De comparaciones y una tonta aspiración
Señor Director:
Entre lo mucho que se puede leer o escuchar, siempre se hallará la voz de los que se deciden a hacer públicas sus opiniones acerca de quién es el mejor en tal o cual actividad, de preferencia las deportivas.
Dado que el fútbol se ha convertido en un juego de aceptación universal (porque la televisión lo llevó como bandera en su proceso de penetración sin fronteras), el debate acerca del mejor gira de preferencia en torno a los jugadores que revelan particular talento para destacarse entre los que se dedican al balompié.
Según mis propios recuerdos, antes de la televisión, en el pueblo (Santa Rosa, en mi caso) se discutía si el mejor era tal o cual hombre de All Boys o de Belgrano o Santa Rosa o Estudiantes, por citar los cuatro clubes de mayor presencia en los tramos finales del territorio. Recuerdo que Regazzoli parecía tener las preferencias como guardameta, pero lo que viene a mi memoria en este momento es el canto de una barra que pasaba cerca de mi casa y decía "A la lata, a latero, como Zalabardo no hay arquero". Lo que, pienso es que era la manera de exaltar a su propio ídolo, quien, según supe, fue bueno bajo los palos, pero no he visto que se lo recuerde en los testimonios que se han venido produciendo aquí, pues también tenemos una literatura derivada del fútbol, a partir de que el pueblo creaba sus dichos y sus letras. A veces era el organizador de un equipo quien se encargaba de todo, hasta de los cantos, que no eran originales sino adaptaciones que en casos tenían su punto de ingenio. Cuando me tocó ser integrante de un equipo de la Normal (primaria), recuerdo que me emocionó escuchar a otros alumnos que cantaban una letra dirigida a molestar al rival. Decía: "Siento ruido de pelota, y no sé y no sé lo que será; deben ser del cuadro de Hoffmann, que nos quieren, que nos quieren ganaaar". Hoffmann era otro de esos voluntarios que dedicaban parte de su tiempo a iniciar a los muchachos en un deporte que, como el fútbol, sale de la competencia habitual entre individuos y propone concertar esfuerzos en un grupo, un equipo. Muchas veces he pensado escribir acerca de estas personas, pero es verdad que entonces había, y los seguía habiendo mientras mantuve mi atención en el fútbol local, quienes dedicaban su tiempo libre a orientar a chicos y jóvenes hacia una actividad que si bien podía encender las pasiones y derivar en riñas, los sacaba de la calle, del callejeo, de ese no saber qué hacer que muchas veces conduce a molestar, dañar y otras maneras de romper el pacto social. Por cierto que esta tarea ha sido bien atendida, incluso por escritores sobresalientes de nuestro país, como Fontanarrosa y también algunas plumas de El Gráfico anterior a la tevé y contemporáneas de la radio, así como el gordo Soriano y quienes siguen en su huella de dar expresión a la creatividad popular.
Me queda por averiguar si esta creatividad sufre por la profesionalización del deporte y por nuevas solicitaciones que, especialmente desde el advenimiento de la computadora, tienen su clientela creciente entre los pequeños. Acabo de leer una opinión que sostiene que los medios digitales ya han producido un fenómeno significativo: que los pequeños y los adolescentes han destituido a los mayores (incluso padres y maestros) del nivel de autoridad que les reconocían. Ahora saben donde buscar respuesta a todo, con la salvedad de que esa opinión no aparece condicionada por resguardos pedagógicos ni preferencias culturales de todo tipo.
Quería hablar del debate tonto acerca del mejor, ahora del "mejor del mundo" y, más reciente, "el mejor de todos los tiempos". Me fui por los médanos de Toay (si prefiero no citar los cerros de Úbeda). Piénsese en el debate que envuelve a Messi, Ronaldo, Maradona, Pelé y algunos más, debate que tiene un rasgo llamativo: todos los nombrados dan muestras de querer ganar esos podios, salvo Messi, que quizás "los mata callando".
Atentamente:
JOTAVE
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