Sabado 07 de junio 2025

Esa apariencia tan oscura del petróleo

Redacción 07/07/2012 - 03.53.hs

Señor Director:
Los sucesos de Cerro Dragón y del protagonismo de un grupo sindical disidente que tomó el nombre del animal mitológico (enorme saurio o desmesurada serpiente que vuela y escupe fuego) han obligado a prestarles atención.
En primer lugar, la violenta ocupación de instalaciones valiosas y su destrucción, marcaron una diferencia cualitativa con otras acciones de protesta de organizaciones de trabajadores. No es que un bloqueo del tránsito o que impida el movimiento de insumos insustituibles carezca de rasgos violentos (incluso, suelen ser más perjudiciales), pero no es habitual que se destruya una fábrica o algunas de sus maquinarias y mecanismos vitales. Esta vez sucedió en el centro petrolífero de YPF en inmediaciones de Comodoro Rivadavia. Además, dado que se produjo en coincidencia con las medidas de los camioneros, la acción de los dragones pudo ser leída como parte de una planificación más compleja. Y había buenas razones, pues en esos mismos días se producía la destitución de Lugo mediante el procedimiento inaugurado en Panamá (sin la clásica salida de tropas) y estallaba un conflicto policial en Bolivia, que pudo comprometer la estabilidad del presidente Evo Morales. Dado que la región se ha quemado con leche caliente innumerables veces, ver estas cosas producía, si no llanto, al menos preocupación.
Puesto a tratar de entender el momento, lo primero que pensé fue que el petróleo es oscuro por su apariencia física y por las circunstancias que suelen desarrollarse a partir del descubrimiento de yacimientos importantes. Hablo de la puja acerca de la explotación de esa riqueza natural consuntiva. Puja compleja y no menos oscura, tanto porque mucho se oculta o se disfraza, como porque genera situaciones extremas, sin excluir la guerra. Pugnan habitualmente el Estado y los emprendimientos privados, el Estado nacional con los estados provinciales y la nación con las potencias dominantes; éstas saben que el petróleo es, todavía, una herramienta de dominio o, al menos, necesaria para mantener el estado de cosas. A esa pugna se suman los ambientalistas, que han surgido como rasgos de una conciencia adormecida con respecto tanto al destino de la riqueza del suelo y su distribución, como a la suerte que tendrá el medio ambiente por la forma de explotación.
Tal es el esquema tradicional dentro del cual hay que entender la relación entre política y petróleo. Pero, digamos, hay subsistemas conflictivos. En primer lugar, dado que el petróleo es riqueza abundante e inmediata, el sector territorial donde se asienta sufre una profunda transformación a partir de que se modifican las relaciones entre ingreso medio de la población y costo de lo necesario para la vida corriente. Es el fenómeno que un periodista de este diario describió con rasgos certeros en un informe sobre la zona sudoeste de la provincia y cuyo determinante original es el nivel salarial de quienes trabajan en el petróleo y quienes siguen en los quehaceres "normales" (si llamamos así a los que no dependen de una riqueza no renovable). Si el principio que debe regir se expresa diciendo "a igual trabajo igual salario", la demora en igualar el salario permanente con el emergente termina desequilibrando todo, porque el costo de los consumos se eleva con el salario petrolero, pero quienes reciben el salario tradicional quedan feamente descolocados. Entonces nacen el reclamo, la protesta y (se abre paso a) la furia. Algo de esto forma parte del trasfondo de Cerro Dragón y de Santa Cruz, pero todo permite pensar que en Chubut se suma un ingrediente de lucha intrasindical, una dosis de oscura lucha política y una proporción de la tiniebla de prácticas corruptas. Estas adendas o apéndices están siendo mentadas y me inclino por darles crédito.
Además, veo un fenómeno mayor, que da cuenta de transformaciones sociales de más vastos alcances.
Atentamente:
JOTAVE

 


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