Anduve
Anduve por la Reserva Natural Pichi Mahuida. Sitio áspero, seco, espinoso. De ráfagas frías en pleno mayo y arena que pega con fuerza en la cara. Zona hostil de La Pampa, al centro sur de la provincia…bien al sur. Área sedienta y salina que parece no enterarse de que el río Colorado es su huésped permanente; y de lujo.
Fernando M. Carrillo *
Pichi Mahuida significa “sierra chica” en mapundungun. No hay sierras; ni chica ni grandes. No encuentro relación entre el nombre y el entorno. Es cierto que está en el departamento Lihuel Calel, que tiene sus serranías hacia el noroeste; pero desde Pichi Mahuida ni siquiera se ven.
La Reserva Natural propiamente dicha se recuesta sobre la margen norte del río Colorado, el único de caudal permanente de La Pampa (1) y límite geográfico con la provincia de Río Negro. Está a 77 kilómetros al oeste de La Adela, río arriba (2).
Llegamos por camino de tierra, uno de serrucho continuo, tosca blanca y piedras grandes; huella de greda volátil que atraviesa varios guardaganados que funcionan como límite entre los campos privados.
La reserva natural cuenta con más de 4100 hectáreas protegidas de monte bajo, espinoso y ralo, esto último por efecto de incendios que recientemente acabaron con la poca vegetación mediana que pudiera haber habido. Hoy día, entre los troncos quemados, rebrotan caldenes pero el paisaje está dominado por los alpatacos y las jarillas.
Meterse campo adentro siguiendo alguna huella de ganado es perderse en una monotonía sin fin, que puede ser por momentos abrumadoramente aburrida y por momentos deslumbrante, al sentirse uno absorbido por los elementos y la soledad del paisaje.
De una forma u otra, bien visto, no está uno en absoluta soledad ni la monotonía es total: un canto por aquí y otro por allá descubren calandrias, verdones y hasta una garza blanca, entre otras aves. Y las huellas en el piso arenoso delatan el paso de ñandúes y vizcachas.
Motivó mi viaje acompañar a Pablo, un amigo, en búsqueda de tres aves que él quería fotografiar y nos volvimos sin que aparecieran: queríamos dar con algún ejemplar de atajacaminos o de cacholote pardo, que por algunas referencias sabíamos que estaban por allí, pero esta vez no se mostraron. También hay quienes han visto por la zona cardenales amarillos y águilas coronadas pero ninguno de ellos apareció.
Pudimos ver, en cambio, bandurrias chaqueñas, dormilonas, un gaucho chico y un gallito copetón. Pablo pudo obtener buenos registros de ellos.
En la Reserva no hay más estructura humana que la casa del encargado y un galpón adjunto con sanitarios; esta presencia humana, rodeada –casi escondida– por un pequeño bosquecito de tamariscos que intenta, malamente y sin éxito, resguardar al visitante de la hostilidad ambiental. El viento pega, el frío amedranta y la sequedad se siente en la garganta.
Pero estar ahí para sentirlo, es hermoso.
Y detrás del montecito de tamariscos aparece quizás lo más llamativo dentro de tanta aridez. A los pocos metros, el terreno desciende en su nivel y detrás de los últimos arbustos aparece alegre y orondo el río Colorado.
No se anuncia. No hay bullicio de agua. No hay bandadas de aves acuáticas. No hay olor a río. Ni siquiera hay humedad ambiente que a uno lo ponga en situación de hallar un curso de agua. Aparece. De la nada. Está ahí.
Con una particularidad: justo en ese punto del curso, pero en la vecina provincia de Río Negro, se levanta la central hidroeléctrica Salto Andersen, de modo que desde el lado pampeano se puede observar el paredón (no muy alto pero sí largo -más de 10 compuertas-), la breve cascada artificial, el pequeño lago aguas arriba y la estructura de la central, con su característico techo azul y el tendido eléctrico detrás.
Algo de la historia del paraje...
El lugar estuvo ligado desde siempre al contacto entre las poblaciones indígenas a un lado y otro del río pero no hay registros concretos de ello en el punto que visitamos.
Unos 15 kilómetros al oeste se encuentra la localidad Pichi Mahuida (que no hay que confundir con la Reserva Natural donde estábamos), en el margen rionegrino, que a principios del siglo XX llegó a ser una estación de trenes de cierta importancia ya que conectaba directamente con Bahía Blanca por el Ferrocarril del Sur. Hasta allí llegaban las provisiones que abastecían a los viejos boliches de campo de todo el oeste pampeano y norte de Río Negro; y por allí salía al puerto la producción lanar de las grandes estancias pioneras.
Pero, a decir verdad, no llegué en este viaje al poblado Pichi Mahuida y quedará para más adelante conocer el histórico puente carretero sobre el río Colorado, declarado patrimonio cultural. Si bien la localidad se ubica del lado rionegrino, hay población en la margen pampeana y representa una unión histórica y profunda entre las dos provincias.
El paraje que nosotros visitamos es la Reserva Natural Pichi Mahuida. La central hidroeléctrica que veíamos enfrente se ubica sobre el “salto Andersen”, un natural descenso brusco del río de unos 8 metros de altura.
Su nombre remite al ingeniero Thor Andersen que entre 1939 y 1940 hizo un reconocimiento de la zona para buscar, justamente, un salto en el río que permitiera concretar un viejo proyecto de embalse que tenía en estudio el gobierno nacional. Las primeras obras fueron sólo para su utilización en riego, pero desde la década del 50 se pensó en la generación de energía eléctrica. La central se concretó como tal recién en 2011 -mucho más de medio siglo después de lo previsto- y desde entonces genera electricidad que entrega al Sistema Interconectado Nacional. (3)
En cuanto a la Reserva, fue creada en la década del 70 (a través de un decreto en el año 1974) y tiene estatus de ley provincial desde 1996. La administra la Subsecretaría de Ambiente a través del Sistema Provincial de Áreas Protegidas (SIPAP). El personal y los fondos dependen en su totalidad del gobierno de La Pampa.
Protege especies locales de la llamada ‘ecorregión del monte de llanuras y mesetas’, tanto faunísticas como de flora. Y la costa del río es especialmente importante por dar cobijo a varias especies migratorias que viajan entre el sur y el norte de Sudamérica y hallan allí descanso, agua y comida en ese cuasi desierto que es la estepa patagónica norte.
Nuestro viaje terminó bien entrados en la tarde. Nos llevamos un poco de esa tierra lejana encima de la ropa y el viento sureño anidado en el pelo. Y los ojos llenos de cielo pampeano.
(1) Los otros ríos, el Atuel, el Salado-Chadileuvú-Curacó y el Quinto, por distintas razones no exentas de largos conflictos, se cortan aguas arriba o se desbordan sin previo aviso.
(2) Para mejor ubicación: la Reserva Pichi Mahuida está 70 kilómetros al sur de Cuchillo Có; a 331 de Santa Rosa; a 15 del poblado más cercano, también llamado Pichi Mahuida, pero en la margen rionegrina del Colorado; y a 335 de Toay, mi punto de partida.
(3) Algunos datos de la central: se ubica sobre el llamado “Salto Andersen” y tiene una potencia instalada de 7,92 MW que entrega al Sistema Interconectado Nacional. La opera y mantiene la empresa Aguas Rionegrinas Sociedad del Estado. Tiene un salto útil de 7,50 metros y genera a partir de una caudal de 120 m3/s con los que trabajan dos turbinas de 3,93 KW de potencia cada una. Aporte al Mercado Eléctrico Mayorista.
* Periodista
Artículos relacionados