Discriminación
Las quejas que presentaron familiares de detenidos en la Unidad Penitenciaria 4 nos vuelve a colocar frente a un muy viejo problema: el maltrato tanto adentro como afuera de los muros en las cárceles argentinas. Esta vez no se trata de un caso aislado ni de un número menor de presentaciones sino de varias decenas de denuncias que mencionan atropellos contra quienes acuden a aquella unidad carcelaria a visitar a sus familiares privados de la libertad.
Las quejas fueron elevadas ante el Juzgado Federal y la Secretaría de Derechos Humanos de la provincia, por lo cual es de esperar que las autoridades nacionales y provinciales competentes se involucren y estos actos de prepotencia en la llamada Colonia Penal cesen sin demora.
No es una situación fácil la que atraviesan los familiares de un preso aunque buena parte de la sociedad se muestre indiferente ante ese problema. El estigma social es solo una de las cargas que deben sobrellevar. De ahí que aumentar gratuitamente el sufrimiento, como si en ese acto se buscara intensificar todavía más el "castigo" a quien ya está privado de su libertad, aparece como una distorsión inaceptable de las funciones que debe cumplir el personal del Servicio Penitenciario Federal.
Sin embargo esta situación se vuelve más injusta todavía cuando los allegados a los presos comunes observan qué distinto trato le dispensan a los familiares de los condenados por delitos -mucho más graves- cometidos durante la última dictadura militar. De acuerdo a la denuncia hasta un vehículo se ha puesto a disposición de estos últimos para trasladarlos en el gran predio interno de la Unidad Penitenciaria, servicio que no se brinda a los primeros.
Esta injusta diferencia en el trato hacia unos y otros visitantes a la Colonia Penal no debe continuar porque nuestra Constitución suprime los privilegios y ampara la igualdad ante la ley. Las autoridades locales y nacionales no pueden seguir mirando para otro lado.
Mentirosos seriales
Los pronósticos de las consultoras económicas suelen ser estrepitosamente erróneos, aunque la complicidad de los grandes medios de comunicación, que guardan la misma devoción por la ortodoxia fondomonetarista, los salva del ridículo al no chequear sus vaticinios con los resultados finales.
En estos días por la prensa no oficialista se pudieron conocer varios de esos yerros que dejan al descubierto el gran fraude que cometen los denominados "gurúes de la city". Media docena de los más conocidos estudios económicos pronosticó, a comienzos de 2015, que el PBI -el valor total de bienes y servicios producidos en el país- de ese año iba a caer varios puntos porcentuales. Recordemos que ése fue un año electoral y gobernaba el kirchnerismo. El resultado fue muy distinto: el PBI creció ese año 2,65%.
En 2016 -primer año del macrismo- el "error" cometido fue en sentido opuesto: vaticinaron que el PBI iba a crecer porque descontaron que en el "segundo semestre" el país "despegaría" y, en cambio, hubo recesión y caída de ese indicador: -2,5%.
Semejantes papelones no avergüenzan a estos consultores de presencia permanente en los programas económicos de la TV oficialista -todos los canales a excepción de dos: C5N y CN23- en donde sin pudor pretenden dar cátedra de economía ante las preguntas complacientes de los conductores.
Es evidente que dista muchísimo de ser "ciencia" lo que practican estos charlatanes y en cambio lo que realizan son operaciones sobre los mercados para generar "climas" favorables a determinadas políticas y gobiernos. Su afinidad con la ortodoxia neoliberal está fuera de toda duda y se pone de manifiesto en cada palabra y dato que arrojan al aire. Sus sucesivos "errores" en contra del kirchnerismo y en favor del macrismo no han sido otra cosa que jugadas del establishment económico-financiero para favorecer al nuevo gobierno aliado y hostigar al anterior.
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