Tres meses sin respuesta para un horroroso suceso
Lenta, casi imperceptiblemente para quienes no tengan algún interés especial en el caso, el tema de Loan, el niño desaparecido en la provincia de Corrientes, hace ya tres meses se va diluyendo en las noticias de radio y TV y los titulares de los diarios. El hecho de disminuir el interés en los medios incrementa también el misterio frente al suceso y sus características, donde la verdad aparece cada vez más lejana, enredada en aportes cuya dudosa entidad los hace dignos de ser tenidos en cuenta pero también sospechosos.
Desde que las investigaciones llevaron al terreno político el intríngulis en torno a lo ocurrido, paradojalmente es cada vez más confuso: mentiras intrafamiliares, inexplicables declaraciones de altas autoridades provinciales, ineficacia de la justicia provincial, aparición de misteriosas sumas de dinero que no tienen explicación, declaraciones que parecen surgidas de coimas, aparición de indicios y pruebas falsas, detenciones sugestivas, incomprensibles reconocimientos policiales y hasta los ridículos aportes de la ministra de Seguridad, afirmando que se contaría con elementos modernos para ver si el niño fue devorado por algún animal y hasta la incomprensible decisión del Presidente de la República de no recibir a los atribulados padres…
Como broche final a tanta mescolanza llegó la renuncia del abogado defensor, un mediático que hizo varias afirmaciones motivadoras y sugestivas que implicaban tremendas acusaciones, pero sin concretarlas.
En medio de todo hay un pequeño de apenas cinco años que, vivo o muerto, no se sabe dónde está, pero con las más horribles sospechas sobre su desaparición, acaso relacionada con la trata de niños para los fines más horrendos. Esta posibilidad empalma con el descubrimiento de una red de pedófilos con ramificaciones internacionales, entre los que figuraban nada menos que un legislador relacionado con el partido gobernante en Argentina.
Pero acaso hay más y peor, porque este suceso, que todavía conmueve al país, parece haber destapado el recuerdo de varios casos similares en la misma región litoraleña y que también se hundieron en el misterio y que reviven en la memoria popular.
Las hipótesis en torno a la desaparición del niño se multiplican, pero ninguna hasta el momento tiene bases y pruebas para sostenerse como verdadera. Mientras tanto, se afianza en el pueblo una idea que los medios de difusión favorables al gobierno tratan de diluir: ¿cuál es del grado de efectividad de la policía y la justicia argentinas, que en tres meses no han sido capaces de dar una respuesta a un caso tan horroroso? ¿Es que somos vulnerables a hechos similares, sea cuales fuere su verdad?
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