Sabado 16 de marzo 2024

Pese a la campaña golpista, Venezuela vota una Constituyente

Redacción 22/07/2017 - 01.59.hs

Emilio Marín - El 30 de julio es una fecha clave para dilucidar hacia dónde irá Venezuela. El gobierno constitucional ha convocado a votar para una Asamblea Nacional Constituyente. La oposición, alentada por Washington, quiere seguir con violencia y golpismo.
Los opositores nucleados en la Mesa de Unidad Democrática han ido todo lo lejos que pudieron en su plan golpista de destituir al presidente Nicolás Maduro.
Desde el 4 de abril pasado, pretextando un "autogolpe" que no fue tal, vienen instando a sus seguidores a la violencia callejera (guarimbas) que ha causado 98 muertos y 1.500 heridos. Su relato es que todas esas víctimas fueron provocadas por la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, que fue responsables de algunas. Sin embargo está a la vista que esos opositores han asesinado a chavistas y a simples transeúntes, han colocado explosivos contra la guardia bolivariana, atacado edificios públicos, etc. En las últimas semanas un terrorista robó un helicóptero y con cuatro elementos armados dispararon contra el ministerio del Interior y el Tribunal Supremo de Justicia.
Una última perlita fue el ataque al canal oficial Venezolana de Televisión (VTV): un atacante tenía un fusil moderno AR-15. La oposición debe responder por el grueso de esas muertes porque su orden política trajo desestabilización y violencia, y porque muchos de los muertos y heridos lo fueron por la acción criminal de sus integrantes.
Sin embargo, para la derecha regional más afín al imperio, tal oposición es perfectamente legal, democrática y pacífica. El dictador y violento es Maduro, tal su falsificación. Y por eso no encuentran contradicción en tomarse fotografías con encapuchados, como los expresidentes Laura Chinchilla (Costa Rica), Andrés Pastrana (Colombia) y Jorge Quiroga (Bolivia).
Mantener las guarimbas, los trancazos y ahora el paro general del 20 de julio, son el elemento clave del plan de la MUD rebautizado "Hora Cero". En 2014 un libreto similar se llamaba "La Salida". Los nombres cambian pero la esencia es inmutable: echar a Maduro. A partir del derrocamiento del gobierno comenzarían a desmontar todo lo bueno que en lo económico-social y político hicieron los gobiernos bolivarianos desde la asunción de Hugo Chávez en 1999 en beneficio de los más humildes.
La última demostración de fuerza no fue tal. El paro general del 20 de julio tuvo un acatamiento entre regular y malo, con más incidencia en el comercio en el sector este, acomodado, de Caracas. En el resto del país no se sintió como tal, con lo que Maduro pudo exclamar que la industria, la energía y el transporte, incluyendo el Metro, habían trabajado al 100 por ciento. Unos 700 empresarios de diversas ramas se habían reunido en los días previos en la estatal PDVSA y habían rechazado el paro opositor. El ministro de Trabajo, Néstor Ovalles, tildó de irresponsable la huelga y aseguró que tuvo poco acatamiento.
De todas maneras, "Hora Cero" no va a desaparecer ni desactivarse por un resultado más o menos decepcionante. Las fuerzas oligárquicas están determinadas a dar una pelea total por recuperar el palacio de Miraflores y el control de la economía que tiene las reservas petroleras certificadas más importantes del planeta.

 

