La ONU discute por la admisión de Palestina, Libia y bloqueo a Cuba
Varios de los temas meneados por los representantes de los distintos países ante la Asamblea de la ONU van a
poner en apuros a la Casa Blanca. Quizás el principal sea el del reconocimiento de Palestina, pero hay varios más.
EMILIO MARIN
El prestigio de las Naciones Unidas se viene licuando, como se constata en cada Asamblea General. Sus pocas resoluciones positivas, como la que condena el bloqueo estadounidense contra Cuba -que se viene aprobando mayoritariamente desde 1992- son ignoradas. Y la entidad de Ban Ki Moon no hace nada para remediarlo.
Por otro lado hay muchísimas negativas, que afectan al Tercer Mundo y éstas sí son aplicadas, a veces en tiempo récord. Es lo que sucede con la agresión de Washington y sus socios europeos contra Libia. Bien ha recordado el canciller venezolano Nicolás Maduro que la ONU aprobó la resolución N° 1973/11 disponiendo un embargo de armas en Libia y un corredor aéreo para proteger vidas civiles. El resultado fue el opuesto: Barack Obama y la Unión Europea entregaron armas a los mercenarios del CNT libio y la OTAN hizo miles de bombardeos que provocaron muertos, heridos, destrucción de infraestructura y bienes culturales, etc.
Marionetas.
La 66° Asamblea General inaugurada ayer en Nueva York será escenario de una durísima lucha política y diplomática, donde la cuestión de Libia estará presente. Si bien muchos gobiernos vienen reconociendo al gobierno de las marionetas de la OTAN, éstas aún no han podido conformar su gabinete y persiste la resistencia de los seguidores de Muammar Khadafy en Sirte y otros bastiones. Cuba, Venezuela y otros integrantes del ALBA siguen sin dar reconocimiento al régimen puesto por la OTAN y presidido por Mustafa Abdel Jalil. La mesa de la polémica sobre la situación en el país norafricano está servida en el Palacio de Cristal.
Si la ONU bendice a los títeres de las grandes potencias en Trípoli, crecerá su desprestigio mundial. Es que habrá dado "luz verde" a que esos poderosos del mundo agredan en Africa y pongan y saquen gobiernos por la fuerza. Del derecho a la autodeterminación de las naciones y del petróleo libio, no habrá quedado casi nada.
El otro gran debate en la ONU será el reconocimiento o no de Palestina. Los palestinos están cansados de la continua ocupación israelita de sus territorios, de las agresiones periódicas y sistemáticas, del bloqueo inclemente contra la Franja de Gaza y de la ilegal construcción de nuevas viviendas y barrios israelitas en Jerusalén oriental y en Cisjordania. También perdieron las últimas esperanzas en las negociaciones de paz bilaterales luego que en septiembre de 2010 fueran levantadas tras las provocaciones del primer ministro Benjamin Netanyahu que dio por finalizado un período de suspensión de esas construcciones ilegales. El resultado es que la Autoridad Nacional Palestina, por medio de su presidente Mahmud Abbas, planteará este viernes en la ONU su pedido de admisión como el miembro número 194. La discusión comenzó hace semanas y hubo una fuerte presión de la administración Obama -representando también en este punto a Israel- para que Abbas no concrete esa solicitud.
Nuevo socio.
Washington y Tel Aviv actúan en yunta. El primero no quiere que nazca esa Palestina independiente sin antes haber firmado determinados compromisos con Israel. Por ejemplo, para que quede afuera de la futura agenda entre los dos vecinos la cuestión de los 4,5 millones de refugiados palestinos que perdieron su hogar desde 1948 a la fecha. Otra "garantía" que Obama y sus aliados europeos desean asegurarse, antes de firmar el carné de ingreso al nuevo socio, es que éste no llevará a tribunales internacionales las denuncias por genocidio y crímenes de guerra cometidos por Israel, sobre todo desde 1967 en adelante.
Esos puntos de vista, en línea con los del sionismo, son maquillados por el Departamento de Estado y presentados bajo la máscara de "una negociación de las dos partes" asistida por el Cuarteto (EE.UU., Unión Europea, Rusia y ONU).
Por su parte el premier Netanyahu se opone por el vértice al ingreso de Palestina porque políticamente representa a la derecha israelí, enemiga de hacer concesiones siquiera mínimas a la otra parte. Netanyahu representa al bloque derechista Likud y llegó al gobierno criticando por "concesivo" a sus antecesores Ehud Olmert y el Kadima, de una derecha no tan extrema como la suya.
