Lunes 16 de junio 2025

El legado de José

Redacción 10/07/2011 - 03.52.hs
José García supo ser propietario de una fábrica de implementos agrícolas que se vendían en distintos puntos del país y empleaba a 70 personas. Cayó durante el menemismo, junto con la esperanza de miles de argentinos. Y con la plenitud de un pueblo del interior pampeano.

Alejado a las noticias de relevancia nacional. Perdido en la cronología de la historia que suele resaltar como epicentro de su transcurrir a las grandes ciudades. Así, quizás olvidado, es un pueblo del interior: de mañanas desoladas y gigantes estrellas que alumbran las noches de los solitarios.
Sin embargo, ningún rincón parece quedar ajeno a las consecuencias de la historia. Ni de una era funesta para nuestro país que repercutió, con toda su furia, en una pequeña localidad pampeana, llamada Alpachiri, y cuya sociedad sufrió en carne propia una política que se abatió sobre el sesgo progresista de la clase media y sacudió la esperanza de miles de personas.
Algunos llamaron a ese proceso menemismo, otros neoliberalismo. Pero esa denominación poco importa a la hora de describir un momento de la historia que pareció para muchos prometedor, pero que dejó a muchos más náufragos.
La década del 90, y las medidas implementadas durante esa década, terminaron también con una historia de esfuerzos y trabajos y de una industria nacional que daba empleo a miles de argentinos. Uno de los testigos y protagonista de esa historia de auge y caída de la industria nacional es José "Pepe" García, ex intendente en dos oportunidades de Alpachiri y propietario de una de las fábricas más importantes del pueblo.

 

La fábrica.
Con sus 84 años, Pepe cuenta que fue dueño, junto con su hermano, de "García Hermanos", un lugar en el que se fabricaban equipos para el campo. Además de vender madera y estructuras metálicas. Esa pequeña fábrica, desde que se fundó en la década del 60, consolidó su funcionamiento y creció hasta alcanzar su mayor apogeo en los 80. Con setenta empleados, trabajaba día y noche, recibía clientes de muchos puntos del país, y cumplía con los pedidos de infinidad de chacareros.
"En una población económicamente consolidada, fabricábamos todo tipo de artículos para el campo, hasta galpones y techos de metal", cuenta José, con voz nostálgica.

 

Raíces centenarias.
La historia familiar de "Pepe" García no es un dato menor en su relato. El entrevistado repasa una vieja carta firmada por su padre José, quien lo crió, pero también le dio libros y enseñanzas. "Pepe" cuenta que su padre se embarcó en 1907 en La Coruña, con 15 años, y pisó Buenos Aires el 20 de setiembre de 1907. Luego, se dirigió a Arroyo Seco, Santa Fe, donde trabajó como peón de campo por un lapso de seis meses. Su próximo destino sería Rosario, donde fue mozo y empleado de almacén. Regresó a Buenos Aires y viajó hacia Salliqueló para trabajar de carpintero. Estuvo un año en la localidad pampeana de Rolón y en 1911 arribó a Alpachiri, a un año de su fundación. Es decir, que el padre de "Pepe" fue un testigo fundamental de la historia del pueblo que, años más tarde, dirigiría su propio hijo.
"En esa época, ya llegaba el tren, y todo era nuevo en esta pampa profunda", relata el entrevistado, en relación a las primeras épocas de su pueblo. Y añade: "Cuando mi padre llegó a Alpachiri, todo era una aldea, es decir que el pueblo estaba en plena formación".
En 1923, el padre de José contrajo matrimonio con otra inmigrante, que llegó a Alpachiri en 1921 donde tenía familiares.
La pareja tuvo cinco hijos. Los varones, según "Pepe", aprendieron el oficio de su padre: la carpintería.
"La carpintería de mi padre realizó trabajos de envergadura como por ejemplo en la escuela local, el hospital, y una gran cantidad de puertas y ventanas", aseguró.
Su padre también inauguró en 1936 el primer cinematógrafo del pueblo. Y también fue electricista y reparador de radio. "Vio nacer Alpachiri, tuvo muchos amigos, y prefirió vivir toda su vida aquí, hasta que murió, a los 89 años", completa, con cierta melancolía.

