Viernes 06 de junio 2025

Alma pampeana

Redacción 26/05/2013 - 03.37.hs
Desde los años sesenta hasta la actualidad, las peñas y los grupos de acción cultural fueron espacios de producción y circulación de la música pampeana.

Música, cancionero o folklore pampeano es la denominación genérica que recibe por parte de sus cultores un repertorio fundamentalmente producido en la ciudad de Santa Rosa y algunos centros urbanos como General Acha, General Pico, Victorica y Guatraché. En términos generales las composiciones musicales que se incluyen dentro de esta categoría recrean huellas, triunfos, estilos, cuecas, zambas, como géneros que remiten a músicas de raíz tradicional, desde las estructuras sonoras y los textos literarios. Es una música destinada a ser escuchada, aunque algunas piezas fueran concebidas para ser bailadas, con la guitarra como instrumento acompañante fundamental y marca particular, y el resultado de la musicalización de poesía de escritores pampeanos reconocidos a nivel local, o de textos que por lo menos aborden una temática relacionada con la región.

 

Impulso.
Es durante la década de 1970 que este repertorio comienza a consolidarse: los músicos se van profesionalizando y las composiciones comienzan a cristalizar estructuras literarias, rítmicas, melódicas, formales, que se van constituyendo como el lenguaje propio de esta práctica musical. Se ha podido constatar que este repertorio circuló y circula por acotados espacios sociales, los que se han ido sucediendo unos a otros. Las "peñas", asociaciones civiles y "grupos de acción cultural", fueron los espacios de encuentro entre los músicos y un público cultor de estas expresiones musicales, relacionadas a su vez con otras manifestaciones del hacer artístico local.
En el presente artículo realizaremos una breve descripción de algunas de las agrupaciones e iniciativas que adquieren cierta organicidad en su accionar, y que han contribuido y contribuyen en la circulación de la música de producción regional. Mencionaremos entonces a la Peña y Asociación Civil "Temple del Diablo", a la cooperativa de arte "CoArte", al grupo independiente "Del Arenal", y al proyecto musical "Voces de la Patria Baya".

 

El Temple del Diablo.
La peña cultural "Temple del diablo" funcionó en la ciudad de Santa Rosa desde junio de 1972 hasta febrero de 1974. Fue un espacio dedicado a la difusión de manifestaciones artísticas, se le atribuyeron ribetes de movimiento cultural, en un momento de intensa vida intelectual de la ciudad. El acta fundacional de la Peña expone los motivos que llevaron a su creación: "La necesidad de contar en Santa Rosa con una entidad privada abierta a todas manifestaciones artísticas y culturales y que ponga dedicación especial al cultivo, fomento, promoción, difusión y estímulo de toda manifestación cultural pampeana, regional, nacional y americana". Ese espacio se instituyó como asociación civil, y los integrantes que formaron parte de la primera comisión directiva fueron: presidente María Teresa Poussif; secretario Edgar Morisoli; prosecretario Armando Florencio Rodríguez; tesorero Oscar Santamarina; protesorero Julio Domínguez; y vocales Delfor Sombra, Angel Cirilo Aimetta y Rubén Evangelista.
Los objetivos declarados en el momento de su creación fueron "la realización, promoción y auspicio de todo tipo de acción en el campo de la creación, investigación y difusión cultural, en sus aspectos artísticos, artesanales, científicos, y todos los que hagan al complejo cultural".
"No solo fue la participación habitual de los músicos y los poetas, sino que trajimos cuando pudimos o conseguimos traer, gente de afuera muy importante, a recitar, a cantar, a debatir", afirma Edgar Morisoli.

 

