Viernes 03 de mayo 2024

Renovación eclesiástica

Redacción 03/01/2024 - 00.18.hs

El farragoso noticiero de los últimos días, tanto de informaciones del país como internacionales, por cierto que dolorosas la mayoría de ellas, disimuló lo que con otras circunstancias hubiera conmocionado a buena parte de la humanidad.

 

Es que el Papa Francisco, que de él se trata, ya innegablemente embarcado en un proceso de reformas en la Iglesia Católica, al estilo del Concilio Vaticano II, de sesenta años atrás se pronunció sobre un tema que le escuece particularmente a la iglesia, muy especialmente por la difusión que ha tomado y por lo que le concierne a la institución. Para decirlo claramente: aunque sigue oponiéndose a las uniones homosexuales, el Vaticano ha autorizado la bendición para con parejas del mismo sexo. La medida, aunque “nunca se realizará al mismo tiempo que los ritos civiles de unión, ni tampoco en conexión con ellos”, según reza el documento respectivo, se suma a una renovación eclesiástica que sacude a los tradicionalistas. Recuérdese además que ha sido bajo el pontificado de Francisco que la Iglesia ha destapado el muy serio problema de los sacerdotes pedófilos, sancionándolos y haciendo público un tema antes oculto..

 

Es indudable que Bergolio, a sus 87 años, ha sacudido los muros de la Iglesia al inmiscuirse y opinar sobre los problemas mundiales, ejerciendo una suerte de “Iglesia abierta” al considerar asuntos tales como los conflictos en el mundo, la mirada desde los pobres y las cuestiones ambientales, para más meditándolos desde una perspectiva latinoamericana. Su audacia y sentido de la renovación hizo que emprendiera también una reforma de las finanzas vaticanas, lo que lo ha llevado a enfrentarse con la Curia vaticana, un albergue de los obispos más conservadores. En la misma tesitura y para consternación del mundo, Francisco no evade las críticas directas al sistema capitalista y a las formas de poder en la sociedad actual. De hecho, las críticas al presidente Milei, aunque indirectas, han sido claras y muy fuertes.

 

En lo que hace a la relación de la mujer con la Iglesia, especialmente a la creación de un sacerdocio femenino –un tema que se ha venido incrementando en el último medio siglo- si bien se objeta que los avances en la Iglesia resultan todavía insuficientes, lo mismo que en el espinoso tema de la comunidad LGTBQ, el Papa ha tenido gestos de consideración desconocidos hasta hoy en la Iglesia.

 

Tanta renovación ha tenido su contraparte, y por cierto que nada menor, porque al margen de algún sector de la feligresía, “los ultraconservadores no esconden su irritación por los contenidos y el estilo de Francisco y han desafiado públicamente la autoridad del Papa. Sin arredrarse, Bergoglio les hizo frente y, valga como ejemplo, privó de su cargo al cardenal retirado estadounidense Raymond Burke, uno de los líderes de la ofensiva conservadora y crítico acérrimo de su gestión, quitándole su salario y desalojándolo de la residencia que tenía en Roma”, nada menos. Las evidencias indican que el núcleo más conservador es el episcopado católico de los Estados Unidos.

 

Más allá de las creencias, parece indudable que Bergoglio ha postulado realmente una iglesia nueva en cuanto a su relación con la sociedad moderna, cada vez más compleja.

 

Curiosamente, una antigua y desdibujada tradición popular postulaba que ningún jesuita –orden a la que pertenece Francisco- debía acceder al papado.

 

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