Lunes 09 de junio 2025

Idea del aquelarre. Su historia y sus riesgos

Redacción 11/03/2015 - 03.51.hs

Señor Director:
Supongamos que tengo un amigo, que llega y me invita al aquelarre de la plaza San Martín.
Le pregunto qué es eso y me dice que no lo sabe, pero que supone que debe ser algo divertido. Algo así como el carnaval. Me dice que está en el programa celebratorio del Día de la Mujer.
Me pongo a ordenar recuerdos de lecturas y la memoria me lleva de paseo por momentos anteriores a nuestra era. Evoco imágenes de las bacanales o dionisíacas, de las que hay relatos poco confiables, pero que, sin duda, tenían una relación con algo que realmente se produjo en algún momento. Me viene la palabra Sabbat extrañamente asociada a aquelarre. Busco información y leo que el Sabbat, tan íntimamente importante para el judaísmo, tuvo lo que hoy llamamos mala prensa en los primeros tiempos de relaciones tempestuosas con el cristianismo y que en ese encuadre surgió la acusación de que el Sabbat no era para recogimiento sino para acudir a una fiesta con Satanás... El Sabbat o aquelarre quedó expresamente prohibido por la ley séptima de la Ley de las 12 Tablas, de haber existido tal documento que algunos datan en el siglo V a C. de Roma: también fue llamado Ley de la Igualdad.
La palabra aquelarre me ha intrigado desde temprano, así que no es extraño que me resultase tan conocida como curiosa es su relación con los festejos del Día de la Mujer. Volví a leer sobre uno de los testimonios más citados acerca de aquelarres, de fuente vasca española. La voz es vasca y significa literalmente "prado del macho cabrío". Al parecer, se aplicó esta palabra para designar reuniones nocturnas de brujas y brujos en lugares de los bosques del país vasco, que eran presididas por Satán con la figura del macho cabrío. Hay constancias documentales de un proceso inquisitorial que se desarrolló en Logroño a principios de 1611, el cual concluyó con la condena de seis brujos y brujas, que fueron quemados vivos. Es denominado Proceso de Brujería de Zugurramundi. Al parecer brujos y brujas se habían excedido, porque se dijo que realizaban su aquelarre tres veces por semana. Los inquisidores localizaron 46 lugares del bosque utilizados para estas celebraciones. Satanás siempre estaba presente como macho cabrío y los brujos comenzaban por rendirle un homenaje de época (digámoslo así). Al parecer, los brujos/as se preparaban consumiendo previamente algunas sustancias excitantes o, por miedo de excederse en la cuota, se untaban con agua vomitada por el sapo que cada brujo llevaba siempre consigo, incluso cuando estaba en vuelo. Los documentos narran que el sapo era obligado a tomar mucha agua y, luego, lo apretaban o pisaban para que la vomitara. Entonces esa agua que había incorporado la sustancia excitante que posee el sapo se recogía con cuidado y llevada a la ceremonia, donde se la aplicaban como ungüento. A partir de ese momento la ceremonia tomaba los rasgos que se describen como originarios de las seguidoras de Dionisos (Baco para los romanos): las bacantes, sus danzas desenfrenadas. Al parecer los celtas también tenían ceremonias de este tipo, por lo que puede pensarse que el origen de estas prácticas es muy antiguo.
Recordé que cuando oí hablar de la Salamanca de Quehué no paré hasta conocerla. Este nombre de las cuevas vino de España. Brujos y brujas rendían allí su tributo al Maligno y renovaban su compromiso de seguir haciendo el mal posible. Algunos abandonaban el aquelarre y realizaban un vuelo para asustar a un caminante nocturno, romper un plato en alguna casa o provocar la apertura de ventanas para alarmar a durmientes. Aquí las dimensiones de la cueva de Quehué no hubiesen permitido tanto. En muchos otros lugares de América se han localizado "salamancas" y todavía su solo nombre produce temblor en alguna gente. Hay quien piensa que el pasado no es el nombre de algo que ya no es, sino que lo llevamos con nosotros y se moviliza con algún brebaje o ungüento.
Atentamente:
JOTAVE

 


'
'