Plebiscito trucho
El 1 de mayo pasado Maduro anunció elecciones para conformar una Asamblea Nacional Constituyente con tres contenidos políticos y legales más importantes.
Uno, buscar la paz. Al convocar a toda la nación a votar, esa opción no violenta atraería incluso a quienes están desde hace más de 100 días generando disturbios. Les ofrecía incluso a éstos la alternativa de votar por sus candidatos e ideas, y buscar una mayoría democrática sin los muertos de su actual campaña.
El otro objetivo es reforzar la soberanía. El conflicto interno se dirimiría en torno a los comicios y esa Constituyente, dentro de la cual los partidarios del chavismo irían con sus propuestas de reforzar el control del petroleo en manos del Estado, afianzar la propiedad comunal, social y estatal, garantizar las Grandes Misiones en salud, educación y vivienda, etc. La ANC serviría para que el conflicto se dirima entre venezolanos, en el terreno político, sin injerencia del Departamento de Estado, la Casa Blanca, el Capitolio y el Comando Sur con asiento de La Florida cuyo jefe es el Almirante Kurt Tidd.
Y el tercer propósito es empoderar al pueblo, que elija a sus constituyentes por los municipios y los diferentes sectores sociales, que estos legisladores lleven sus propuestas y crezca un poder popular como alternativa a la Asamblea Nacional que ganó la oposición en los comicios de diciembre de 2015. Luego esa misma fuerza la esterilizó, al hacerla incurrir en conductas ilegales sancionadas por el Tribunal Supremo de Justicia.
Frente a la convocatoria de la ANC, la MUD llamó a un plebiscito para el 16 de julio, con una triple propuesta golpista: que no haya Constituyente, que se desconozca al gobierno de Maduro y que se elijan nuevos miembros del Tribunal Supremo de Justicia.
La Asamblea Nacional viciada de nulidad se ufanó de haber logrado 7.676.894 votos, aunque por supuesto -además del vicio de origen- no lo hizo exhibiendo padrones, ni impidiendo que una persona no pudiera votar varias veces ni dando intervención a la Comisión Nacional Electoral, de reconocida capacidad a los ojos del mundo. Con cola de paja, apenas se hubo sufragado ese domingo 16, por orden de la MUD se procedió a quemar todas las constancias supuestamente para evitar represalias del gobierno pero en la realidad para borrar las pruebas del delito. Los observadores internacionales -salvo los pagados por la USAID y fundaciones norteamericanas- dijeron que al mediodía del domingo ya no había filas para votar. Ni de casualidad pudieron ser 7 millones.
La AN presidida por Julio Borges quiere alegar el voto de los venezolanos en apoyo al plan golpista. En base a tal supuesto resultado, quiere designar un gobierno provisorio y nombrar nuevos integrantes de la cúpula judicial. En suma, un doble poder, que visten como el "legal". ¿Adónde apuntan? Fácil deducir: que "el mundo" (léase Estados Unidos) intervenga para "salvar la democracia". En otras palabras, que se produzca una invasión del Comando Sur, como última alternativa. A eso apuntó el plebiscito trucho.

 

Se vota el 30
Aunque el aparato mediático y comunicacional dentro y fuera de Venezuela lo silenció por completo, el domingo 16 también se movilizaron los chavistas y ciudadanos democráticos en un simulacro de votación para la del domingo 30. Y fue muy concurrido ese ejercicio. Telesur y agencias tercermundistas difundieron fotos de largas colas de personas que aguardaban para votar en esa previa, incluso hasta altas horas de la tarde.
Los constituyentes a elegir son 545, en parte vía electos por los municipios de todo el país y en parte por los diferentes sectores sociales que votarán, incluidos pueblos originarios.
Los opositores violentos aspiraban a juntar 10 millones de votos el 16 de julio, como proclamó el gobernador de Miranda, Henrique Capriles, pero quedaron lejos de ese objetivo. Ojalá esa cifra o similar la pueda alcanzar el 30-J.
Así se avanzaría hacia una Constituyente que se puede plantear -en línea con las aspiraciones populares- modificaciones a la propiedad de los medios de producción y la comercialización, el objetivo de una industria que supere la dependencia del precio del crudo, el afianzamiento de programas como el de Comités Locales de Abastecimiento y Producción-CLAP, etc.
La grave situación del país amerita superar la violencia callejera y con visos de terrorismo que existe desde abril pasado, pero también, como algo destacado, la resolución de problemas económicos para mejorar la vida de los venezolanos. Hoy son víctimas de la inflación, el desabastecimiento, el contrabando o bachaqueo, la especulación de los dueños de Fedecámaras y otras cámaras patronales, las maniobras con el dólar, etc.
En ese tópico, como en los anteriores, el gran enemigo es la gran burguesía alineada con la MUD. De todos modos, una cuota de responsabilidad también tiene el gobierno de Maduro por funcionarios ganados por la burocracia, la corrupción y la rutina, para no hablar de los pocos que se han dado vuelta, como la enjuiciada Fiscal General, Luisa Ortega.
La Asamblea Nacional Constituyente no será un remedio mágico a todos los problemas, pero puede ser un salto cualitativo en lo político-electoral y lo económico-social. De allí los impedimentos que están tratando de poner hasta el último momento la MUD y las amenazas de Donald Trump, su jefe máximo, que el 17 de julio planteó sancionar a Venezuela con más rigor que antes.
En esa misma línea actúa el presidente argentino, que en la reunión del Mercosur de ayer en Mendoza buscó expulsar a Venezuela de ese ámbito, estando suspendida desde diciembre de 2016.
Mauricio Macri en la cumbre envió "un mensaje de solidaridad y acompañamiento al pueblo venezolano" y dio fe del plebiscito trucho, al decir que "el domingo pasado, Venezuela demostró al mundo que están comprometidos con la democracia". Es una jugada reaccionaria pero también peligrosa para Macri y colegas desprestigiados como Michel Temer: ¿y si el pueblo también pide votar en plebiscitos a favor de Arsat, en contra de la deuda externa y por la revocatoria del mandato presidencial?

 

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