Para tener una idea de lo extremista que es el actual gabinete israelita hay que recordar que su canciller Avigdor Lieberman llegó a plantear el uso de armas atómicas contra la población de Gaza, a la que no podían doblegarla con el bloqueo, los bombardeos, las incursiones de tropas por tierra y la asfixia financiera.
Veto muy impopular.
El gobierno norteamericano tiene una dificultad política extra, porque si el titular de la ANP presenta su pedido al secretario general de la ONU y éste lo gira al Consejo de Seguridad de 15 países miembros, deberá usar el vetusto derecho a veto, para dejarlo sin efecto. Habrá que ver si alguna delegación, posiblemente del Reino Unido, acompaña esa política antipalestina del veto. De cualquier manera, esa forma de negar derechos a un pueblo provocará un repudio en cadena en todo el mundo. Por eso el presidente estadounidense tendrá una reunión con Netanyahu y otra final con Abbas, por separado, para encontrar un atajo y evitar ese veto que lo desprestigiará a escala mundial.
Se prevé que aún con la negativa yanqui, Abbas lleve también la cuestión al seno de la Asamblea General. Allí podría solicitar un estatus de "Estado Observador", similar al que goza El Vaticano. No es lo que quieren los palestinos pero llegado el caso puede ser un lugar que mejore su condición actual, que data de 1974, como simple "Observador". Desde allí, todos los años, llevarían su solicitud al Consejo de Seguridad, provocando más simpatía en la mayoría de sus integrantes hasta que se quiebre el veto norteamericano o bien se reforme la Carta de la ONU y ese privilegio desaparezca.
A esa y otras trabas se refirió Evo Morales cuando dijo que "la ONU necesita una revolución".
Sofisma.
Uno de los últimos argumentos de Obama para justificar su futuro veto es decir que la paz debe llegar por negociación de las dos partes y no por una iniciativa de una de ellas, aludiendo al pedido de los palestinos.
Es un sofisma. Es mentira. Hoy no se está hablando de lograr la paz sino de que se reconozca el derecho palestino a tener su estado, algo que la ONU resolvió ya en 1947 cuando votó la partición del territorio. Ese alumbramiento no es algo "unilateral" sino un deseo de Palestina y más de 125 países, entre ellos Argentina, que ya tienen adoptado ese temperamento favorable.
Es al revés: lo unilateral sería el veto estadounidense, aislado, injusto, sin apego a las normas del derecho internacional y sin razones ni fundamentos.
Por otro lado, si de negociaciones bilaterales se trata, está comprobado que los palestinos fueron de buena fe a todas las negociaciones. Fueron a Oslo, Washington, Camp David y todos los lugares donde fueron citados. La última discusión suya con los líderes israelitas se frustró por la seguidilla de construcciones ilegales en Jerusalén oriental y Cisjordania, más los renovados ataques militares contra Gaza.
Paliza número 20.
Expuestas las razones de una y otra parte, la abrumadora mayoría de los países considera que Palestina tiene razón. Esto también ocurrió en Buenos Aires, donde el miércoles 21 tuvo lugar una concurrida marcha hacia la delegación de Unicef-ONU. Había militantes de la CTA, CMP y Miles, MTL, PC, Aníbal Verón, MTR, Asambleas del Pueblo, Federación de Entidades Argentino-Arabes, Centro Islámico, Comedor Los Pibes, PC, PL, CCC, las diputadas Merchán e Iturraspe, el embajador de Palestina, Luis D'Elía, Patricio Echegaray, Vicente Zito Lema, Boy Olmi, Herman Schiller, Alejandro Rusconi, Rubén Saboulard y muchos dirigentes más. En ese lugar se entregó copia del documento solidario, cuyas firmas encabezan el premio Nobel Adolfo Pérez Esquivel, Stella Calloni, Eduardo Aliverti y Norman Brisky (fea la actitud de "Página/12" que ayer no dedicó ni una línea a cubrir este evento).
"Es hora del nacimiento del Estado de Palestina, es hora de libertad de su pueblo, es la hora de la independencia y la soberanía", culmina ese documento. Es una expresión de deseos que difícilmente se pueda concretar en esta Asamblea General.
Sí será seguramente votado el repudio al bloqueo norteamericano contra Cuba. Desde 1992 hasta hoy hubo 19 votaciones a favor de la isla; el año pasado hubo 187 votos por Cuba y 2 en contra (EE UU e Israel). En esta 66° Asamblea el resultado será similar, pero lo grave es que el imperio ignorará esta vigésima condena que le reclama poner fin a un bloqueo que ya ha provocado daños directos a la economía isleña por 975.000 millones de dólares.
Lo dicho por el presidente boliviano: "Esta ONU necesita una revolución".
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