Sabado 03 de mayo 2025

Escuela para adultos: Con la mirada en el futuro

Redacción 16/09/2009 - 12.21.hs
Algunos no terminaron la escuela y sienten que todavía están a tiempo de volver a estudiar. Otros, eligen ir sólo a los talleres de oficios que los ayudan a tener una salida laboral.

Walter tiene 45 años y había dejado la escuela cuando iba a 7º grado. Después vinieron años de obligaciones y trabajo que le impidieron volver a las aulas. Pero cuando en su trabajo le dijeron que necesitaba completar la primaria para que lo contraten, sintió que era el momento de volver a estudiar. "En la administración pública me exigían tener los estudios primarios terminados y eso me decidió a hacer 7º, 8º y 9º año. Fue difícil volver, me acordaba de muy pocas cosas, pero con esfuerzo de parte mía y de las maestras pude terminar -cuenta Walter, que egresó de EGB 3 como abanderado-. "En el trabajo ya me hicieron el contrato y los más allegados están contentos de que haya terminado. Ahora, estoy haciendo el Polimodal".
Además de las materias tradicionales, los alumnos pueden hacer talleres de formación profesional. Walter hizo el taller de electricidad domiciliaria y de herrería y le sirvió para hacer muchos trabajitos en su casa que, en otro momento, hubiera tenido que delegar en otra persona.
El año pasado, Walter terminó el Tercer Ciclo en la Escuela para Adultos Nº1, una de las que funcionan en Santa Rosa, además de la Escuela para Adultos Nº 5 y Nº 6.

 

A tiempo.
Sonia (42) volvió a estudiar para ayudar a sus hijos en los deberes escolares. Va a la Escuela para Adultos Nº 5 de 18 a 21 horas y está terminando 8º y 9º año. "Me gusta estudiar y progresar. No pude terminar cuando era chica, así que tuve que salir de grande -cuenta esta madre de cuatro hijos-. Empecé para ayudarlos a ellos y además me puede servir para una salida laboral".
Sonia tiene que repartir su tiempo entre su trabajo en una casa de familia, sus hijos y el estudio. Aún así, está dispuesta a seguir y a darse una nueva oportunidad. "En la escuela, hago el taller de bijouterie que puede ser una salida laboral muy buena. Todavía no vendo cosas, pero me gustaría. Lleva tiempo aprender la técnica y el manejo de las pinzas, pero ya hice aritos, pulseras, cadenitas", dice.

Insistencia familiar.

Cada una de las escuelas para adultos tienen entre 350 y 400 alumnos y más del 70 por ciento son adolescentes, como Franco (17) y Damián (16), que van a la Escuela Nº 5.
"Yo iba a la Epet y tuve un accidente; estuve un año en mi casa sin moverme. Este año me anoté en la nocturna y me va bien -dice Franco-. Estudio más que antes, parece que el accidente me hizo cambiar... debe ser de tanta charla y reto que me dan mis padres. Ahora, ya entendí que tengo que estudiar".
Mientras los demás se ríen, él se queda pensando. Sabe que fue una buena elección seguir la escuela y decidirse a terminar.
Damián lo escucha a su lado y también él cuenta que la insistencia de sus padres fue determinante para volver a estudiar. "Yo había repetido 8º, lo hice de nuevo y el año pasado estaba haciendo 9º pero no me presenté el último trimestre a clase. Ahora, mi familia me habló y me convencieron de que volviera a estudiar", cuenta Damián, mientras se agarra el piercing que tiene abajo del labio.
Juntos también hacen el taller de electricidad, que les sirvió para hacer varios trabajos en sus hogares. "En mi casa hicieron un garage y a mí me tocó hacer la instalación eléctrica; por suerte salió bien y no se quemó nada", ríe Franco.
Damián cuenta que arregló en su casa unas conexiones que estaban rotas desde hacía tres años y que ahora tiene que hacer una instalación nueva en su habitación. "Sirve mucho lo que nos enseñan", opina.

