de un hogar bien constituido, normal, no guarda estricta correspondencia con el estado de cosas en la calle, en "el mundo". En el hogar hay protección, pero un caso resonante ha hecho volver a decir que esta fortaleza está perforada ahora por la inestabilidad de la pareja, por el acceso temprano a medios de comunicación que equivalen a la situación de calle y porque hay qué ver cuál es la conducta real de los adultos del círculo íntimo.
Atentamente:
JOTAVE

 


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