Los grandes gastos del deporte en la tormenta
Señor Director:
La movilización que se ha producido días atrás en Brasil a partir del reclamo por un aumento en el costo del transporte público, ha deparado más de una sorpresa.
Un periodista de Brasil, de juicio estimado, dice que el hecho sorprendió a los políticos de todo el espectro. También a él, pues se pregunta cómo pueden convivir índices elevados de aprobación del gobierno con semejante muestra de insatisfacción. Al pensarlo descubre por lo menos tres aspectos significativos: la importancia actual de las redes sociales, su eficacia para convocar; un cambio del humor con respecto a los gastos desmesurados que provoca el mundial de fútbol y la ya realizada copa de las confederaciones: el país futbolero, de pronto se despierta enfurecido por lo que le cuestan esos sucesos que hasta ahora parecían llenar de orgullo a todos. En tercer lugar, concluye que el episodio pone de manifiesto que hay una división profunda en el seno de la sociedad de Brasil. Eric Nepomuceno (el periodista que menciono) no ahonda en esta última "revelación", que puede ser la de mayor importancia. Para mi punto de vista, tal división se produce siempre que se está en un proceso de cambio más bien acelerado, como se da en todo el mundo occidental, pero éste no es mi tema de hoy.
El cable añade que el ex futbolista Rivaldo se suma a las críticas para decir que Brasil no está en condiciones de organizar el mundial de fútbol y que el gasto debería concentrarse en sanidad y educación. Es difícil negar esta preferencia. En La Pampa se ha gastado mucho para finalidades deportivas al tiempo que siempre queda para después un nuevo hospital o las inversiones que reclama el gremio docente. Coincido parcialmente con esto, porque la realidad que contemplo, en todos los órdenes de la vida, siempre es mezcla de dolor e insatisfacción, alegría y satisfacción, de modo que un gobierno debe contemplar todo y afinar el lápiz en el momento de establecer prioridades. Es casi seguro que, en Brasil, si logra otro título mundial de fútbol, serán más los satisfechos que los quejosos, incluyendo a muchos que ignoran qué comerán mañana. Y como dijo Dilma Rousseff un gobierno debe tener abiertos los oídos a ese contrapunto de voces.
Pentágono.
Bernardo Kliskberg propone cinco tesis referidas al agua: 1) No debe ser mercancía porque es un derecho humano básico. La OMS registra 25 enfermedades graves por falta o escasez de agua; son 1.100 millones los afectados en el mundo. En los países pobres el consumo posible no es de más de 5 litros diarios por persona; en los ricos, se gastan 200 litros. 2) La falta de agua potable y saneamiento mata. 3) La falta de agua potable genera la gran humillación (no tener agua potable ni cloacas humilla siempre, mata con frecuencia). 4) El mercado no funciona. 5) La experiencia argentina del gobierno Menem, con privatización de agua y cloacas enseña: empeoró el estado de cosas y fue factor de la crisis de comienzos de siglo. El Estado volvió a hacerse cargo ante la evidencia. Concluye diciendo que este problema no puede ser marginal y destaca que la Unasur lo tiene como prioritario.
Reírse.
En el hospital Centeno, de General Pico, se desarrolla un taller de risoterapia. Promueve el optimismo durante las crisis y perder el miedo al ridículo. "La risa es salud".
Los estoicos no desdeñan la risa si el problema que excede su capacidad de respuesta. La risa es manera de afrontar la fatalidad; evita la dramatización extrema ante lo que no tiene remedio o no ha hallado remedio todavía. No implica callar la queja ni frenar el reclamo, se trata de hacer lo pertinente sin dejar que la paciencia se agote ni muera la esperanza. Garrick hacía reír o los altos lores (y lloraba). También Gwyplaine, el personaje de El hombre que ríe (Víctor Hugo).
Jotavé
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