Jueves 22 de mayo 2025

Degradación política en discursos electorales

Redacción 05/11/2021 - 01.21.hs

Dirigentes opositores asombran día tras día con sus mensajes en pleno proceso electoral. En vez de sumar al debate democrático con ideas y propuestas, lo único que hacen con sus discursos es desalentar la participación electoral sembrando dudas y sospechas.

 

Las pruebas las están aportando los políticos que ahora llegan a La Pampa para sumarse a la denominada "madre de todas las batallas" por los votos del 14 de noviembre.

 

Entre otros, se destacó el mensaje de un histórico dirigente radical, proveniente de la raíz alfonsinista y activo participante de los primeros años de la recuperación democrática, allá por 1983. Pero, para sorpresa de propios y extraños, el hombre eligió centrar sus declaraciones en posibles conspiraciones sobre el nuevo proceso electoral, hablando de un posible fraude en la provincia y en el país. Y no contento con eso, pidió a los electores de la oposición que "a la boleta se la tienen que comer", por lo que sugirió que "tomen un calmante, se tapen la nariz y voten la boleta de Juntos por el Cambio, porque en esta elección nos jugamos la democracia, la república y las libertades".

 

El consejo, sin dudas, deja mucho que desear: se supone que un dirigente de su experiencia primero debería alentar al voto sin sembrar sospechas y luego instar al electorado a votar con libertad y por la mejor opción, sin tener que adoptar ninguna medida extrema como las sugeridas. Obviamente, esas declaraciones motivaron el repudio por "agitar el fantasma del fraude electoral", considerándolo como "una falta de respeto a todas y todos los pampeanos".

 

Pero este dirigente radical que azuzó la cuestión del fraude consideró además, sin ponerse colorado, que "la contradicción fundamental nos enfrenta a los corruptos, fundamentalistas y neoliberales". En realidad, la verdadera contradicción pareciera ser que primero sospecha del nuevo proceso electoral, a continuación pide el voto para la oposición y más adelante ubica al neoliberalismo en otro lugar, cuando está más que claro que quienes defienden esos intereses forman parte de la alianza que integra su centenario partido.

 

No se trata del único caso, apenas de una muestra.

 

En la misma jornada del último miércoles el ex presidente que también integra esa coalición no tuvo mejor idea que agredir a un periodista y arrebatarle su micrófono nada más que porque pertenece a un canal de noticias que no expresa precisamente lo que al dirigente le agrada. Es decir, el político que dice respetar al periodismo no cumple con lo que declama.

 

Es otra degradación del mensaje en democracia, en este caso trasladando el dicho directamente al hecho.

 

En uno y otro caso, son verdaderas contradicciones que se observan en plena democracia.

 

Cuesta entender que pasados los años de tantos procesos electorales, el discurso termine tan degradado y que sean los propios dirigentes los que se encarguen de llevar el debate a tan bajo nivel, tanto que terminan generando los propios anticuerpos de los repudios de los dirigentes de otros partidos, en este caso más preocupados por defender los intereses del pueblo ante un nuevo embate del neoliberalismo. Por eso son los representantes de esta idea los que van más allá y hasta se animan a agitar ese fantasma del fraude y las conspiraciones, para seguir embarrando la cancha y sembrando dudas en caso de sufrir una derrota en las cercanas elecciones del 14 de noviembre.

 

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