Miércoles 27 de marzo 2024

Violencia televisada

Redacción 07/02/2023 - 13.21.hs

La semana pasada, Florencia Moyano (26) -participante del reality El Hotel de los Famosos, televisado por El Trece-, denunció a Juan Martino (38) -otro participante- por abuso sexual.

 

*VICTORIA SANTESTEBAN

 

La violencia de género televisada y luego reproducida mediáticamente en un espiral al que se van sumando otros tipos y modalidades de violencia contra las mujeres, refuerza el entramado patriarcal, los pactos de varones y la cultura de la violación en pleno prime time. Así, la denuncia mediatizada lejos del abordaje respetuoso de derechos y no revictimizante exigido legalmente, se transforma en circo de rating, en debate espectacularizado que sirve para el silenciamiento y la disuasión de las víctimas de violencia.

 

Florencia denunció por abuso sexual a Juan, quien adujo en declaraciones televisivas que ellos tenían una relación, como si eso habilitara todo y lo exonerara de responsabilidad por los hechos que se le atribuyen. Las cámaras habrían registrado -¿casualmente?– sólo algunos de los hechos denunciados y de la productora Boxfish dijeron que estaban a disposición de Florencia y su abogado, en un escueto y livianito comunicado por redes sociales, publicado ayer y sólo luego del pedido del abogado a que, mínimamente, se contactaran.

 

Reality.

 

El reality televisado por El Trece no dista de otros: participantes de quienes se esperan todos los condimentos novelescos reproductores de estereotipos y discriminación, con villanos y favoritos, noviazgos y separaciones, rivalidades, competencias e historias personales de libreto. El formato deviene de esta forma en un canal más para la reproducción de violencia contra las mujeres, reforzando discursos perpetuadores de las desigualdades de género y habilitando vulneraciones de derechos entre sus participantes -y a la vista de todos y todas-.

 

Las características físicas de las mujeres del programa advierten que el criterio de selección aplicado a ellas se limitaba a peso, edad y correspondencia con el molde de belleza hegemónico, las charlas livianas de varones sobre comisión de actos de violencia de género resuenan entre esas paredes como discursos con escaso reproche, los mismísimos actos de violencia perpetrados al interior de estas casas televisadas sin intervención de canales ni producciones, ponen en evidencia las múltiples violencias a las que se encuentran expuestas las mujeres, y así el riesgo cotidiano sobre nuestras integridades psicofísicas. Incluso, cuando estamos en espacios repletos de cámaras que probarían los hechos que no se inventan.

 

Revictimización.

 

Luego de la denuncia por abuso, la persecución a la víctima y el ensañamiento mediático que hurga en su vida e historia, el reproche de por qué no denunció antes, por qué lo hizo ahora, por qué no se defendió de la agresión al momento de los hechos. Luego de la denuncia, su televisación hartante, la lectura incansable de la denuncia en el prime time con voces sin perspectiva de género que repiten irresponsablemente y vuelven sobre los hechos sin sentido. Panelistas invitando a participantes del reality a seguir merodeando sobre el tema y a pseudo especialistas sin siquiera empatía para que sumen a los números del rating -y la violencia mediática-. El impacto de la revictimización opera no sólo sobre la víctima que denuncia el abuso, sino que se extiende con efecto expansivo con el objeto de silenciar a potenciales denunciantes: “mirá toda la revictimización que te espera, todo lo que vamos decir de vos, tu vida y familia, si denunciás”.

 

Responsabilidad.

 

Hay quienes opinan que los reality shows son un recorte de la realidad, que es la vida real misma, sólo que televisada, a los ojos de quien sintonice el programa para internalizarse de las historias, generar favoritismos, identificarse con personas-personajes, advertir de las alianzas y complots, seguir alguna que otra novela de amor registrada minuto a minuto. La existencia de violencia -entonces doméstica- al interior de esos hogares televisados se corresponde con la realidad lejos de las cámaras, en los demás hogares, arrojando la conclusión desesperanzadora de que, incluso en estas casas-set, famosas y expuestas, la violencia se instala y reproduce, como componente cultural todavía inherente al sistema.

 

El ensayo de realidad hacia dentro de una casa/decorado que es set y hogar, con guiones que se mezclan con diálogos, con cámaras de lente selectivo, que todo lo ven pero que miran para otro lado cuando de vulneración de derechos se trata, es reflejo de la cotidianeidad real y cruda, alejada de las cámaras. Estas plataformas que vienen a confirmarnos que “la casa” es el lugar más peligroso para niñas, adolescentes y mujeres alrededor del mundo, también advierten de la falta de alarma de quienes observan, con inercia, la violencia que circunda.

 

*Abogada, Magíster en Derechos Humanos y Libertades Civiles

 

Radio Noticias 99.5 · 07 - 02 - 2023 VICTORIA
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