Aquel libro de Ramos y la prepotencia de Clarín
El periodista Julio Ramos supo advertir, hace tres décadas, acerca de cómo opera el Grupo Clarín sobre los gobiernos para obtener ventajas, hacer grandes negocios y pasar por sobre la ley.
SERGIO SANTESTEBAN
Nunca, en la historia de Santa Rosa, se había visto un proceder siquiera parecido al que está desplegando el Grupo Clarín por estas semanas. Nunca se había presenciado un desafío tan abierto y frontal contra el Estado como el que esta mega-empresa está llevando adelante con obras en el espacio público que no han sido aprobadas por el organismo competente, en este caso la Municipalidad. Las normas que regulan la convivencia civil y económica de una comunidad como la nuestra nunca habían sido avasalladas de forma tan insolente por una empresa que parece empeñada en hacer gala de su enorme poder ante los pampeanos como lo ha hecho infinidad de veces y desde hace muchos años en el ámbito nacional.
No le bastó con adquirir las dos empresas locales que prestaban el servicio de TV por cable hace varios lustros en la ciudad (y unificarlas bajo el nombre de Cablevisión) e imponer un cuadro tarifario que, un tiempo después, cuando la CPE santarroseña comenzó a brindar el mismo servicio a un precio muy inferior, permitió constatar que el monto que aplicaba el grupo porteño era muy oneroso para los vecinos.
Aquel libro.
El periodista Julio Ramos, fundador del diario Ambito Financiero y fallecido en el año 2006, escribió un libro que hoy vendría bien revisitar para conocer un poco mejor ante qué especie de corporación empresaria están peleando la Municipalidad y la CPE, que es como decir los santarroseños en su conjunto. Y no es por mero deporte sino por hacer cumplir las normativas que regulan la vida en comunidad, tanto en lo que concierne a las personas como a las empresas.
En ese libro, editado en 1993 bajo el título “Los cerrojos a la prensa”, Ramos, que como periodista había trabajado muchos años en el diario Clarín, entre otros medios gráficos, describió las operaciones y maniobras que posibilitaron a los propietarios de ese periódico convertirse en poco tiempo en la mayor corporación de medios del país. Con abundancia de datos y fuentes, relata desde el apoderamiento de Papel Prensa (junto a La Nación y La Razón) bajo la última dictadura cívico-militar, la subrepticia captura accionaria de Radio Mitre en los años de Raúl Alfonsín y, ya con Carlos Menem en el gobierno, la amañada licitación con la que consiguió apoderarse de Canal 13 a precio irrisorio, el gran negocio de la televisación privada del fútbol y, con esta poderosa arma, la ofensiva que lo llevó a tener bajo su órbita a la mayoría de los canales de TV por cable de todo el interior del país.
Desprecio por la ley.
En la página 261 del libro Ramos se refiere a la impunidad del grupo empresario para avanzar en la incorporación de nuevas empresas y actividades, incluso de las expresamente prohibidas por la ley entonces vigente, sin resistencia por parte del poder político. Dice el periodista: “El acceso clandestino a la radio (Mitre) marcó la tentación de armar un gran monopolio. Reveló también el desprecio con que se mueve el Grupo frente a las leyes en vigencia y la seguridad que logrará que se las modifiquen en su provecho y según su voluntad. Restaron tres años hasta que Clarín también logró modificar la Ley de Radiodifusión. Durante un lapso tan prolongado todo el mundo profesional, político, periodístico y oficial sabía que Radio Mitre era del Grupo Clarín y que expresamente la ley se lo prohibía. Nadie hizo nada. Ningún funcionario cumplió su obligación de denunciar el incumplimiento de normas legales vigentes. (...) Al país le tocó aprender qué acechanza le representaba a la población el conglomerado de medios de la familia Noble. Hubo que esperar que la avidez del monopolio se lanzara también sobre la televisación de algo tan popular como el fútbol para que millones de personas resultaran heridas. Fue un largo camino sobrellevando el desprecio por lo legal y la soberbia, la desaparición de medios y la caída del nivel y calidad de la información de prensa”.
Con subsidios.
En otra parte del libro Ramos habla del generoso subsidio a la energía eléctrica que le otorgó la dictadura para la planta fabril de Papel Prensa. Con la llegada de la democracia, en 1983, ese subsidio debió ser asumido por la Provincia de Buenos Aires, pues en su territorio estaban las instalaciones. El entonces gobernador, el radical Carlos Armendariz, cortó el subsidio y mereció la inmediata represalia de Clarín: silencio absoluto sobre el mandatario y su gestión. Su figura desapareció de las páginas del diario. Pero hay más, en 1984, Clarín presentó una medida cautelar que fue diligentemente admitida por la Cámara Nacional en lo Contencioso Administrativo, por lo cual continuó recibiendo el beneficio del Estado. “Con la nuestra”, diríamos hoy. “Para esa época ya era evidente que Clarín desafiaba a los gobiernos democráticos tras haber usufructuado a su antojo a los militares”, señala Ramos.
Lo demás es historia reciente y más conocida. El salvataje económico disfrazado con la Ley de Bienes Culturales, bajo el gobierno de Eduardo Duhalde; la fusión de Cablevisión y Multicanal, monopolio autorizado por Néstor Kirchner; la adquisición de Telecom en tiempos de Macri y, recientemente, de Telefónica, todavía pendiente de aprobación por parte del gobierno de Javier Milei y razón por la cual el Grupo se encuentra flojo de papeles para ampliar las redes en Santa Rosa.
El lobby local.
En esta pelea desigual frente a la prepotencia corporativa, el poder disciplinador del Grupo Clarín quedó evidenciado con el lastimoso apoyo manifestado por un diputado del PJ y la viceintendenta santarroseña, ambos dirigentes del gremio telefónico. Enarbolando la bandera de la innovación tecnológica y la competencia se han convertido en virtuales representantes de la empresa en nuestro medio. Deberían leer este libro y tantos otros que ponen en evidencia que las grandes corporaciones económicas no compiten de igual a igual; al contrario, son expertas en “convencer” a dirigentes y gobernantes para obtener ventajas que nunca obtienen sus adversarios. Y una vez instalados, convertirse en monopolios en su exclusivo provecho y pulverizando toda competencia.
Artículos relacionados
