Martes 06 de mayo 2025

Que la historia no se repita

Redacción 09/03/2025 - 00.15.hs

El próximo 23 de julio se cumplirán 90 años del asesinato de Enzo Bordabehere, senador electo para representar a Santa Fe por el partido Demócrata Progresista en reemplazo del fallecido Francisco Correa. El crimen ocurrió en pleno recinto del Senado, mientras Lisandro de la Torre, mentor y jefe político de Bordabehere, denunciaba un negociado en el comercio de carnes. Eran los años del gobierno del general Agustín P. Justo, surgido por el fraude y la proscripción del Yrigoyenismo, tras el golpe de 1930.

 

La crisis mundial detonada por el crack de 1929 y las medidas proteccionistas adoptadas por Gran Bretaña habían obligado al gobierno a firmar el pacto Roca-Runciman, asegurando el ingreso de las carnes argentinas al mercado británico a cambio de concesiones onerosas para nuestro país.

 

El debate llevaba varios días, en los que los ministros de Agricultura y Ganadería, Luis F. Duhau, y de Hacienda, Federico Pinedo, intentaron refutar las acusaciones, mientras eran alentados por una barra ocupada por público llevado por el oficialismo. Pero las pruebas de la evasión y los sobornos, los libros contables encontrados en un barco inglés ocultos en cajas de carne procesada, eran contundentes.

 

En un momento del acalorado debate, Pinedo provocó a De la Torre, quien se levantó de su banca y se dirigió hacia los dos ministros. Duhau lo empujó haciéndolo caer, y entonces Bordabehere intentó ayudarlo. Fue ahí cuando Ramón Valdés Cora, un ex comisario que era guardaespaldas de Duhau, le disparó dos veces por la espalda, y cuando Bordabehere se dio vuelta, lo hirió en el pecho. Trasladado al hospital Ramos Mejía, falleció antes de llegar.

 

Vínculo y condenado.

 

El matón intentó escapar pero fue retenido por el senador Alfredo Palacios. El ministro Duhau, interrogado luego por el juez y por una comisión especial, negó conocerlo, pero era imposible ignorar el vínculo por las visitas a su residencia. Un secretario del ministro adujo que Valdés disparó porque Bordabehere estaba armado, algo absurdo. Condenado a 20 años de prisión, Valdés recuperó la libertad en 1953 y murió al poco tiempo sin revelar quienes fueron sus cómplices e instigadores. Po eso De la Torre dijo, “Tenemos al matador. Pero no a los asesinos”; abrumado y agotado por la apatía y el silencio de sus colegas, se suicidó en 1939.

 

El 6 de agosto, cuando el Senado volvió a sesionar, el vicepresidente Julio A. Roca (hijo del general homónimo) señaló que “la sala de sesiones del Senado ha sido profanada por la mano criminal de un insensato, que ha manchado con sangre los estrados del más alto tribunal de la República”, y pidió retornar a “la serenidad y a la mesura, la senatorial courtesy, esenciales para el acierto y el prestigio de sus sesiones”.

 

Una anécdota al pasar. Cuando al año siguiente del asesinato, el presidente norteamericano Franklin Delano Roosevelt visitaba la Argentina, Liborio, hijo mayor del Presidente Justo, le gritó “¡Abajo el imperialismo yanki!” en medio de la recepción en el Parlamento. Detenido de inmediato, por intercesión de un amigo de su padre fue desterrado a La Pampa por un mes, donde escribió “Prontuario”.

 

Casi 90 años.

 

Han pasado casi 90 años y no se ha vuelto a producir un hecho semejante, fuera del fallido intento contra Cristina Fernández (que no tuvo lugar en el Parlamento, por cierto). Pero últimamente hay indicios de una conducta cada vez menos tolerante hacia sus críticos del gobierno actual, lo que crea un ambiente propicio para eventos de esta naturaleza. El 1º de marzo, al inaugurar el período de sesiones ordinarias, el Poder Ejecutivo tomó el control de la seguridad en el Parlamento, desplazando a los periodistas y fotógrafos de sus lugares habituales y llenando los palcos con adictos. Además de las chicanas y aplausos acostumbrados, se pudo ver a legisladores y funcionarios oficialistas asentir como barrabravas a dichos del Presidente. Pero lo más grave fue un intento de agresión a un legislador opositor por parte de un poderoso funcionario que revista como asesor, y de su guardaespaldas. Que la historia no se repita.

 

Francisco J. Babinec (Centro Pampeano de Estudios Sociales y Políticos)

 

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