 

Intendente, dos veces.
García, como carpintero, también es luthier. Además de industrial, su vida pública pasó dos veces por la función pública lugareña. "Pepe" lleva en la sangre la herencia del socialismo y define Alpachiri como un pueblo político. En 1973, por el Frejuli y con Segundo Aguirrezabala como compañero de fórmula, ganó las elecciones a la intendencia, a las que califica de "una de las más fructíferas en la historia del pueblo". Encabezó la ejecución de una de las obras de pavimentación más importantes en la historia local, y convirtió a Alpachiri en uno de los primeros pueblos del sur pampeano en tener asfalto en casi todas sus calles. Ejecutó la plaza pública e instaló, conjuntamente con la cooperativa, el agua potable. Además fue uno de los impulsores de la creación del hogar para menores y la colocación de una cámara fría.
Pero el golpe de estado del 24 de marzo del 76 terminó con su mandato y su ponderada gestión. No obstante, la vida le dio una segunda oportunidad que se presentó, esta vez con el justicialismo y también con Aguirrezabala, en las elecciones del 83. Y pudo por fin culminar su trabajo al frente del municipio.
"Esta no fue una gestión tan fructífera, pero pudimos realizar importantes obras de gas y el hogar de ancianos", explicó. Estuvo al frente de la Municipalidad hasta 1987, cuando pudo cumplir con su objetivo de finalizar su mandato.
"Fue una experiencia muy interesante, no entré por convicción a gobernar ni para defender una bandera sino para hacer algo por el pueblo", postula. Y agrega: "Rescato lo bueno y lo malo de cada partido, no soy ni fui peronista pero tengo una cierta simpatía".
Para el ex intendente, actualmente se tiene un "muy mal concepto de la política por las cosas que hicieron los políticos".
Sin embargo, ponderó que los jóvenes intervengan en los problemas sociales del momento.

 

Auges y caídas.
"Pepe" cuenta cómo era su pueblo en épocas de gloria, una mirada que parece cerrarse en los años 90. A partir de allí, su relato permite conocer en carne propia una especie de devastación vivenciada en un pequeño pueblito del interior.
Alpachiri vivió, durante el advenimiento de la democracia, una reluciente actividad agrícola ganadera. Las cooperativas florecían, y las pequeñas y medianas empresas eran un punto de inflexión para el cambio histórico y social que se avecinaba. El comercio pasaba un buen momento y las familias podían sustentar a sus hijos sin inconvenientes.
La fábrica de García Hermanos supo ser pionera en la zona y llegar con sus equipos a lugares distantes de la Argentina. Varias familias vivían de los empleados que generaba en la pequeña localidad. Pero la debacle también azotó el interior. La década del 90 comenzaba y Carlos Saúl Menem y su séquito ingresaron en la lúgubre historia del silencio. La política económica neoliberal implementada por el entonces ministro de Economía Domingo Cavallo, culminó con toda esa actividad: fundió las dos cooperativas del pueblo, y mató a las pequeñas y medianas empresas locales. La gente, como en el resto del país, quedó perdida.
"Cayeron todas las industrias proveedoras del campo, se achicaron las licitaciones públicas, es decir todo se pareció a la crisis mundial del 30', la fundición total", compara José.
"En el año 90 tuvimos que cerrar, no podíamos más", recuerda el fabricante. Las deudas, la magra condición de los vecinos, cada vez más sumergidos en la pobreza, también afectaron a la firma García Hermanos, que debió saldar una importante cuenta con el Banco de La Pampa e indemnizar a sus empleados, que quedaron todos en la calle.
La fábrica hoy se contempla como un viejo depósito inundado de tristeza por los años que ya pasaron.
De ese tiempo de pérdidas y dolor, José rescata que junto con su hermano supieron ofrecerles a sus empleados algo más que haberles abonado hasta el último peso antes de cerrar. "Ellos, dentro de todo, pudieron aprender carpintería, y otras cosas útiles", dice García, como si tuviera que explicar.

 

ALEXIS DAURELIO
PERIODISTA

 

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