Martes 17 de junio 2025

Otra mirada sobre la empresa cooperativa

Redacción 06/11/2013 - 03.59.hs

Señor Director:
Conviene no dejar de echar una mirada a las novedades de Uruguay. Con frecuencia lo que allí sucede, se hace o se discute merece esta atención. Pasa lo mismo con los otros países de la región, pero a Uruguay se lo siente más próximo.
A comienzos de la pasada semana, el 28 de octubre, quedó establecida allí la Federación Internacional de Trabajadores del Hogar, para la representación de ese sector laboral. Se oyó decir a la presidenta de la Red Internacional de Trabajadores Domésticos, que "a pesar de que los trabajadores del hogar brindan servicios indispensables de los que dependen las familias, como cocinar, limpiar y cuidar niños, hemos sufrido discriminación y marginación durante generaciones". Se pudo conocer que hay 53 millones de trabajadores domésticos en el mundo, mayormente mujeres y niñas, y que muchos de ellos son migrantes, o sea, muy vulnerables. Mujeres y niñas tienen menos oportunidades de trabajo y de educación y eso hace que sean requeridas en los sectores menos regulados, con mayor riesgo de abusos.
Unos días antes estuvieron en Montevideo dirigentes argentinos de cooperativas de trabajadores de empresas recuperadas (evitaron el cierre previsto por los propietarios durante la severa crisis de principios de siglo) y productores familiares de alimentos. Habían sido invitados por el presidente Mujica para que contaran su experiencia de autogestión. Mujica escuchó el relato de los representantes de más de 300 empresas argentinas de este tipo, de las cuales existen en Uruguay unas 34, al parecer con mayor presencia y respaldo crediticio que en nuestro país. Luego de escuchar, el presidente oriental dio su opinión, centrada en dos ideas fundamentales: que la economía de autogestión no es solamente un paliativo en situaciones de crisis, sino que es una opción para superar el sistema económico actual; y que la autogestión se ha convertido en política de Estado para su gobierno. Cree que deben ser consideradas como modelo alternativo de organización de la sociedad productiva. La consigna que propuso es que hay que formar inteligencia para esto.
Si se piensa en eso de que "hay que formar inteligencia" se entiende que equivale a decir que hay que hacer que se deje de pensar en este camino como un paliativo circunstancial. Tanto en las empresas recuperadas en situación de crisis como en los llamados productores familiares de alimentos, que están siendo estimulados en nuestro país desde Agricultura, el INTA y otros organismos nacionales de gobierno, ya no pueden ser vistos como soluciones transitorias ante la emergencia. Muchas cooperativas de autogestión llevan una década y más y las que se han afianzado se desempeñan con eficiente organización en ramos industriales, de hotelería y comercio. La agricultura familiar es una propuesta para volver a una práctica frecuente hasta mediados del pasado siglo y luego declinó. No es solamente que las familias produzcan algunas de sus propias verduras y carnes, sino que este quehacer de pequeños grupos tenga asistencia técnica y crediticia y acceso a ferias y mercados (o creen ferias propias). En nuestro país se ha estado avanzando más de lo que ha llegado al conocimiento general y aparecen relevando a las artesanías. Estas últimas conservan su propio nicho, pero ya no aparecen como las únicas que comercializan parte de su producción o la vuelcan en las cadenas de comercialización. En Tecnópolis se ha podido ver el desarrollo que están adquiriendo en distintos lugares del país.
Más allá de lo económico, que es de indudable importancia, estas formas de organización y gestión del trabajo productivo se van configurando como una respuesta al avance arrollador de las grandes empresas de lucro, que han estado convirtiendo a estos productores en trabajadores asalariados, muchas veces sometidos a un trato que los subordina en extremo.
Atentamente:
JOTAVE

 


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