Nito Mestre, a 35 años de la despedida de Sui Generis
Claudio Deseo*
Nito Mestre cuenta la anécdota como si se tratara de un hecho más. Quizá lo sea. Porque en una vida con tantas idas y vueltas, esa noche de invierno puede ser un simple y grato recuerdo. La anécdota ocurrió el 5 de septiembre de 1975 -o más precisamente el 6 a la madrugada-, después de las dos funciones de Adiós Sui Géneris en el Luna Park, un hito del rock nacional.
Véase el contexto: 25.600 personas asistiendo a un recital, hace 35 años, en un estadio donde las noches multitudinarias sólo eran para el boxeo de Nicolino Locche, Carlos Monzón y Ringo Bonavena. Donde el marketing era el boca a boca, y por primera vez una firma comercial esponsoreaba un show de esas características.
"Pensamos en ir a cenar juntos, pero la segunda función fue larga, y cuando terminamos no quería ver a nadie. Charly (García) se fue caminando por Corrientes y yo llamé, o me llamaron, a un taxi, y me fui a cenar. Compré Crónica y sólo pensé en estar tranquilo y comerme una pizza", recuerda Nito.
-¿Por qué Crónica?
-Porque era el último diario que salía a esa hora. No era para leerlo. Quería desenchufarme de todo. Quería estar solo, y la única manera era irme lejos del centro. En esa época vivía en Saavedra, y como en la zona no había nada abierto, me bajé en Cabildo y General Paz. Sabía que había una pizzería, y ahí no me iba a cruzar con nadie.
-¿Alguien te reconoció?
-Nadie.
-¿Te acordás qué decía Crónica?
-Nada.
-¿Qué pediste?
-Una pizza, una cerveza y seguramente habré pedido un flan con dulce de leche. Y me fui a dormir.
-¿Pudiste dormir esa noche?
-Sí, estaba cansado. Había sido un día muy largo. Fue algo tan fuerte, con tanta gente, tanta movilidad... Salí, comí, leí el diario y cuando llegué a lo de Rinaldo (Rafanelli), porque vivíamos en la misma casa, no había nadie. El se había ido a dormir por ahí con alguien. Así que me quedé solo, tranquilo, que era lo que quería.
¿Alguien imagina hoy a una megaestrella parando un taxi y masticando una porción de muzzarella, en un bar anónimo, después de su gran noche? Los tiempos cambian, vaya si cambian.
"No pensé que se colmaría".
La amabilidad y la simpleza de Mestre -que por cierto llaman la atención, aunque deberían ser cualidades comunes en los mortales- no terminan con el relato de esa pequeña historia, tan particular como aquél día.
Volviendo a esa madrugada, y ante un comentario del cronista, Nito pregunta: ¿qué más querés que te cuente? La respuesta fue arriesgada y monosilábica: todo. Y el ex Sui Generis empezó a sacar imágenes desordenadas de su memoria.
"Sabíamos que era algo importante, pero todo pasó muy rápido -señala el músico-. No recuerdo detalles precisos. Sí, por ejemplo, que el solo de "Un hada, un cisne" fue larguísimo, duró 10 o 15 minutos, y que me fui del escenario. También que la gente estaba casi sobre sobre nosotros porque no había vallas; que yo estaba preocupado por el sonido de la guitarra porque se estaba grabando un disco y filmando una película ("Adiós Sui Generis")... Estaba preocupado por esos detalles; más enfocado en el show que en la gente".
Mestre monologa. Cuenta y cuenta. Lo mejor es escuchar, y no interrumpirlo.
"Me acuerdo que entramos al Luna Park para las pruebas de sonido al mediodía y que ya había gente haciendo cola. Lo primero que pensé fue en el frío que hacía ahí adentro -remarca-. Entramos y dije: 'qué grande es esto, qué frío'. Era un lugar al que asocié con la soledad. Y no pensé que podía colmarse. Tan grande, tan vacío, tan frío... Pero estuvo al límite, hubo 12.000 personas en cada función".
