La devaluación ya está entre nosotros
Mientras se especula con una nueva devaluación del peso, lo que ya se devaluó definitivamente es la palabra. ¿Quién va a seguir creyendo en lo que dicen funcionarios, legisladores y jueces?
¿Quién le va a creer a un juez como García Mansilla, que dijo una cosa y después hizo otra? Cuando fue al Senado para ser consultado acerca de su pliego aseguró que sin aval del Congreso ningún ministro podría asumir en la Corte Suprema de Justicia. Tiempo después, hizo lo contrario: el presidente lo designó a través de un DNU (Decreto de Necesidad y Urgencia) y el hombre asumió sin ponerse colorado, tal vez especulando con un futuro visto bueno parlamentario. El rechazo del último jueves abre nuevos interrogantes: ¿Seguirá en el cargo, aferrado a una endeble tarea “en comisión”? ¿Tiene “autoridad moral” para firmar un fallo del más alto tribunal con el rechazo del Poder Legislativo sobre sus espaldas?
Los antecedentes no ayudan.
Desde la asunción del gobierno libertario, los antecedentes no ayudan demasiado a nuestra dirigencia. Numerosos peronistas y radicales han defraudado a sus electores y también a las conducciones de sus partidos. Allí están los legisladores nacionales de Unión por la Patria de provincias norteñas que se han escindido de sus agrupaciones para formar mini-bloques y defraudar a su electorado. También hay macristas y mileístas, algunos con más tradición en el arte de darse vuelta en el aire cual panqueque artesanal.
Lo del radicalismo es más llamativo para el análisis político, porque sus principios han sido traicionados una y otra vez, desde que un sector de la UCR resolvió aliarse a la derecha con el solo objetivo de enfrentar al peronismo a como diera lugar. Fue así como fueron arriando banderas alfonsinistas y terminaron avalando decisiones que van en contra de los intereses nacionales y
populares.
Ejemplo pampeano.
Otro caso de devaluación de la palabra, vinculado al de García Mansilla, nos toca más de cerca. Resulta que el senador pampeano Daniel Kroneberger aseguró públicamente el miércoles pasado que daría quórum para tratar los pliegos del mencionado García Mansilla y de su propuesto futuro compañero cortesano Ariel Lijo. Pero resulta que a la hora de sentarse anduvo a las vueltas y recién se presentó en su banca luego de que otros legisladores dieran el número mínimo necesario para sesionar. Más tarde quiso salvar su situación con tecnicismos de trámites legislativos vinculados con plazos de horarios que no hicieron más que dejar más dudas sobre la cuestión. ¿Si ya se había comprometido, por qué no se sentó desde temprano para que todos supieran de su decisión?
Todas las crónicas de quienes siguieron la sesión minuto a minuto dicen que está en la lista de los que no dieron quórum, cuando 24 horas antes había dicho lo contrario. Imposible desmentir a tanta gente.
Una pequeña muestra.
“Para muestra alcanza con un botón”, reza un viejo dicho popular. Y para el caso tenemos a mano al ya aludido senador pampeano, quien hace unos meses debió soportar una sonora reprimenda pública. Fue durante un abrazo simbólico en defensa del Banco de la Nación Argentina, siempre bajo la amenaza de la motosierra privatizadora cuando la ultraderecha está en el poder en Argentina. Y fue Lucy de Cornelís, histórica referente de las Mujeres Agropecuarias en Lucha, la que abordó al legislador en plena concentración para reprenderlo. “¿Cómo podés traicionar a tus compatriotas?”, le recriminó, luego de que el radical diera aval con su voto al DNU de la Ley Bases que habilitó al presidente Milei a manejar las cuentas nacionales a su antojo, con recortes a las provincias, a la salud, a la educación, a la obra pública y a los jubilados. Cualquier político que hizo campaña diciendo que defendería a La Pampa y a sus habitantes quedaría en una situación incómoda. Y no fue el único: hay otros políticos que ya no se sabe si son macristas o mileístas. Y también terminaron pasando malos momentos a la hora de retornar a la provincia tras votar en contra de la ampliación de fondos para las universidades. Solo queda claro que llegaron a sus cargos diciendo que serían férreos defensores de las causas pampeanas y hasta ahora han hecho todo lo contrario. No alcanzaría un solo texto para compendiar todos sus desaciertos. Por eso la alusión al “botón de muestra”, que tal vez sea el ejemplo más claro de esta época que nos toca vivir.
Depreciación constante.
Es así como parece que terminamos acostumbrándonos a convivir con periódicas devaluaciones. Todos los días nos levantamos escuchando que en cualquier momento se viene una depreciación de nuestra moneda, pero lo más grave es que ya está devaluada la palabra de nuestros dirigentes, encabezados por un presidente que viola los mandatos constitucionales y ni siquiera defiende la soberanía de nuestras Islas Malvinas. En definitiva, nos terminamos yendo a dormir pensando que lo primero que estamos necesitando es que se vuelva a apreciar el valor de la palabra.
Con este panorama, ¿qué podemos esperar de nuestro futuro? Que aparezca alguien en quien volver a creer. Alguien que nos diga que va a defender a su pueblo y que luego lo cumpla. Alguien que no traicione a su idea. Sería una forma de evitar que la palabra de la mayoría de nuestra dirigencia se siga devaluando.
DANIEL ESPOSITO
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