La historia regional a través de LA ARENA

No hubo aspecto relevante en el acontecer diario de los pampeanos que no tuviera cabida en las páginas de aquella modesta hoja que empezó a volar el 21 de agosto de 1933.

SERGIO SANTESTEBAN

Cuando LA ARENA editó el libro que conmemoró los 75 años de su fundación se dijo que no era exagerado señalar que la historia de este diario comprende también buena parte de la historia de nuestra provincia, pues siempre sus páginas estuvieron abiertas para reflejar los temas y problemas que desvelaron y desvelan a los pampeanos. Quince años después, en este nuevo aniversario, aquella definición vuelve a cobrar actualidad.

La política, la economía, la salud pública, la educación, la cultura, el deporte... no hubo aspecto relevante en el acontecer diario de los pampeanos que no tuviera cabida en la modesta hoja que empezó a volar aquel 21 de agosto de 1933 cuando la geografía física y humana era tan distinta a la actual.
El veinteañero Raúl D’Atri y su compañero de militancia socialista Bernardino Aguirre se lanzaban aquel día a la aventura de editar un nuevo diario, un vespertino de cuatro páginas que muy pronto iba a destacarse entre el resto de las publicaciones colegas por un hecho que a la postre sería fundamental: la colaboración de incontables maestros de escuela que en muchas poblaciones del interior pampeano pasaron a cumplir el rol de corresponsales de LA ARENA enviando sus crónicas para ser publicadas en el nuevo diario que nacía en la capital pampeana pero que, por voluntad de sus editores, no quería
limitarse a ser solo un diario citadino sino una expresión de la totalidad del entonces territorio nacional. Se inauguraba así en estas tierras una nueva forma de entender el periodismo bajo el concepto de lo que más tarde se denominaría “prensa regional”.

Aquella intención de recoger información hasta del último rincón pampeano, por más modesto que fuera, le otorgó a LA ARENA una perfil diferente, un rasgo distintivo entre los seis periódicos que circulaban en Santa Rosa en aquellos años de la década del treinta.

Tiempos diferentes

Para las nuevas generaciones, que crecieron bajo el influjo de las vertiginosas comunicaciones digitales, no resulta sencillo retroceder 90 años en el tiempo para imaginarse una Santa Rosa que contaba con unos pocos miles de habitantes y media docena de diarios impresos en papel como toda oferta mediática. La radio llegaba entonces desde Buenos Aires y faltaban casi dos décadas para el nacimiento de la televisión. La sociedad era diferente, el periodismo era diferente y el país estaba sumido en la “década infame” tras el golpe de Estado que derrocó a Hipólito Yrigoyen. Sobre La Pampa se derramaba una sequía larga e impiadosa que provocaba una sangría de habitantes sin precedentes. Testigos de la época han dejado testimonios desgarradores de aquellos tiempos sombríos. En esos años duros nació LA ARENA, quizás como para templarse en la adversidad y poder atravesar más tarde otros momentos hostiles que pusieron en jaque su supervivencia.

Que la colección de LA ARENA sea fuente de consulta de docentes, historiadores o personas del común interesados en rastrear los más diversos aspectos de nuestro pasado no es casual. Como se dijo, dejar testimonio de la realidad social fue una de las motivaciones iniciales del fundador y lo logrado al cabo de tan dilatada trayectoria es algo así como una enciclopedia ilustrada que guarda en sus páginas lo que sucedió en este lugar del mundo desde aquella terrible década del treinta hasta nuestros días.

Un sitio relevante

A partir de la segunda época, iniciada en 1957, esa línea se profundizó porque LA ARENA dejó de ser un proyecto poco menos que personal para convertirse en una empresa colectiva. La incorporación de los hijos y el yerno de D’Atri al proyecto editorial posibilitaron ampliar las perspectivas y aquella “modesta hoja”, como le gustaba llamarla a su fundador, pasó a convertirse en un periódico que a poco de andar se ganó un sitio relevante entre los colegas pampeanos.

Al cobrar importancia regional, e incluso nacional, LA ARENA profundizó su rol de instrumento al servicio de un proyecto periodístico que siempre tuvo muy en claro su ubicación y su norte. La defensa del sistema cooperativo, de un Estado activo para intervenir en las relaciones socioeconómicas, de la educación y la salud públicas, de la justa redistribución de la riqueza, de la autonomía municipal, de los derechos de las mujeres y las minorías de género, étnicas y religiosas, del federalismo, del ambiente sano entre otras reivindicaciones ocuparon, y ocupan, parte sustancial de los contenidos que diariamente ofrece a sus lectores.

El proyecto político de las elites siempre tuvo en este diario a un férreo opositor. Las sangrientas dictaduras cívico-militares del siglo veinte, como el renacer de las expresiones políticas de la derecha “democrática” en el veintiuno, nunca contaron con las simpatías de la línea editorial de LA ARENA. Tampoco los desvíos autoritarios que padeció nuestra provincia bajo gobiernos de distintos signos políticos, incluso surgidos del voto popular.

Patrimonio histórico

Vivimos en tiempos desafiantes para las publicaciones en papel, los tecno-gurúes no se cansan de lanzar mensajes apocalípticos sobre su futuro. Sin embargo llegan noticias que los contradicen. Algunos gobiernos europeos vuelven a confiar en el papel para las políticas educativas ante los magros resultados pedagógicos de las pantallas digitales.

Una reciente encuesta internacional reveló que en México, España, Argentina, Estados Unidos, India, Chile y Reino Unido entre otros países las ventas de los libros en papel superan a los electrónicos en números nada desdeñables.

Los periódicos –en sus versiones papel y digital— siguen marcando la agenda noticiosa, pero además las empresas periodísticas tradicionales, como LA ARENA en La Pampa, constituyen, a la par de una fuente informativa de primer orden, un patrimonio histórico cuyo valor no es desconocido por las sociedades en donde se desenvuelven.