Debate inconcluso acerca de medios
Señor Director:
Entre otros efectos del doloroso Caso Candela tenemos la reapertura del debate acerca de los medios.
Se me ocurre que una consecuencia de lo que se discute puede consistir en reconocer la conveniencia de cambiar esta palabra o diferenciar más su denotación. Digo esto porque la voz "medio" remite a intermediario y de ahí a mensajero. Con mucha frecuencia se entiende al medio como un mensajero. En el caso el mensaje está constituido por la noticia o la información. El mensajero, como el motociclista actual que reparte comida (entre otros elementos), es pensado como un elemento inerte: recibe algo en un extremo y lo traslada hasta el otro, sin haber participado en su elaboración y sin influir en su contenido. Pero la noticia no existe en la realidad como algo diferenciado, de modo que el medio de prensa (el periodista) no es un mensajero común. Interviene activamente para reconocer lo que hay que comunicar y para disponer cómo hay que comunicarlo. O sea que tiene que afrontar dos instancias; una lo lleva a reconocer un hecho como noticiable y la otra a buscar la manera de comunicarlo a fin de que sea interpretado sesa, que
Teóricamente, la interpretación, a cargo del lector o del que mira y escucha, consistiría en decodificar el mensaje para revivir el aspecto de lo real que se convirtió en noticia. No abundaré en el detalle, pero he querido mostrar que si el periodista es mensajero, lo es de manera muy diferenciada, muy activa y también creativa. Y cuando se dice que hay poderosos (gobiernos, corporaciones, intereses sectorizados) que quieren "matar al mensajero", lo que querrían es imponer una determinada manera de mirar los hechos como noticiables o no y de presentarlos ante quienes se enteran de esa manera acerca de lo que les interesa. Al pretenso asesino de periodistas no le interesa el periodista como cadete o mero mensajero, sino que busca sustituirlo en su quehacer como lector del acontecer y transmisor de la noticia. Procura reemplazarlo o ponerlo a su servicio.
Lo que reveló el debate que tuvo lugar en nuestro país como preparación para la elaboración de la actual ley de medios de comunicación fue algo novedoso, al menos para el conocimiento público; que los protagonistas ya no son los dos mencionados sino que se ha comenzado a dar una integración y una nueva unidad que, a la vez, modifica la relación entre los hechos (sociales: lo que pasa en nuestro mundo) y la posibilidad de conocerlos para formar opinión propia. La nueva situación, en la cual la información está cada vez más a cargo de empresas ahora conformadas como impersonales y atentas al interés de accionistas que juegan en el mercado, hace que este "mensajero" manipule la información para servir al interés de tales accionistas. Entre la realidad (social, económica y política) y la comunidad, lo que se va configurando no es una intermediación sino un medio de acción para servir a intereses sectoriales. El efecto que ya puede apreciarse de la ley que nació de ese debate es la apertura de nuevos medios que responden a otra intención. No es que ésta sea necesariamente mejor o mejor en todos los casos, sino que es diferente. Suele decirse "que florezcan todas las flores": que se escuchen todas las voces, que se conozcan todas las propuestas. Dado esto, vuelve a ser el destinatario de la información el que debe y se ve cada vez más obligado a realizar su interpretación sobre lo que realmente sucede y lo que, a su vez, le corresponde hacer a él para atender su propio interés. Para saber a qué atenerse. Con medios más diferenciados se multiplica el mensajero posible y la noticia vuelve a transmitir, en pequeño, el mosaico de lo real. La sorpresa de la elección del 14/8 vino a ser consecuencia del surgimiento de otros comunicadores.
Candela, si bien se mira, ha obligado a repensar el debate sobre los medios y a entender que el derecho a la información es social y no de un sector.
Atentamente:
JOTAVE
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