La nueva "industria"
El dato revelado por Dafas, el organismo que se encarga de la administración del juego oficial en la provincia, muestra en toda su magnitud lo que podemos llamar los alcances de una "industria". Aunque en este sentido, la actividad a la que nos referimos no produce ningún bien o servicio, sino que podemos considerarla dentro de la esfera recreativa, si no fuera por algunas de sus consecuencias. El juego ha crecido de manera exponencial en los últimos años, lo que aspira muchos de los recursos de los pampeanos. La quiniela, en este sentido, representará un ingreso de 500 millones de pesos para el Estado provincial, a los que hay que sumarles otros 177 millones de pesos en otros juegos de azar.
Con todo lo que eso representa en masa dineraria, la quiniela es apenas una parte de lo que se gasta en el juego. De hecho, el casino ubicado en Santa Rosa, una creación de los años noventa, moviliza cientos de millones de pesos en apuestas, abarcando su actividad una gran zona de influencia que lleva a muchos habitantes de la provincia a recorrer más de cien kilómetros para jugar en sus mesas y máquinas tragamonedas. Por otra parte, la aparición de las jugadas on line, una actividad en crecimiento en Internet sobre la que no se puede contabilizar con certeza el monto de sus apuestas, también va en ese sentido. El informe publicado sobre el juego oficial en este diario hace unos días dio cuenta además de la quiniela clandestina, la que se estima mueve la mitad de los dineros de la legal en la provincia, o sea unos 250 millones de pesos.
En ese sentido, como dijimos al comienzo, el juego se ha convertido en La Pampa, aunque no tenga la afluencia de otros centros urbanos y turísticos, en una industria. Solo que aspira los dineros de los pampeanos sin dejar mucho a cambio.
Retribución necesaria
Los vecinos del barrio 26 de Septiembre de esta capital, cansados de la falta de atención, decidieron manifestarse para hacerse oír por las autoridades municipales. Y lo hicieron en el Concejo Deliberante en lo que se denomina la "banca del vecino", una creación de ese cuerpo para escuchar propuestas, proyectos y reclamos de los habitantes de la ciudad. Los integrantes de esa barriada se juntaron en un consorcio y hace tres años terminaron de pagar una obra necesaria para esa zona, como es la del agua potable y desagüe cloacal. En un amargo relato, el encargado de dar cuenta de la inquietud vecinal afirmó que "se consume agua que está contaminada. Además las napas están altas".
Desde el municipio, las autoridades habían incluido las obras de infraestructura en los presupuestos de los años 2013 y 2014, pero nunca las habían ejecutado. De hecho, también están consideradas para ser realizadas durante el período actual.
Es llamativo, y hasta preocupante, que vecinos que pagaron para que desde el Estado municipal se mejore su calidad de vida con obras que les son indispensables, no sean tenidos en cuenta. Sobre todo cuando se juntaron solidariamente, si se quiere, para concretar esa iniciativa, y en tiempos donde la cooperación no es un valor muy considerado ni cultivado.
Esto contrasta con muchos casos donde la prebenda está a la orden del día. Con ejemplos que van desde aquellos que no pagan las cuotas de sus viviendas sociales cuando la mensualidad no llega a los cien pesos hasta los que no abonan los servicios municipales.
El gobierno debería estar atento a retribuir, y atender, de la misma manera a estos ciudadanos que no solo se han reunido para mejorar sus vidas en particular sino también al barrio y la ciudad en general, pagándolo desde su propio bolsillo.
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