Martes 07 de mayo 2024

Una elección en función de las capacidades propias

Redacción 17/06/2023 - 00.27.hs

La solución no pasa por abrir la economía de manera irrestricta y menos aún por abandonar nuestra moneda. Habría que elegir los sectores a desarrollar en función de las capacidades propias y de las demandas globales futuras, por proteger la industria nacional hasta que alcance su consolidación

 

Francisco J. Babinec *

 

Tras la crisis de 2001, la capacidad instalada ociosa como consecuencia de los años previos y una coyuntura externa favorable producto del ingreso de China como gran consumidor de nuestros productos, Argentina reinició su crecimiento pero sin modificar los problemas estructurales de fondo, sólo que ahora en una situación más desventajosa, a consecuencia de la mayor integración a la economía mundial en manos de grandes conglomerados que organizan la producción a escala mundial maximizando sus ganancias y sobre los cuales es casi imposible ejercer control. El modelo de crecimiento con inclusión eventualmente alcanzó sus límites, en parte por ceder el control del comercio exterior.

 

El gobierno siguiente mostró un nuevo fracaso de la economía conducida por sus dueños y de la ilusión de que sometiéndonos a la potencia de turno era posible recuperar el sendero de crecimiento. El cuarto kirchnerismo tuvo que enfrentar a su turno a los cuatro jinetes del Apocalipsis. Primero fue la deuda contraída por el anterior gobierno con el FMI cuando vio cerrado el acceso al mercado de capitales privados, con montos y plazos que la hacían impagable. Luego la pandemia, que obligó al apagón forzado de numerosas actividades y a la emisión monetaria para sostener el consumo, tal como ocurrió en muchas partes del mundo. La guerra en Ucrania introdujo un nuevo factor negativo, al desordenar los precios de granos que la Argentina exporta pero que inciden directa o indirectamente en los precios internos de los alimentos, y de combustibles y energía que el país debe importar por efecto de una falta de planificación. Y como corolario una sequía inédita sin precedentes, que redujo los saldos exportables y en consecuencia incrementó el déficit de divisas, necesarias para la importación de insumos para la actividad industrial y el pago de compromisos por la deuda y las obligaciones de las empresas con sus matrices.

 

Estructura desequilibrada.

 

La estructura económica es cada vez más desequilibrada. El caso de la industria automotriz es paradigmático. Contra lo que sostienen algunos políticos supuestamente avezados en economía, es lo suficientemente competitiva como para exportar su principal producto, camionetas, a numerosos países. Las cuentas en rojo hay que explicarlas en función de la forma en que las casas matrices organizan la producción de y entre sus filiales, el pago de patentes y la sobre y subfacturación del comercio intrafirmas. La tremenda desnacionalización operada durante los 90 hace que esto se repita en numerosos ramas de la producción.

 

Visto lo anterior, no suena plausible que la solución pase por retornar a un pasado que sólo es idílico en un relato parcial y sesgado. Tampoco es posible pensar que una economía basada en la exportación de materias primas, por más que se sumen a los granos ahora combustibles y minerales no procesados, y servicios con conocimiento agregado como la industria del software, pueda despegar y sobre todo dar trabajo a toda la población. Las experiencias exitosas pueden ayudar a indicar el camino, a condición de tener en cuenta que en general tienen explicaciones incompletas que ignoran el fuerte componente geopolítico que tienen. China primero, cuya industria ya dejó de ser sinónimo de altos volúmenes, calidad inferior y mano de obra barata. Corea del Sur y otros “Tigres asiáticos”, exhiben también esa combinación de planificación central e integración al mundo protegiendo al mismo tiempo sus industrias, de la mano de un férreo control de la sociedad en su conjunto primero, y luego en un consenso social en mantener esas pautas. Pero sin olvidar el papel que juegan dentro del esquema previsto por USA para contener a China y el apoyo que les dispensa.

 

“Pateando la escalera”.

 

Como señala Ha-Joon Chang, el economista heterodoxo surcoreano autor de “Pateando la escalera”, la solución no pasa por seguir las recomendaciones de los ganadores, abriendo la economía de manera irrestricta y menos aún por abandonar nuestra moneda. Habría que elegir los sectores a desarrollar en función de las capacidades propias y de las demandas globales futuras, por proteger la industria nacional hasta que alcance su consolidación, por asociarse al capital externo preservando la autonomía a la hora de las decisiones, y por ejercer el control del comercio exterior, entre los temas fundamentales. Todo ello requiere un acuerdo mayoritario de las fuerzas políticas, lo que no parece fácil cuando algunas han sido colonizadas por ideas completamente opuestas. En síntesis, la salida parece ir por el lado de lo que planteara años ha el maestro Aldo Ferrer.

 

* Centro Pampeano de Estudios Políticos y Sociales

 

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