Viernes 27 de junio 2025

Algo que da única opción para hacer

Redacción 03/03/2012 - 09.06.hs

Señor Director:
Vuelve a decirse, para que se sepa que es decisión tomada con firmeza, que se construirá un nuevo hospital en Santa Rosa. Será también, como el actual desde su fundación, un centro regional de salud.
Es una noticia esperada, una decisión necesaria.
Al leer ese anuncio no pude ni quise evitar que mi memoria de santarroseño viejo retrocediese hasta los centros de salud que he conocido a lo largo de mis años. El que ahora lleva el nombre de Molas fue el primero que conocí como paciente, cuando caminé largo camino desde mi casa, cruzando por baldíos, olivillares y rosetales para llegar hasta donde me esperaba un Ovidio Andrada que me extirpó agmídalas, según el uso de época, luego de lo cual y tras breve espera, repetí la travesía. Ya para entonces yo había sido compañero y amigo de un Molas (Adolfo), que me invitaba a su casa y allí veía al médico que hacía caminatas en los senderos de su quinta.
En un segundo movimiento, la memoria me presenta otros escenarios en una diversidad de momentos. Aparecen las partes nuevas del hospital y las repetidas noticias sobre deficiencias de construcción. Y aparece también la estampa de "la Gobernación", el edificio que es ahora de un ministerio, que ya estaba ahí cuando empecé a transitar la ciudad, que recorrí en mis comienzos como buscador de noticias y que me producía algo en el ánimo cuando me decidía a usar el ascensor, maquinaria que conocí ahí. Ese edificio y otros de entonces han requerido atenciones, pero nadie ha podido pensar que eran inseguros o estaban hechos con algún tipo de deficiencia, de esas deficiencias tan frecuentes en construcciones oficiales más nuevas, que parecen llorar su frustración cada vez que queda expuesta su flaqueza. Es cierto que ahora ya no se construye retando al tiempo, porque es otro el ritmo de la época, pero las flaquezas de las nuevas construcciones hospitalarias por no hablar de obras para la justicia y para el deporte, parecen testimonios de otro tipo de renuncias o debilidades.
Ninguna de las obras materiales del hombre vencerá al tiempo. Lo sabían ya los antiguos ("Estos, Fabio, ¡ay dolor!, que ves ahora, campos de soledad, mustio collado, fueron un tiempo Itálica famosa..."). Pero en todos los tiempos hubo quienes edificaron con respeto por su propia criatura (yo creo que hay un derecho de todo lo que ponemos en la existencia, algo así como el derecho al propio decoro). Caigamos o no en la desmesura de vencer al tiempo y apresar la eternidad, lo que hacemos los hombres debe ser apropiado a su objeto y estar en condiciones de servirlo sin constituirse en un problema más a cada paso. Para lograrlo hay ciencia y experiencia. Para malograrlo se conjuran los más varios demonios: desde la aptitud insuficiente hasta el menosprecio a la propia criatura y a la colectividad en cuyo seno es instalada. Y está la quinta columna de la corrupción, aunque sé que la ineptitud y la falta de compromiso con la comunidad son enemigos más temibles todavía.
Espero no aburrir si digo que también viene a mi memoria aquella frase que dice que "las cosas hay que hacerlas; bien o mal, pero hacerlas". Me costó aceptarla, pero la pude entender para la época de Sarmiento (un hombre debe ser entendido en su época: queda poco del hombre si se lo desgaja de su momento) cuando todo estaba por hacerse y el ánimo podría apocarse ante la diversidad y magnitud de la tarea, si es que se quería edificar un orden distinto. En el rancho de San Francisco, donde ese futuro presidente ejerció un temprano magisterio, sentí que ese muchacho y esos hombres que eran sus alumnos vivieron un momento estelar, fundador.
Lo que trato de decir, y que ha demorado la intrusión de mi memoria, es que con el nuevo hospital no hay derecho de volver a equivocarse. La salud de la gente (sobre todo, de una mayoría de gente que no tiene otras opciones) es un bien tan valioso (y frágil) como lo es cada niño que ingresa a la escuela.
Atentamente:
JOTAVE

 


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