Lunes 29 de abril 2024

Milei y Mondino son amigos del Reino Unido

Redacción 03/04/2024 - 00.19.hs

Tenemos un presidente que no oculta su admiración por Margareth Thatcher, la primera ministra británica responsable del hundimiento del crucero ARA General Belgrano.

 

IRINA SANTESTEBAN

 

En el día del Veterano y los Caídos en la Guerra de Malvinas, el gobierno de Javier Milei le cambió el nombre al Salón de los Pueblos Originarios, ubicado en la Casa Rosada, por el de Héroes de Malvinas. Ya había hecho algo parecido el pasado 8 de marzo, cuando quitó todos los cuadros del Salón de las Mujeres para ubicar allí el Salón de los Próceres, entronizando en ese carácter, entre otros, al ex presidente Carlos Menem, que de prócer no tiene nada.

 

Los pueblos originarios han sido ya demasiado invisibilizados y demonizados en nuestra historia, como para que ahora les sea quitado un lugar de reconocimiento en la casa de gobierno. Pero no debe extrañar esas actitudes, pues ni el presidente ni la canciller Diana Mondino, pueden presumir de ser consecuentes con el reclamo de soberanía sobre nuestras Islas Malvinas. Por el contrario, fueron demasiado obsecuentes con el canciller británico David Cameron cuando se reunieron con él en el Foro de Davos, en enero pasado.

 

Visita.

 

Cameron visitó Malvinas en febrero y desde allí expresó su deseo de que “las islas sean británicas por siempre”. Para reafirmar su clara posición colonizadora, agregó que cualquier mejora en la relación con el gobierno argentino "nunca será a costa de los deseos de los malvinenses, que deben ser considerados absolutamente en primer lugar". Se refería al referendum que se hizo en las islas en 2013, donde los kelpers votaron por mantener su estatus como territorio autónomo de ultramar de la corona británica. Esa votación fue desconocida entonces por el gobierno de Cristina Kirchner, porque era ilegal, ya que las Malvinas son parte del territorio argentino, por historia y geografía, y si hoy están en manos inglesas fue por la usurpación realizada en 1833, que se mantiene por la vía militar, con la base de Monte Agradable.

 

La visita merecía toda la atención del gobierno argentino porque fue la primera vez en 30 años que un canciller británico llegaba a las islas. Pero ante esa provocación, el vocero presidencial Manuel Adorni expresó: “la visita es un tema de agenda de Cameron y en tal caso del gobierno inglés. Nosotros no tenemos por qué opinar sobre la agenda de otros países”. Habría que replicarle: “Es nuestra soberanía, estúpido!”.

 

Mondino quiso posar de irónica y dijo en su cuenta de X, que Cameron estaba “en casa”. Lástima que los verdaderos dueños no lo habían invitado ...

 

Recursos.

 

Ante un gobierno sumiso, los británicos pasaron a la ofensiva. El 4 de marzo el gobierno de Su Majestad decidió de forma unilateral extender su control sobre zonas marítimas de las Islas Malvinas, donde prohibieron la navegación y la pesca. Se trata de 166 mil km2 que se sumarán a los 283 mil km2 sobre los que ya regía la exclusión, luego que en 2012 las autoridades británicas forzaron la creación de un Área Marítima Protegida (AMP).

 

¿Cuál fue la reacción argentina? Luego de ocho días la cancillería formuló una tibia protesta a la embajadora Kirsty Haynes, pero en la reunión no estuvo presente Mondino, no sea cosa que se ofendiera la representante de la corona británica.

 

El reclamo político y diplomático por la soberanía de las islas tiene un correlato económico por los recursos naturales presentes en esa región y por los intereses de las empresas británicas en nuestro país, que nunca fueron afectados a pesar de las constantes provocaciones del Reino Unido y su ocupación ilegal en nuestra zona austral. Juan Augusto Rattenbach, abogado y coordinador del Grupo de Trabajo de Malvinas, del Observatorio de Coyuntura Internacional y Política Exterior (Ocipex), sostiene: “Cuando hablamos de Malvinas no podemos eludir la cuestión económica, porque es una de las razones que explican la anacrónica persistencia del Reino Unido de poseer territorios insulares y marítimos en el Atlántico Sur”. Rattenbach es nieto del militar que elaboró el informe que lleva su nombre, criticando el desempeño de las Fuerzas Armadas en el conflicto de 1982.

 

Según César Lerena, presidente del Centro de Estudios para la Pesca Latinoamericana (Cespel), la explotación ilegal pesquera “es parte de la violación de la soberanía argentina porque no se limita a los 11.410 kilómetros cuadrados de Malvinas sino que avanza sobre 1.639.900 km2 del territorio marítimo argentino”. Lerena criticó a la cancillería argentina por “privilegiar las relaciones con el Reino Unido y no la recuperación del espacio territorial ocupado. Hay muchas acciones que hacer que no son bélicas y posibles dentro de las limitaciones del país”.

 

Entre esas acciones, se puede afectar intereses económicos de las empresas británicas en nuestro país, por ejemplo: Cadbury (chocolates y alimentos), Unilever (alimentos e higiene), AstraZeneca (laboratorio farmacéutico), Bridgestone (Neumáticos), los bancos HSBC, Standard Bank y Patagonia.

 

Reclamo.

 

Además de afectar intereses británicos en Argentina, el reclamo en los foros internacionales también debería ser reforzado, pues hasta el momento la Argentina lo ha formulado en el Comité de Descolonización, en el cual figura como uno de los 19 enclaves coloniales que persisten en el siglo XXI. En ello debería imitar a Cuba, que desde 1992 lleva su exigencia de cese del bloqueo económico de EEUU, a la Asamblea General de Naciones Unidas, donde todos los años obtiene una votación favorable. Aunque Washington no acata esas resoluciones, sus reclamos son más firmes.

 

Mientras el gobierno de Milei-Mondino se arrodilla ante la corona británica y expresa su admiración por Thatcher y Reagan, la defensa de los derechos soberanos argentinos sobre Malvinas vendrá de la mano de los reclamos populares, de los ex combatientes y de todos quienes no se olvidan de la “hermanita perdida”, como la inmortalizara el hermoso poema de Atahualpa Yupanqui.

 

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