Uriburu, y las dos realidades
Desde el año pasado, esos mismos ex trabajadores se desayunan con declaraciones que ocupan espacios en los medios provinciales, pero que en la realidad no tienen relevancia alguna. "El cierre va camino a resolverse", "se hará una expropiación de la planta", "se alquilará a un empresario", "el frigorífico abrirá en poco tiempo" son frases que se escuchan en los funcionarios provinciales de Producción en torno a esta problemática. Y que se dan de manera cíclica, y en cuestión de días. Pero los avances son nulos.
Mientras tanto, está la espera y la desesperación de las familias que dependían de esa industria local. A diferencia de otros frigoríficos que se dedican al faenamiento de otro tipo de animales y que han recibido el respaldo del gobierno nacional en cuanto a cupos de exportación al exterior que les permitieron subsistir, en Uriburu la realidad es otra. Solo ha habido promesas y negociaciones que no han llevado a ningún puerto.
La distancia que hay entre esas dos realidades, la virtual de las declaraciones mediáticas y la palpable, la que viven diariamente los ex empleados, y el pueblo todo, no puede ser mayor. Sería bueno que esos mismos funcionarios que hablan de la promoción de la industria pampeana no dieran falsas expectativas y salieran a hablar públicamente sobre estas cuestiones cuando tengan soluciones concretas. Lo demás, solo genera malestar y parece jugar con las esperanzas de las personas afectadas.
Encuestas y distancias
El país comenzó a ingresar en los tiempos preelectorales. Aunque todavía falta tiempo para las primarias obligatorias, simultáneas y abiertas para legisladores nacionales, ya empezaron los precandidatos a lanzarse públicamente y los medios a especular sobre los futuros escenarios.
Una de las cuestiones que tienen que ver con las campañas previas son las encuestas que realizan los partidos, sectores o posibles postulantes. Hubo en las últimas semanas, hay y seguirán realizándose, varios de esos estudios. La población lo percibe por algún joven que toca en la puerta de las casas para hacer un cuestionario o a través de un llamado telefónico. Son varios los que quieren saber cuál es el escenario que deberán enfrentar y las posibilidades del postulante propio. También comenzaron a llegar sus resultados a los medios de prensa, algunos con más grado de confiabilidad que otros, aunque todos parciales.
Las encuestas son una herramienta moderna de cualquier campaña electoral y del precandidato. No se puede soslayar su importancia su realización ante una realidad compleja y un electorado tan heterogéneo y extendido. Avanzar en una contienda electoral sin saber sobre qué terreno se pisa, es casi un suicidio político.
Sin embargo, todos estos análisis se centran en la imagen de los políticos y el conocimiento que tiene de él la sociedad. Pocas veces de entre los datos que trascienden de esas encuestas se habla sobre los problemas que aquejan a la gente, cuales deberían ser las prioridades de quienes quieren ocupar un cargo público o las cosas que debería cambiar de la realidad el candidato para mejorar la vida de su electorado para bien si llega a ocupar un puesto.
Al priorizar la cuestión de la imagen pública de los dirigentes por sobre las necesidades reales de la gente, estamos ante una escenario que muchos de los que están en el campo político no quieren aceptar. Y es la distancia que hay entre unos y otros: los que votan y los que son votados. Cuando esa distancia comience a ser menor, muchas problemáticas de la actualidad comenzarán a mejorar.
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