Avisos que no se atienden por un viejo menosprecio
Los diluvios de este copioso abril han hecho que, entre otros fenómenos, hayan florecido expertos de todo nivel, o sin nivel alguno, que opinan acerca de lo que dejó de hacerse o de lo que no debió hacerse o lo que hay que hacer. Peor sucede con los que nada hacen, no obstante lo cual se ponen a criticar a los que sí hacen algo. La tragedia de otros también da lugar a que aflore y se exhiba la variedad zoológica de nuestra especie.
Uno de los temas abordados por los expertos de verdad se refiere a las comunicaciones, por entenderse que, aparte de las obras necesarias, es preciso crear un sistema de alarmas que advierta a todos, de manera indubitable, acerca de lo que está viniendo y las precauciones que es preciso adoptar.
Uno de esos expertos es Sandra Massoni, doctora de la UBA, quien dirige la Maestría de Comunicación Estratégica y Comunicación Ambiental en la UNR (universidad nacional de Rosario). Aparte de hablar de la comunicación que debe pensarse para informar y prevenir, dijo que ahora los pájaros, gatos, perros y hasta los insectos están siendo apreciados como anticipadores de contingencias naturales. De alguna manera ellos, los irracionales, saben qué está por suceder y se apresuran a tomar precauciones.
Dice la doctora que no se trata de algo en lo que no se haya reparado. Sucede sí, que no se le ha dado la importancia que tiene o puede tener en nuestro beneficio. Atribuye este descuido a un menosprecio por la capacidad de los animales para conocer. O sea, que se tiende a reducir esta aptitud a nuestra especie, por ser "racional". Los animales, por ser no racionales, constituirían una especie inferior; hacia esas especies nos regimos por otras pautas de conducta.
Anticipan
La experta hace notar que, antes de que percibamos lo que está por suceder, la observación de los animales de cada lugar permitiría entender que ciertas conductas no habituales revelan que ellos están sabiendo algo y que a nosotros nos convendría entender lo que comunican. Cita familias de monitos que se mueven en grupo, trasladando a sus crías, bandadas de aves que vuelan presurosas hacia las montañas, perros y gatos que corren hacia sitios seguros... Mucho antes del desastre hay lagartijas, hormigas y otros insectos que comienzan su éxodo, ordenados, precisos, trasladándose en comunidad. Las películas documentales abundan en el testimonio de estos comportamientos. Uno de ellos muestra a las hormigas que salen presurosas de sus hormigueros y forman con sus propios cuerpos una superficie o membrana que resguarda a sus huevos de la inundación que aún no esperan los humanos. La científica se pregunta cómo lo saben. No hay duda que lo saben a su modo y que eso explica la extraña conducta que asumen. Extraña para nosotros, que por menospreciar a esos seres no paramos mientes en la relación de dicha conducta con algo que sucederá luego.
Explica la doctora que ahora las estrategias de comunicación se hacen multidimensionales. Que tendemos a abandonar la actitud de dominio y posesión que tenemos hacia los animales por la escucha admirativa, la reciprocidad, la contemplación y el respeto. Esta es una línea asumida por la escuela universitaria a su cargo. Se ha ampliado el número de fuentes y ahora se incluye a los animales como originarios de mensajes. "¡Tenemos tanto que aprender!", dice al cerrar sus declaraciones (al físico y periodista Leonardo Moledo, quien lo publica en su página habitual de los miércoles en el diario Página/12).
Recuerdos
Estas manifestaciones de la investigadora y educadora citada hace que el lector no se pregunte (no siempre, al menos) cómo es que no lo sabía o no había sido informado. Lo más frecuente es que empiecen a aflorar en nuestra memoria algunos recuerdos personales, pues, si hemos tenido relación estrecha con animales o hemos estado atentos al mundo natural, más de una vez nos ha sorprendido alguna conducta no habitual de su parte. Lo habitual es que no detengamos mucho nuestra atención en ese tipo de hechos, pero quizás no sucedía lo mismo con nuestros antepasados, cuando se sentían más próximos a lo natural y no habían depuesto desconfianzas ni alertas por esperarlo todo de la ciencia y de las habituales advertencias públicas. Por lo que se ha podido ver en estos días, las advertencias del servicio meteorológico existieron. Además, venía aumentando la frecuencia e intensidad de lluvias y vientos, pero la verdad es que no nos dimos por enterados, así como frecuentemente no prestamos atención a quienes advierten sobre los problemas del agua, del aire y del ambiente natural en general.
Jotavé
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