 

Aprender un oficio.
Muchas personas que ya terminaron el secundario participan solamente de los talleres de formación profesional que se dictan en las escuelas de adultos. Gonzalo (32) ya terminó el secundario hace bastante tiempo y se dedica a la herrería y a hacer changas. Este año decidió empezar el curso de gasista matriculado y plomería en la Escuela para Adultos Nº 5. "Es una muy buena salida laboral, entonces averigüé dónde se dictaban las clases y me inscribí. Empezamos con una parte teórica y cálculos; después se hace la práctica, la mano de obra. Y el año que viene nos dan el certificado a nivel nacional y la matrícula de Camuzzi, porque para hacer este trabajo es necesario estar matriculado", explica Gonzalo.
Francisco es analista programador de computación y también se anotó en el taller de gasista y plomería. "Me gusta hacer cosas por hobbie. Ya hice carpintería y ahora me anoté en esto, que también puede ser una salida laboral. No pienso dedicarme tanto a la mano de obra, sino a digitalizar los planos", dice Francisco, mientras rescata la gran aceptación que tienen estos cursos. "Vienen personas de Trenel, Victorica, General Acha, General Pico y Villa Maza a hacer el taller porque les sirve para trabajar en sus pequeñas comunidades", cuenta.

 

Indumentaria y peluquería.
Stella Maris pasó los 50 y va al curso de indumentaria en la Escuela para Adultos Nº 5, que según cuenta le permite "contribuir a la economía de la familia".
"Me dedico a confeccionar y coser para mi casa, para mis nietos y para quien me pida colaboración. El curso dura dos años, pero yo voy desde hace tres y voy a seguir mientras me dejen. Me llevo mi máquina para no ocupar el lugar de otra persona que pueda necesitar más el taller que yo y hago de todo, desde una pollera hasta un traje, un saco o un tapado. En este momento estoy haciendo un vestido de fiesta para una chica que cumple 15 años", dice con orgullo.
Además de coser para cada una, en el taller realizan trabajos comunitarios. "El año pasado hicimos cortinas para toda la Escuela Nº 37 y este año hicimos chaquetas para la Escuela Nº 218 y para un instituto de inglés", agrega.
Rosana es maestra y en su tiempo libre hace el taller de peluquería en la Escuela para Adultos Nº 6. "Estoy en primer año y ya estamos haciendo algunos trabajos. Hay muchos chicos y grandes que van a cortarse el pelo en forma gratuita porque muchas familias no pueden pagar, entonces con la supervisión del profesor les cortamos, les teñimos, les hacemos reflejos ¡y salen todos re lindos!", cuenta.
A la hora de pensar en el futuro, Rosana asegura que le gustaría tener su propia peluquería. "Me gusta, socializás mucho con la gente y ¡es posible que gane más que como maestra!", dice entre risas.
Muchos se dan una nueva oportunidad para aprender aquello que quedó trunco en otra etapa de la vida. Otros, ya fueron a la escuela pero eligen volver para aprender un oficio. Ponen esfuerzo, reparten los tiempos y resignan su tiempo libre, pero la recompensa llega cuando terminan el curso y miran el futuro con ojos más optimistas.

 

En Santa Rosa hay tres escuelas para adultos.
La Escuela para Adultos Nº 1 funciona en tres sedes: Escuela Nº 219 (Lope de Vega 1180), Escuela Nº 27 (Unanue 215) y Escuela Nº 254 (Unanue 1490).
La Escuela para Adultos Nº 5 tiene cuatro sedes: Escuela Nº 37 (Luther King 1785), Escuela Nº 180 (Roque Saenz Peña Nº 1150), Escuela Nº 38 (Chile 1950) y Escuela Nº 258 (Varela y Unanue).
La Escuela para Adultos Nº 6 cuenta con cinco sedes: Escuela Nº 4 (Libertad 350), Escuela Nº 201 (Antártida Argentina 375), Escuela Nº 95 (Juan Bonnet 380), Escuela Nº 240 (Gardel y Rollino) y Comedor Zona Norte (Chacabuco y Caseros).

 

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