Viernes 26 de abril 2024

Resistencia interna

Redacción 29/01/2024 - 00.15.hs

No se sabe si el pueblo judío avala o no -las noticias no son claras al respecto- la masacre que están llevando a cabo sus connacionales contra los palestinos, secuela de una larga lucha que comenzó cien años atrás con la dominación británica primero y la creación del Estado de Israel después. Es penoso que las gentes cuyos padres -sus abuelos en muchos casos- debieron sufrir la Soha a manos de los nazis, estén avalando de algún modo las mismas barbaridades inhumanas que sufrieron ellos.

 

Para más, hay dos hechos potenciales que se asoman en el horizonte político del cercano Oriente: uno es el odio indudable que Israel, con sus posturas intransigentes con respecto a los palestinos, está ganando por parte de los pueblos de origen y cultura árabe, que le aseguran un futuro de permanente inquietud. El otro, la reciente y asombrosa declaración de un alto funcionario de la OTAN, quien dijo que los europeos deben prepararse para una guerra con Rusia. De concretarse esta última posibilidad y con la tecnología militar actual, Israel pasaría a ser solamente un recuerdo, por más que cuente con un arsenal atómico e integre el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

 

La guerra actual ha postergado en Israel la profunda división social que trajo al gobierno integrantes ultranacionalistas y ultraortodoxos, especialmente en protesta por intentar disminuir la autonomía de la Justicia. Pero también ha generado el surgimiento de un elemento impensado que comienza a hacerse evidente en el complejo panorama del país judío: la resistencia interna. Este movimiento se manifiesta ya no solamente en los cada vez más intensos reclamos de los familiares retenidos como rehenes por Hamas; también por ciudadanos del país que no acuerdan en absoluto con la guerra, y lo dicen.

 

Que se sepa, hasta el momento hay algunos jóvenes que se han negado a formar parte del ejército israelí (donde es obligatorio un servicio militar de tres años) y que además objetan la guerra y el proceder contra los palestinos.

 

El caso paradigmático es el de alguien que cuando fue llamado a las filas militares hizo saber su negativa a empuñar las armas, por más que esa clase de rechazos en Israel no es algo superficial, pero dio una palabra definitiva: “Tomé la decisión cuando me di cuenta de que mi conciencia no me permitía tomar parte en las acciones y en las ideas contra los palestinos. No podía participar en la ocupación ni en un cuerpo que cree que la violencia es la manera de solucionar los problemas”. Sostiene que la historia del conflicto entre israelíes y palestinos le da la razón: la violencia de los últimos 70 años no ha solucionado nada.

 

Su disidencia, que conlleva el peligro de ser un ejemplo para otros jóvenes, fue castigada con arresto en una prisión militar, con la consiguiente disciplina. Pero el castigo no le ha hecho cambiar de opinión; está convencido de que la guerra es absurda y solo provoca un dolor innecesario.

 

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