Domingo 29 de junio 2025

Santa Madonna Dell'Orto

Redacción 29/06/2025 - 00.11.hs

Seguramente al lector tampoco le llegó su invitación para asistir a la boda del año, la de Jeff Bezos y Lauren Sánchez, en Venecia, Italia. El correo anda bastante arisco últimamente, desde que cayó en manos de los Macri, así como otros cayeron en la educación pública. Una pena. Así que, desde ese resentimiento legítimo que nos asalta, nos dedicaremos aquí a hacer una crítica del evento, que seguramente no coincidirá con la revista Caras, cuyos periodistas y papparazzis ensobrados sí habrán estado presentes en el evento, disfrutando del calor, los mosquitos y el aire apestoso de esos canales cloacales.

 

Eterna.

 

Pensándolo bien, no deja de ser adecuado el lugar elegido para la fiesta. Para algunos norteamericanos, la palabra que definiría a Venecia es "romántica", un término que usan con bastante liviandad, despojado de su verdadero contexto en la historia del arte, y que identifican vagamente con una situación que les recuerda la existencia de la libido.

 

Para quienes efectivamente estuvieron ahí (últimamente, pagando un derecho de admisión bastante oneroso) la ciudad representa otras cosas: la decadencia, la insalubridad, la hostilidad, el inminente colapso. Más o menos, como el sistema que ha permitido a Jeff Bezos llegar al podio de los tres hombres más ricos del mundo, si bien lo suyo es apenas una medalla de bronce.

 

El alcalde de la ciudad -que, se estima, recibiría unos 40 millones de euros por el alquiler- se ha quejado de los grupos activistas y su oportunismo. Un enorme cartel en inglés, le espetó al millonario: "Si podés alquilar a toda Venecia para tu boda, entonces podrías pagar más impuestos". Y tienen razón. Bezos no sólo ha recibido una espectacular baja de impuestos con la nueva administración Trump: también sus empresas han recibido jugosos contratos estatales por -al menos- tres mil millones de dólares.

 

Y es que los multi-tecno-billonarios, como los grandes bancos, viven en un maravilloso sistema socialista, regados de prebendas gubernamentales como buenos planeros que son, mientras el resto de los mortales debemos conformarnos con la austeridad, ya que como todo el mundo sabe, "no hay plata".

 

Parejita.

 

Parece que fuera ayer que comenzó este romance ahora consumado. Nos enteramos en 2019, cuando Jeff, un hombre casado, sufrió un hackeo en su celular y se pudieron ver las fotitos que le mandaba a su polola Lauren, exhibiéndole sus partes pudendas como un adolescente.

 

El exhibicionismo de esta boda, que nada tiene que envidiarle a los Borjas y demás familias poderosas del Renacimiento italiano, sigue en la misma línea de obscenidad y despilfarro. El anillo que calzará la novia cuesta entre tres y cinco millones de dólares, según la fuente que se consulte. El cast de invitados no es menos dispendioso. Grandes millonarios y estrellas de Hollywood, con sus carísimos yates que atosigan el puerto veneciano. Las hermanitas Kardashian (ninguna relación con "Titanes en el ring") y otras mujeres de caderas voluptuosas como la novia, hacen entender por qué una de las locaciones donde tendrá lugar la boda es una iglesia del siglo XIV conocida como "Madonna dell'Orto".

 

Créase o no, el año pasado la novia tuvo un regalito anticipado: un viaje, en una nave de la compañía espacial de su maridito (Blue Horizon) al que invitó a una serie de amiguitas no menos célebres y agraciadas como la cantante Katie Perry (¿se acuerdan de su canción?: "Yo besé a una chica, y me gustó"). El episodio fue cubierto no por la revista Science, sino por Elle, que destacó que éste era el viaje en que las astronautas tenían el mejor maquillaje y las mejores pestañas postizas de la historia. Con delicadeza, la Perry comentó que ellas le habían enfatizado la parte "ass" (culo) de la palabra "astronauta".

 

Por suerte Jeff le prestó ese juguete, y no al Washington Post, otro de sus berrinches, un ícono de la democracia occidental al que se fagocitó, a billetera limpia, sólo para someterlo a la "austeridad" y despedir decenas de periodistas.

 

Familia.

 

Ahora Jeff y Lauren constituyen una feliz familia ensamblada. Con el aporte de ambos y sus matrimonios anteriores, suman siete hijos en total, lo cual hará estallar de gozo a los ultraderechistas natalistas que andan exigiéndole a todo el mundo que tenga más hijos. A esa familia numerosa habría que sumar todo el botox que se cargaron encima los novios, y que, quién sabe, por su volumen podría terminar adquiriendo independencia y vida propia como "La Nariz" de Gogol.

 

Los vecinos de la ciudad -que hace rato se quejan del turismo masivo y sus efectos en el precio de la vivienda y la sustentabilidad ecológica- no tuvieron mucha oportunidad de disfrutar del desfile de los Leonardo Di Caprio y las Ivanka Trump del mundo. No habrá faltado quien recuerde al ilustre vecino Marco Polo, quien de saber las consecuencias que tendría hoy la globalización que desató en su momento, probablemente hubiera desistido de iniciar sus famosos viajes, y se hubiera conformado con un discreto y pintoresco destino como chofer de góndola.

 

Qué lejos están los tiempos en que los multimillonarios gastaban una vida de misterio y aparente frugalidad, evitando a toda costa la ostentación que malogró a sus colegas, los aristócratas decapitados por la Revolución Francesa. Ahí lo tienen a Donald Trump, sin ir más lejos, a cuya gala inaugural asistieron en enero (pagando una millonada) los tortolitos Bezos y Sánchez. Dicen que el actual presidente ha tapizado el despacho oval de la Casa Blanca con un insoportable panel dorado de chiches rococó, de dudoso gusto. Alguien debería decirle (el rey está desnudo) que ese estilo no pega demasiado con la hiper masculinidad que pretende transmitir.

 

A esta altura el lector se habrá dado cuenta que esta columna ha sido escrita desde el resentimiento puro y duro. Después de todo, esta pareja no deja de ser un ejemplo de adónde podemos llegar los latinos cuando nos lo proponemos. La "gente a la que le fue bien", como diría Carlitos Tévez. Como, ¿a él tampoco lo invitaron? Governo ladro.

 

PETRONIO

 

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