Lunes 30 de junio 2025

¿Qué festeja el presidente?

Redacción 11/12/2024 - 00.56.hs

En su primer año de gestión, Javier Milei celebra supuestos “logros” alcanzados. Pero los números no mienten: creció la pobreza, el desempleo y cayó el poder adquisitivo de salarios y jubilaciones.

 

IRINA SANTESTEBAN

 

Un sabio refrán reza: “Dime de lo que presumes y te diré de lo que careces”. El presidente seguramente no lo conoce y tampoco lo practica, y aunque al cierre de esta nota todavía no había pronunciado por cadena nacional el discurso de balance de su primer año de gestión, se sabe que ponderará los resultados obtenidos.

 

Prensa “amiga”.

 

En estos días, los medios de prensa que apoyan al gobierno han destacado el cumplimiento de sus promesas electorales, a un año del inicio de su gestión. El diario Infobae, con la pluma de Alfredo Romano, pondera “el gran logro” del gobierno de LLA: haber revertido el déficit fiscal primario de un 2,6 por ciento del PIB en un superávit del 2 por ciento hasta octubre de 2024. Destaca el ajuste fiscal como “el más significativo de los últimos 40 años”, y concluye que “el camino hacia la estabilidad está lleno de desafíos, pero los primeros logros del gobierno de Milei son señales alentadoras de un posible cambio estructural en la Argentina. Su compromiso con la disciplina fiscal y monetaria y el ambicioso proceso de desregulación en marcha pueden marcar el inicio de una nueva era para el país”. Muy parecido a los elogios de Clarín y La Nación, a las medidas de Martínez de Hoz durante la dictadura militar.

 

En el mismo tono, el periodista Esteban Lafuente en La Nación destaca el superávit fiscal, la inflación a la baja y una “heterogénea recuperación económica”, aunque también reconoce el “fuerte ajuste”, que recayó principalmente en jubilaciones y pensiones, obra pública y giros a las provincias.

 

Superávit.

 

El superávit fiscal es el caballito de batalla de Milei y del coro de economistas neoliberales y defensores del mercado, que lo apoyan a ultranza. Se logró reduciendo el déficit con el “ajuste más grande de la historia” que aplicó el gobierno y que tuvo claros ganadores y perdedores.

 

Para explicarlo sencillamente, si un Estado deja de “gastar”, es lógico que al final del año, le “sobre” plata. El tema es qué criterio sigue al recortar gastos.

 

Ese ajuste recayó sobre las prestaciones sociales (jubilaciones, pensiones, programas sociales, asignaciones familiares), con un recorte del 20 por ciento; sobre la obra pública y las transferencias a las provincias (un 76 por ciento cada uno) y gastos de personal (30.000 despidos en el Estado, con la amenaza de llegar a 75.000 a fin de año).

 

¿Son buenas noticias? ¿Hay que celebrar, como lo hace el presidente, que esa sea la explicación del gran “logro” del superávit fiscal, basado en el recorte que afecta a millones de compatriotas? Claro que no.

 

Inflación.

 

El otro “triunfo” que pretende exhibir el presidente es la baja de la inflación, que en el primer mes de su gobierno (diciembre de 2023) trepó al 25 por ciento. Y el mes siguiente (enero de 2024) “bajó” al 20 por ciento. Habiendo llegado a esos topes, con una inflación anual en 2023 del 211 por ciento, jactarse ahora de haber llegado a un 2,7 en octubre, la más baja desde 2021, no debería ser motivo de tanto jolgorio. La interanual de octubre 2023 a octubre 2024, es del 193%. ¿Eso festejan?

 

Esa baja se explica en parte por la estrepitosa caída del consumo, en productos otrora populares como la carne, los lácteos, los panificados, la yerba, etc. Aún así, diciembre muestra alzas como la carne que recientemente tuvo aumentos cercanos al 20 por ciento.

 

La casta.

 

Tanto en la campaña electoral de 2023, como en el debate pre-balotaje, Milei prometió que el ajuste lo iba a pagar “la casta”, refiriéndose con ese término a la dirigencia política.

 

Sin embargo, a un año de su gestión, su relación con esa casta fue más que fructífera, ya que le permitió, sin tener mayorías legislativas, aprobar la Ley Bases, bastante devaluada en su contenido respecto de la original. Y cuando no pudo recurrir a la “oposición amigable” o no le dieron los números, como con la ley de aumento de las jubilaciones y de financiamiento de las Universidades Nacionales, directamente vetó esas leyes.

 

En política entonces, su balance fue bastante pobre, ya que de 26 proyectos de ley presentados, solo pudo aprobar tres.

 

En realidad, como lo venimos diciendo en esta columna, la casta eran los jubilados, los trabajadores, los científicos, las mujeres y diversidades, las comunidades originarias, los inquilinos, y casi todo el pueblo argentino que hoy la está pasando mal, muy mal. La pobreza alcanza hoy al 52% de la población y en las infancias supera el 60%.

 

Ingresos destruidos.

 

El discurso exitista del gobierno se da de bruces con la realidad, sobre todo cuando analizamos la evolución del empleo, de los salarios y las jubilaciones.

 

Según datos de la Superintendencia de Riesgos del Trabajo (SRT), desde noviembre de 2023 hasta agosto de 2024, se perdieron más de 261.000 puestos de trabajo registrados. En cuanto a los empleos no registrados, que no tienen medición, se calcula en el doble o triple de ese número.

 

El poder adquisitivo de los salarios, según la medición efectuada por el Centro de Política Económica Argentina (CEPA), perdió en el sector privado registrado un -9,1%; en el sector público -22,5% y en el privado no registrado -27,2%. El promedio resulta una pérdida de -16,7% respecto a noviembre de 2023.

 

En cuanto a las jubilaciones y pensiones, aunque se cambió la fórmula de actualización, estos haberes también han perdido con la inflación, y por ello el Congreso había aprobado la ley 27.756, que Milei vetó. Incluía una cláusula gatillo y una módica recomposición por única vez de 7,2% para todos los haberes (para alcanzar el 20,6% de la inflación de enero). Además, el bono de 70.000 pesos no se actualizó, pues de haberlo hecho en la misma proporción de la inflación, este debiera ser en diciembre de $135.140.

 

Estos números no forman parte del festejo oficial, pero están, no son un invento. Aunque el presidente haya brindado ayer en la Sociedad Rural y en la Casa Rosada, el pueblo, en la calle, no tiene motivos para festejar.

 

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