Dos casos olvidados
El tiempo, según el saber popular y, a veces, también el científico, cura todos los males. Y esa cura en buena parte se produce a través de la postergación, del olvido. La realidad argentina, que tiene tantos y tan grandes motivos para olvidar, ya está afectada nuevamente por esas condiciones, al menos por un par de ellas.
Identificarlas no parece difícil si se siguen las noticias periodísticas, o mejor: si se ignoran las pocas que ya tienen a los personajes como protagonistas. Se trata en principio de la prisión de Milagro Sala quien, al momento de publicarse estas líneas anda por los 3.200 días de cautiverio. Semejante tiempo prisionera, injusta a todas luces, ha sido el castigo por desafiar el poder desde una plataforma de luchas populares. Jujuy, donde ocurre el cautiverio, ya se sabe que es una provincia de formas políticas tradicionales, donde la democracia tiene sus límites.
Ya son más de ocho años que esta mujer está en algo así como una prisión domiciliaria, un lapso como para recordar a la ciudadanía de la provincia a lo que se expone si adopta contrariar al oficialismo.
Pero volviendo al comienzo de esta nota: ¿Qué quedó de aquellos títulos y cuestionamientos periodísticos que más de un año atrás motivaban buena parte de la opinión pública del país, y que obligaran al gobernador jujeño a ajustar sus redes internas con jueces y legisladores?
El otro ejemplo de lo dicho es el caso de Loan Peña, el niño correntino de cuya misteriosa desaparición se van a cumplir cinco meses. También en este caso, mucho más conmovedor si se quiere, campeó un olvido paulatino, cargado de insinuaciones y sospechas nunca confirmadas. Un intríngulis de familiares, abogados, altas autoridades policiales, testigos, funcionarios judiciales y del Poder ejecutivo provincial fueron tejiendo una maraña de inseguridades que epilogaron en una terrible frustración: nadie sabe nada acerca de la desaparición de un niño de cuatro años mientras que sí se barajan sus posibles y horrorosos destinos, algunos cercanos al entorno familiar, lo que abre las especulaciones en muchos sentidos. El suceso –como recordará el lector- mereció en sus inicios el traslado a la propia población donde ocurrió el hecho de los grandes medios capitalinos a través de corresponsales que habilitaban verdades y fantasías, entre ellas algunas inquietantes referencias vecinales de casos similares. Después de algunas semanas, la noticia se fue desgastando por la falta de hechos concretos y terminó perdiendo interés hasta contar con escaso eco en radio, diarios y televisión.
Es de hacer notar que, en su momento, tuvo un costado de interés político, inexplicable tal vez; va desde una noticia falsa acerca de la aparición del pequeño suministrada nada menos que por el gobernador de la provincia hasta la no recepción del Presidente a los padres del niño perdido. En el medio, se registró la desubicada visita de la ministra de Seguridad de la Nación con las insólitas y lamentables declaraciones que le son habituales.
Mientras tanto en la sociedad argentina, junto con un justificado temor, sigue latiendo una pregunta: ¿dónde está Loan?
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