Laboratorio creativo.
Además de proporcionar el espacio para la difusión y concreción de proyectos culturales, era lugar de reunión y trabajo, sobre todo, de sus protagonistas más cercanos. Morisoli la define como "laboratorio creativo", donde poetas y músicos intercambiaban opiniones que en ocasiones culminaban en canción. Sumadas a las actividades programadas, como la presentación de libros, revistas orales, conferencias, documentales, muestras pictóricas o fotográficas, música y poesía eran las protagonistas de las noches en que se dejaba lugar a la espontaneidad. Los "parroquianos" no sólo iban para compartir una copa de vino o una empanada, sino que ésa era la excusa para escuchar una nueva poesía o una canción de reciente creación. Los testimonios coinciden en definir esos momentos como "mágicos", y han transformado con el correr de los años al "Temple" en el imaginario santarroseño como el lugar donde comenzó a legitimarse una identidad artístico-cultural genuinamente pampeana.
"La misma gente de la región creía que no teníamos con qué pelearla, y que no teníamos talento encima. Imagínate, como no va a tener talento en Bustriazo Ortiz, Guillermo Mareque, los hermanos Urquiza, Fernández Mendía, Julio Domínguez El Bardino, el Lalo Molina, Roberto Yacomuzzi", indica Delfor Sombra.
En su contexto surgió el Dúo Sombrarena, integrado por las voces y guitarras de Delfor Sombra y Cacho Arenas, quienes se encontraron con el propósito común de difundir parte del repertorio musical regional que se venía consolidando en esa época, pero que no había logrado difusión fuera de su ámbito de producción.
Mientras que entre los poetas que frecuentaban la peña pueden nombrarse a Bustriazo Ortiz, Morisoli, Margarita Monges, Julio Domínguez, Ana María Lassalle, Roberto Yacomuzzi.

 

La cooperativa.
CoArte funcionó en Santa Rosa entre 1986 y 1995, en la casa donde otrora funcionara el diario La Capital, en la calle Pellegrini 130. Si bien la intención inicial fue que funcionara como una cooperativa de trabajo, los requerimientos administrativo-burocráticos hicieron que eso nunca se concretara en los papeles. Funcionó de hecho como una cooperativa, y se sostuvo durante una década por el esfuerzo de sus integrantes. El nucleamiento inicial de un grupo de músicos se amplió para convertirse en un espacio interdisciplinario de arte. Reunió a lo largo de sus diez años de existencia a artistas de distintas generaciones, provenientes de distintas disciplinas y cultores de diversos géneros y estilos musicales. Así como el Dúo Sombrarena se relacionó con el Temple, el grupo Alpatacal estuvo íntimamente ligado a las actividades de CoArte. Sus integrantes fueron los miembros fundadores y sostenedores del proyecto desde el momento de la creación hasta que la casa de la calle Pellegrini cerró sus puertas. Una enumeración evocando a la memoria de Yacomuzzi y Liliana Martín cuenta entre los promotores iniciales a los intergrantes de Alpatacal, a los de la agrupación Kultrún de Guatraché, a los hermanos Gesualdi de Victorica, a la "Negra" Alvarado y al "Sapo" Santajuliana.

 

Rescate cultural.
Uno de los objetivos delineados en sus estatutos promovía "el rescate del patrimonio cultural de la región, su recreación, y proyección artística y artesanal a través de formas estéticas tradicionales y la creación de nuevas expresiones que contribuyan a delinear un perfil propio, respondiendo de este modo a una necesidad antropológica y promoviendo una acción potenciadora del desarrollo humano y de la transformación de la sociedad". En la actualidad Yacomuzzi indica que apareció "en un momento en el que parecía que el estado estaba un poco ausente, entonces vinimos a cubrir cierta necesidad y si bien nos tildaban de cerrados, cuando había que representar en algún lugar a La Pampa nos llamaban a nosotros. Un poco contradictorio, no?".
Entre las numerosas actividades llevadas adelante pueden enumerarse el dictado de cursos y talleres de distintas disciplinas como música, plástica, cerámica, telar, teatro, tallado en madera, taller literario, taller de periodismo, danzas, etcétera.
La autogestión fue la modalidad que asumió el funcionamiento de la cooperativa: "Lo habitual era una asistencia de 50 o 60 personas... Y hacíamos todo nosotros! Desde colocar el cielo raso, hacer empanadas, limpiar, tocar. Desde hacer las canciones hasta cerrar la puesta del boliche después que terminábamos todo, y abrirla nuevamente para las actividades de los talleres del día siguiente", explicó Yacomuzzi.

