Caminos de la opinión y de su necesidad de decirse
Desde hace algunas semanas mucha gente ha podido tener noticias de un hombre originario del Reino Unido que anda por el mundo haciendo dibujos en las paredes. Le llaman Grafitero, asociándolo así a un movimiento que desde el siglo pasado tiene expresión mundial y que, luego del rechazo inicial, ha terminado por ser objeto de estudio y de reconocimiento. Se entiende que se trata de una opinión que busca expresarse o de un impulso artístico que necesita decirse y quiere llegar a los otros. También la obra artística y el libro están hechos para darlos a conocer y para que adquieran la consistencia de todo lo que aporta el hombre para dar y tomar conciencia de la realidad de la que forma parte. Esta valoración no incluye al dibujo o la frase que no tienen más cometido que molestar o hacer saber que el autor es alguien con algún problema material o moral.
La palabra grafitero tiene relación con el mineral llamado grafito, usado para escribir o dibujar. Asimismo se llama grafito al escrito o dibujo hechos a mano por los antiguos en los monumentos. Así se debe llamar, según la Academia, al letrero o dibujo circunstanciales trazados sobre una pared u otra superficie resistente.
El grafitero de quien se habla en estos días se deja conocer como Banksy. Nació en Bristol, Reino Unido, hace unos cuarenta años. Esa ciudad ha terminado por poner bajo protección algunos de sus grafitos. En cambio, la autoridad municipal de Nueva York, donde se instaló Banksy hace poco, lo acusa de vandalismo y pide su captura. Hace poco más de una semana se conoció un nuevo grafito suyo: un paisaje de montaña que ha tomado de un cuadro de autor poco apreciado, agregándole la figura de un oficial nazi, de espaldas. La reacción municipal atrajo la atención pública y se estima que las copias que Banksy hace ganarán valores significativos. Hasta este momento había tratado de vender otras copias, a 60 dólares, con pocos compradores. Algunos de sus grafitos anteriores han tenido elevados precios de venta. Valga decir que algunos resultan agradables o graciosos o hacen pensar por la opinión que traducen sobre hechos y personajes actuales. Una mucama pintada en el acto de poner bajo la alfombra la suciedad que barre casi obliga al peatón a retener el paso. Una escena picaresca que Bristol valora muestra a un hombre ofuscado que se asoma a un balcón alto y mira buscando algo afuera; una mujer, al parecer la de ese hombre, está expectante, en camisón, y otro hombre, desnudo, se sostiene penosamente de una saliente del balcón y aun usa su otra mano para tapar sus "vergüenzas".
Banksy destina la recaudación por sus copias para fines loables, como la lucha contra el sida.
Grafitos
Los grafitos ahora tienen expresión universal. Han atraído el interés de sociólogos y otros estudiosos que quieren entender qué expresan o qué tratan de expresar. Además, c recen las valoraciones desde el lado artístico. También se ocupan de ellos los semiólogos y filósofos. Han ganado entidad. Es algo en lo que hay que poner atención.
La noción más compartida es que estamos ante una forma más de expresar ideas, opiniones o necesidades. Ya desde el relato bíblico el hombre aparece como el nombrador pero sucede que el acto de nombrar es un quehacer que dice algo acerca del nombrador, ya porque éste se dice a sí mismo, ya porque lanza una idea, una opinión, algo que remite a otra cosa o, por último, porque supone el ejercicio de cierto papel del hombre en la realidad, como conciencia de las cosas y como generador de un sentido. Al constituirse en la conciencia de la realidad, se dice, el hombre busca entenderse a sí mismo. Nadie llega a saberse sin tomar conciencia de los otros y de lo otro.
Diversidad
Por el "nuevo" camino marcado por los grafitos se llega a tener idea de la diversidad o la pluralidad de las opiniones en la sociedad humana y de la necesidad de custodiar la posibilidad de que lo distinto o diferente pueda conocerse y expresarse. Si impedimos que una opinión se exprese creamos una situación que nos perjudica a todos, porque llegamos a creer que lo que dice la fracción tolerada o impuesta es la expresión cabal de la realidad. Si restringimos más todavía la expresión, como sucede en dictaduras, estamos siendo llevados a creer que tal es la única verdad, o la Verdad. Ahí es donde terminaría la historia.
"Sin embargo, se mueve", decía alguien sometido a tortura para que se desdijera de opiniones discordantes con respecto a la Verdad única. Galileo lo sabía, porque el telescopio le permitió descubrir la falsedad de, al menos, algunos aspectos de la pretendida verdad única y final.
Jotavé
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