Sin mediar palabra, él sigue: "Teníamos una lista de temas para tocar y por eso lo de 'chau, chau, chau...' del disco corresponde a la primera función. Le estábamos diciendo a la gente que debía irse porque tenían que entrar los del otro show. Lal segunda función fue más relajada porque no teníamos la premura del tiempo. Ahí hicimos 'Botas locas', un tema que habíamos dejado afuera del primer show por el incidente que habíamos tenido Uruguay, donde nos llevaron presos. Pensamos que si volvían a meternos en cana no íbamos a poder hacer la segunda función, así que lo tocamos solamente en ella".
-¿Qué en esa época hubiera dos funciones te sirvió darte cuenta de la trascendencia del festival?
-Nos llamó la atención que una o dos semanas antes de los recitales nos dijeran que se agregaría un show, y también lo de la película. ¿Una película de nosotros?, nos preguntamos. Eso fue raro porque no había walkies tolkies y, como fue tanta gente, la cámara que filmaba desde arriba se quedaba sin rollos ya que el que subía a alcanzárselos no llegaba a tiempo. Por eso se perdieron muchas cosas y la película tuvo que ser rellenada con tomas de exteriores.
Del hartazgo a las ganas.
La memoria colectiva cree que ese 5 de septiembre fue la separación final del dúo más importante del rock. Pero no fue así. Después del Luna Park hubo otros cuatro conciertos, en Córdoba, Rosario, Comodoro Rivadavia y Caleta Olivia. Pero además a Charly, Nito y compañía les habían vuelto las ganas de seguir tocando juntos a pesar del anuncio del adiós. Sin embargo... una señal cambiaría todo.
-¿Cuándo tomaste conciencia de lo que fue Sui Generis?
-Muchas veces, pero no esa noche. Un poco al otro día cuando salimos en la tapa de Clarín y en otros diarios. Fue la primera vez que pasaba algo así. Eso nos los hizo notar mucha gente. Y mirá lo que hicimos en ese momento. Después del Luna sabíamos que a la semana teníamos que ir a Córdoba y Rosario, el 21 a Comodoro Rivadavia y el 22 a Caleta Olivia. Eran shows que ya estaban contratados.
-¿Cómo fue ese último recital en Caleta Olivia?
-Pará, pará, ahora te cuento... Después de Córdoba, que se llenó, con Charly se nos ocurrió que podíamos producirnos nosotros mismos porque veíamos que la plata se la llevaban los productores. Además ya se habían ido las cosas raras (sic) de la separación. Nos planteamos seguir porque quedaban otros lugares para la despedida, e incluso podíamos salir afuera del país.
-¿Estaban muy cansados cuando decidieron separarse?
-Estábamos cansados de hacer lo mismo, porque no pasaban cosas nuevas. Lo del Luna Park sí fue algo nuevo. En ese momento volvimos a estar como chanchos (sic) después que en julio definiéramos la separación.
-¿Se definió bien o mal?
-Charly tenía ganas de separarse. Se lo planteó al productor y a mí. Cuando vino a verme, le pregunté porqué. Me dijo: 'No nos vemos nunca...' Yo había tirado la toalla en muchas cosas. Directamente iba a tocar, pero no ensayaba. Estaba harto de que no pasara nada nuevo. Hacíamos un solo de bajo de quince minutos, uno de batería de diez... No tenía más ganas, y tampoco tenía intenciones de insistir. Era una rutina. Nos contrataban, tocábamos y decíamos 'nos vemos la próxima semana'. Con Rinaldo (el bajista) nos veíamos porque vivíamos en la misma casa; Juan (Rodríguez, el baterista) era el más grande y siempre estaba aparte; y Charly ya estaba casado (con María Rosa Yorio) y nosotros solteros, así que no podía venir a 'Rinaldería'. Así llamábamos a la casa porque pasaba de todo. Tampoco podía quedarse con nosotros, así que todo hizo eclosión.
-¿En ese momento iban a grabar un disco instrumental?
-No, era cantado. De hecho empezamos a grabar material nuevo con la idea de que lo editaran en el exterior. Si decían que éramos tan conocidos, ¿por qué no podíamos trascender afuera? Sin embargo, siempre era la misma ronda: Córdoba, Rosario, Tucumán, Mendoza... ¡un plomo! Es más, fuimos a Uruguay y a Chile y no pasó nada.