 

Grupo Del Arenal.
La primera década del siglo XXI reunió a artistas quienes bajo la denominación Grupo Del Arenal se propusieron promover las actividad de creadores pampeanos. Allí estuvieron Dora Batistón, Marcelo Cordero y Néstor Massolo como coordinadores del grupo, integrado además por Alfredo y Luia Gesualdi, Humberto Mario Dasso, Machi Sanez, José Secco, Leticia Pérez, Chela Gentile, Laura Paturlane, Martín Santajuliana, Kuni Prado y su grupo de danzas, Francisco Terrón, Liliana Epifanio, Juani De Pian, entre otros.
Su objetivo aparece expresado en su facebook de la siguiente manera: "La meta es la difusión de la poesía, música, canto y arte pampeanos por fuera de lo que no brindan los estamentos culturales oficiales provinciales". En actividad desde 2006 las acciones principales que han realizado fueron la presentación de Trípticos dedicados a poetas pampeanos que han sido musicalizados, organizando para esas ocasiones encuentros que han reunido a los poetas homenajeados, con músicos creadores e intérpretes de esas poesías. Si bien el grupo del Arenal no cuenta con el apoyo sostenido de ninguna institución, en ocasiones aúna esfuerzos con la Editorial Voces, de la Cooperativa de Electricidad de Santa Rosa. Esta unión de esfuerzos tuvieron como resultados, por ejemplo, la presentación del libro y del espectáculo Canto Quetral, del poeta Juan Carlos Bustriazo Ortiz; la edición del disco Amanecer Bardino, de Martín Santa Juliana y el disco "Fotos viejas" que finalmente edita las composiciones de la achense Ana maría Gentile.

 

Las voces.
Voces de la Patria Baya es el título de un texto escrito por Morisoli leído por primera vez en 1968 en la ciudad de Bahía Blanca para el IV aniversario de la Asociación Residentes Pampeanos. El mismo nombre portaba el grupo de poetas y de músicos que realizó una presentación artística en el mismo acto, con el objetivo de dar "una visón de la nueva lírica y el nuevo cancionero pampeano. Estos eran Norberto Righi, Edgar Morisoli, Juan Carlos Bustriazo Ortiz, Ana María Lasalle, Margarita Monges, Jorge Brian Riera y Guillermo Salvatierra.
Voces de la Patria Baya se llamó el disco del Dúo Sombrarena (1974), grabado con el propósito común de difundir parte del repertorio musical regional que se venía consolidando en esa época, pero que no había logrado difusión fuera de su ámbito de producción.
Y Voces de la Patria Baya, en 2009, fue el nombre del espectáculo ideado y dirigido por Alberto Carpio, concebido como un homenaje a los protagonistas que contribuyeron y contribuyen a la construcción del cancionero provincial. "Revalorizar el canto de La Pampa a través de un repertorio conocido y desconocido -inclusive para los mismos pampeanos -y más aun- a los propios músicos del lugar" es uno de los objetivos de la iniciativa. El Grupo Vocal Calandria tiene a su cargo el soporte musical principal. El proyecto convoca -además- a intérpretes de varios rincones de la provincia para recrear un repertorio exclusivamente de autores regionales.

 

Consideraciones finales.
Hemos elegido cuatro agrupaciones que a lo largo de la historia relativamente reciente de la provincia de La Pampa han tenido una vinculación y consecuencias directas con la creación, circulación y difusión de la música provincial. Los dos primeros casos -el Temple del Diablo y CoArte- transformados hoy en depositarios de relatos míticos,
como lugares casi mágicos donde se gestaron y concretaron proyectos importantes del quehacer musical regional. Los dos últimos -el grupo Del Arenal y Voces de la Patria Baya- como muestra de una preocupación aún vigente en lo que respecta a la necesidad de difusión de las creaciones pampeanas.
Cabe destacar que tanto músicos como poetas musicalizados han sido los protagonistas, promotores y "motores" centrales de estas iniciativas. La motivación descansa en el objetivo de lograr la difusión del repertorio descrito al comienzo de este trabajo como "folklore o música pampeana" y la necesidad de consolidar y hacer trascender una música propia, de tinte regional, en sintonía con el modo de ser del pampeano, y que contraste con el modelo "nacional" difundido por los medios. Esta búsqueda de legitimación constante que se actualiza en cada proyecto, en cada agrupación demuestra la necesidad no satisfecha aún de la consolidación de ese repertorio como representativo de la región para sí mismos y con respecto a la nación.

 

Ana María Romaniuk
INVESTIGADORA. UNLPam, UBA

 


 
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