Domingo 08 de junio 2025

Para nutrir orgullos y descifrar enigmas

Redacción 23/03/2013 - 04.02.hs

Señor Director:
La elección de un papa argentino ha causado gran pesar entre los apostadores, pues no se sabe de alguien que tentase la suerte con ese papable, según los datos de las agencias que se divulgan desde Londres. Uno puede apostar allí a cualquier cosa que esté por ser decidida.
No me preocupa esa pena. He estado leyendo mucho de lo que se está diciendo en el mundo, hasta una semana antes de que esta nota aparezca publicada, que es cuando la escribo. Advierto que el concilio dio esquinazo al cien por ciento de quienes presumen de informados en cuanto a favoritos y que, como consecuencia de ello, los analistas tienen abierto un campo tan vasto de conjeturas que se los ve desconcertados acerca de lo que pueda suceder, acerca del por qué y del para qué. Este desconcierto alcanza al orbe católico y al orbe argentino y revela que la mirada política avanza sobre la que hace estrictamente al terreno religioso. La iglesia es una estructura terrenal y debe ser gobernada con acciones políticas. Conviene que repita que entiendo lo político como gestión del conflicto.
En el país del papa Francisco se ha podido observar que los fieles cabales, que viven la religiosidad, se sintieron tocados por el dedo divino y están poseídos de una emoción profunda. Es grato ver que les acompaña la simpatía o el respeto de todos los demás. Éste no es un dato menor y habla bien de todos. Además de lo referido acerca del respeto ante la religiosidad cabal, se hace visible que lo religioso nunca desaparece del todo y atrae el interés de hasta los ateos más convencidos y lúcidos. Hay motivos para que así sea. Fuera de este terreno de lo íntimo y lo intraducible, el espectáculo revela matices de orgullo (que el papa sea un argentino, el primero no salido del viejo mundo: el mundo donde fue alumbrado el cristianismo) y de expectativa acerca de lo que quepa esperar para el desenvolvimiento político del país. Siempre el futuro es una incógnita y acerca de cada individuo que se ve colocado en la situación de un papa (o un gobernante de una comunidad) sólo se puede conjeturar en base a antecedentes personales del personaje. Sin embargo, ¿cuánto puede ser determinado por el pasado personal frente a un compromiso o responsabilidad, nuevo y mucho mayor? Hay que considerar que los países, en esta situación, pasan a ser piezas de un ajedrez político ya no nacional sino mundial y que la iglesia se ha visto conmovida por sucesos de índole más terrenal que celestial en los últimos año, en parte porque el mundo humano ha estado cambiando con mayor ritmo que otras veces, afectando a costumbres y criterios y generando una demanda de respuestas correspondientes de parte de la institución eclesial porque esos cambios afectan a todo su rebaño. Siempre ha sido problema para las sociedades y sus iglesias dominantes las interferencias recíprocas, quiero decir las relaciones entre lo sagrado y lo terrenal. Las sociedades, que son entes políticos, han tendido a reducir paulatinamente el grado de dependencia de los tiempos iniciales y han generalizado la separación de Estado e iglesias, puesto que los individuos tienen derechos propios y que sus preferencias deben ser respetadas. A su vez, el mundo político ha penetrado el campo diferenciado de lo religioso, tratando de propiciarlo para demandas nacidas de sus propias urgencias (que tienen otro ritmo). El mundo terrenal no es solamente político: también es económico e incluye multitud de formas degenerativas en cuanto a la moralidad, como se puede apreciar en la inconducta de algunos pastores y en los problemas del banco vaticano, en especial luego del papado de Juan XXIII. Es posible, pues, que el nuevo pontífice se vea solicitado de manera predominante por la necesidad de establecer nuevas pautas para esa relación con lo mundanal y con la tarea de compatibilizar la creencia con ciertos cambios que se han producido en la sociedad.
Atentamente:
JOTAVE

 


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