Domingo 08 de junio 2025

El varón ante una prueba Definitoria

Redacción 16/03/2013 - 04.32.hs

Señor Director:
El pasado viernes 8 era el día señalado para destacar a la mujer y para dar cuenta de las conquistas logradas en la pugna de los sexos y de las demandas no satisfechas.
La lectura de los diarios de ese día daba cuenta de los actos y declaraciones que motivaba la fecha. Se podía advertir que algunas instituciones habían cometido la incorrección de usar los estándares publicitarios de tiempos ya idos, porque las organizaciones femeninas denunciaron o repudiaron varias propuestas que seguían edulcorando la imagen de la mujer, como cuando el varón dominante entendía conveniente rescatar cualidades y merecimientos, cosa de dar a entender que cuidaba su status, pero que era capaz de condescendencias reveladoras de su gran corazón. Se sabe que las costumbres cambian muy lentamente y que los clisés mentales son muy cómodos y provocan papelones como los del vejete pisaverde que no toma en cuenta que el tiempo y sus injurias también han operado sobre su humanidad.
No sólo esas noticias había, sino que ellas se intercalaban o acompañaban con las habituales crónicas policiales reveladoras de la permanencia de varones si no indómitos, al menos atenidos a la tradición de ver en la mujer un objeto más bien de uso y consumo. Ese día quedaba procesado Gastón Giujusa por la muerte de su pareja Soledad Andrea Mab. Se dice que el hombre, cuando "a su hogar regresaba" (no era noche de Reyes), comprendió que ella, su pareja y madre de sus dos hijos, lo engañaba no se sabe si con "el amigo más fiel" o con un desconocido. En lugar de "aguantar callado hasta dar con la evidencia" (como sí hizo el varón de la estancia del Mojón), luego de ver algunos intercambios por computadora, llamó a su suegra y cuando ésta compareció, le pidió que se llevara a los críos porque él tenía una sorpresita para Dolores. Así que partió la madre política Gastón entendió que había llegado la hora de "vengar el ultraje" y, entonces, "lleno de ira y coraje, sin compasión la mató". Es cierto que se excedió, pues le aplicó 43 puñaladas. Parece que la suegra recelaba pues volvió cuando se escuchaban los gritos de Dolores. No pudo forzar la puerta pero llamó a la policía, que llegó prestamente. Forzaron la entrada y vieron a la mujer en un charco de sangre. Salieron a buscar al matador y lo hallaron en la azotea, donde inicialmente dijo que quería matarse y puede creerse que tuvo la idea, pero quizás le faltó coraje, aunque luego se arrojó al vacío desde un primer piso, pero hacia un techo próximo. Recibió un golpazo y se repuso pronto. Ya ante el juez, en la víspera del Día de la Mujer, dijo que ella intentó agredirlo con un cuchillo, pero que tropezó y se cayó con tan mala fortuna que se clavó el acero. El juez le hizo notar que debió caerse cuarenta y tres veces y luego resolvió procesarlo, con el agravante del delito de género (ley 26.971), aplicado en esta ocasión por primera vez.
Relaté lo anterior utilizando letras de viejas canciones que me fueron viniendo a la memoria. Son de tiempos anteriores a la concepción actual de los derechos humanos, que valen para todos en igual medida. Esas letras dicen con frecuencia más de lo que sus autores quisieron comunicar. Retratan una cultura, entonces cercana a su ocaso y ahora en vigencia formal.
La frecuencia de estos crímenes, aun en los raros casos en que es la mujer la que mata, parece reflejar el momento de transición por el que pasamos. Los derechos están enunciados y las leyes necesarias van saliendo, pero después hace falta tiempo para que la mentalidad, los usos y las costumbres, aprendan a procesar el conflicto de otra manera. Lo que se hace notorio, sin embargo, es que ahora es el varón el que comienza a estar en problemas pues le cuesta adaptarse a la nueva situación, quizás porque tampoco la cultura predominante ha asumido todavía las nuevas concepciones. Asimismo, queda en evidencia que el conflicto de la vida compartida subsiste.
Atentamente:
JOTAVE

 


'
'