Una señal en la Patagonia.
Apenas una pausa, mínima. Un sorbo de gaseosa, y a seguir recordando. "Charly vino a decirme si podíamos hacer algo para cambiar -dice Nito-. Cuando lo planteamos, desde la grabadora nos dijeron lo del disco porque el último, 'Instituciones', no había vendido ni cerca con relación a 'Confesiones de inivierno'. En ese momento al productor Jorge Alvarez se le ocurrió que en julio (dos meses antes del Luna Park) hiciéramos una serie de shows en el teatro Astral a la mañana, para captar a un público diferente al de la noche. Empezamos a ensayar y dijimos: hacemos el primero, esperamos un mes y si la cosa va bien, seguimos para adelante. Pero en el primero salió todo mal. Fue un domingo a la mañana. ¡Horrible! No fue tanta gente, y no funcionó. El sonido fue malo, a Rinaldo se le rompieron dos cuerdas del bajo, algo imposible, y encima se peleó con el iluminador. Claro, casi no habíamos dormido. Rompió un vidrio, se lastimó la mano, un caos..."
"Ese domingo, después del show, nos fuimos todos a comer un asado a la casa de un amigo. Había un bajón generalizado -rememora Mestre-. Decidimos que era al pedo hacer las otras tres funciones. Entonces Alvarez propuso lo del Luna Park. Eso, y la idea de la película, fueron de él y no de Charly. Conviene dejarlo en claro. Cuando lo sugirió, le preguntamos: ¿te parece?, ¿irá gente? Teníamos dudas porque al Astral no había ido mucho público. Pero insistió y apareció un esponsor, algo inusual en esa época, que fue Casa América (un comercio de instrumentos musicales). Ahí empezó a generarse algo. Se vendían las entradas, seguimos ensayando, mejoró la convivencia y fuimos a Uruguay, adonde nos metieron presos y nos cagamos de risa (NdeR: por cantar el tema 'Botas locas'). La estábamos pasando otra vez bien, y queríamos seguir tocando".
-¿Por qué no siguieron?
-Quizá influyó, aunque nunca lo supe, que Charly y María Rosa se separaran en octubre o noviembre, al poco tiempo del Luna Park y los recitales en el sur. En ese momento manteníamos la ida de producirnos nosotros. Ibamos a seguir, pero pasó lo Caleta Olivia.
-¿Qué pasó?
-Te cuento. Caleta Olivia era un páramo, y fueron apenas 300 personas. ¿Qué hacemos acá?, nos preguntamos. Pero igual la estábamos pasando bien. Esa noche, después del recital, nos volvimos a Comodoro Rivadavia. Charly y yo, con algunas chicas y en autos separados, fuimos los primeros en llegar. Atrás veían una camioneta y otro auto, pero tardaron en llegar. Cuando llegaron, Rinaldo y Juan nos dijeron que la camioneta había volcado en una curva y que se habían roto todos los instrumentos, excepto mi guitarra y el moog (sintetizador). Juan contó que había visto su bombo (de batería) partido en la mitad de la ruta. 'Cagamos', dijimos. Al otro día embalamos todo en el aeropuerto para que lo despacharan. Yo me llevé la guitarra, pero al moog se lo afanaron. Todo eso fue como una señal. Ahí dijimos, no seguimos más.
Con ese cierre, el propio Nito le puso el final a la nota.
-¡Qué historia la tuya!, alcanzó a exclamar el cronista.
-Es una historia, respondió serenamente el ex Sui.
-¿Sentís esa historia?
-No le doy bola, pienso en el presente.
-¿Tampoco desde lo íntimo te mueve todo lo que viviste?
-No. Estoy muy enfocado en lo que hago y voy a hacer; es más divertido eso que pensar en lo que hice.
-La última, ¿por qué sos un tipo tan simple, tan llano?
-Porque me crié así. Las estrellas de rock en este país no existen, y tampoco me sale. Una de las cosas que le dije a Charly cuando volvimos a tocar en el 2001 fue que no nos juntábamos si eso me impedía salir a la calle, ir al supermercado y hacer mi vida de todos los días.
*PERIODISTA
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