Aquel Inodoro y el Tano
En este artículo, el autor rememora la construcción de la escenografía para la obra Inodoro Pereyra en Santa Rosa y su posterior contacto con el creador de este gran personaje, Roberto Fontanarrosa.
Juan Aldo Umazano *
Por circunstancias especiales no teníamos escenógrafo.
-¿No te animás a hacerla vos?-, me preguntó el Tano Filippelli limpiándose los lentes sin mirarme.
Yo que soy un atrevido dentro de la tarea teatral, le contesté: -Yo nunca hice una escenografía. Pero trataré…
Veo la sonrisa ladeada del Tano, como liberándose del tema.
Cuando llegué a mi casa, después de cenar hice distintos bocetos, y al otro día antes del ensayo, se los mostré. Le indiqué que el rancho de Inodoro Pereira iría a la derecha del actor, en el segundo y tercer plano.
-Sabiendo ya dónde irá el rancho, podré jugar las escenas en el resto del escenario-, aseguró el Tano. -Debemos colgar en algún lugar una guitarra que tenga la forma de caparazón de tortuga-, dijo como pensando en voz alta. -Puede ser aquí-, y señaló uno de los palos que sostenía el rancho.
Cuando lo bocetaba, recordé al autor de la obra calificando al rancho de Inodoro como “marsupial insólito”. Eso me daba libertad para alejarlo de la realidad y hacerlo como quisiera guardando siempre la esencia. Todo lo que pensábamos debía desembocar en algo práctico. Sabiendo el lugar que iría, ya se podía ensayar y marcar las escenas. Para el estilo de montar una obra que tenía el Tano, era necesario. Lo primero que planté fueron los palos atados con alambre, a unos treinta centímetros del piso del escenario; donde uno al lado del otro, permitiría caminar. Como todo lo que transcurriera dentro del rancho lo debía ver el público, no tendría paredes. Sí, el marco de una ventana deformada y sugerida con pequeñas ramas, de manera que no tape lo visual.
La guitarra estaba hecha con una goma espuma que con una tijera le había dado la forma de una tortuga; las cuatro patas al costado sobresalían como cuatro orejas. Debía ser así porque en un momento Inodoro decía: -“Ahora me dedico a tocar música lenta”-, y la señalaba.
Por mástil le puse una madera larga. Este instrumento mezcla de guitarra-tortuga y charango, se usaba al final cuando payaban Inodoro y Mendieta.
En la otra punta del escenario en segundo plano, un árbol seco con un nido de hornero, hecho también de goma espuma revocado en barro.
Al techo del rancho, le puse una hilera de pastos punas, sostenidos por alambres.
Un vecino que tenía campo me había regalado un asiento de sulky y lo tenía en casa. Al Tano le gustó y lo puso a la derecha en primer plano al lado de la parrilla. No solo ambientaba, sino que del cajón que tenía el asiento, Inodoro para hacer un asado, sacaba un cuchillo y un tenedor largo, y los leños para hacer un simulado fuego. Después aparecía el Inspector de Parrilla, y le anulaba los distintos cortes de carne incluyendo achuras, y se quedaba sin comer. Tanto esta escena como las otras estaban cargadas del desopilante texto del autor.
Detrás de esa parrilla, amarrada a uno de los palos que sostenían el techo del rancho, había una rueda de carro donde estaqueaban al Escorpión Resolana para jugar la escena.
Reflexión.
Cuando una puesta no corre por cuenta del Estado, no solo los actores y los técnicos no cobran, sino que todos hacen de todo.
Recuerdo que con Juancito Neveu, gran músico pampeano, fuimos en moto hasta el campo de un amigo suyo y buscamos huesos de osamentas. Encontramos caderas, costillas, patas, cabezas. Los metimos en dos bolsas que habíamos llevado, y apenas llegamos a casa los sumergí en agua con cal, los dejé unos días y después de lavarlos bien, ya secos, el Tano los desparramó por el escenario.
Con dos caderas de vaca, hice un banquito poniéndole arriba una lona y quedó muy cómodo. Daban ganas de ponerlo en el patio de alguna casa.
El estreno se hizo en el Teatro Español y fue todo un éxito. Después se fue a muchos pueblos.
Mi perro no habla.
Como yo debía hacer una función de títeres, no pude ir a Guatraché con el elenco, pero me lo contó el Tano, con esa capacidad de observación que tenía.
Estaban bajando las cosas para armar el escenario, en el mismo momento que un paisano miraba el cartel anunciando la función donde aparecía Inodoro Pereyra y Mendieta. Dándose cuenta que el Tano formaba parte del elenco, le preguntó si era cierto que el perro hablaba. El Tano risueñamente le dijo: -No mucho.
-Porque yo tengo un perro que hace de todo. Lo llamo y viene, le digo salte y salta. Salimos a cazar y me trae las perdices y las liebres. Pero sabe una cosa: No habla. ¿Es cierto que este perro habla? Debe ser difícil enseñarle hablar a un perro.
-Usted venga a la función y se va a enterar como habla un perro.
-Bueno voy a venir.
El Tano entró al salón y el paisano se fue.
Terminada la representación, lo buscó, pero al paisano no lo vio. Después se lamentaba: - Me hubiese gustado seguir hablando con él. Los que hacemos teatro, sabemos que de esa gente se nutren los personajes.
Justificación.
En esta pequeña nota donde he recordado la puesta de Inodoro Pereira en Santa Rosa, no nombré a las actrices y actores que trabajaron, porque no tengo el programa de mano que se había hecho, y corro el riesgo de dejar afuera a algunos de los que trabajaron. Y como ya lo dicho en otra nota, eso sería injusto.
Resumiendo.
Después del estreno de la obra, ya en Rosario, el Tano en el bar El Cairo, le muestra a Fontanarrosa la foto de la escenografía. Cuando observó el rancho de Inodoro que era bastante alto, dijo: -Parece el sombrero de Carmen Miranda-. Y por supuesto se quedó con ella.
Como siempre se encontraban con Fontanarrosa en ese conocido bar, a través de él, me envió este dibujo donde Inodoro Pereyra y Mendieta están tomando mate, dibujo que hoy lo conservo bien encuadrado, colgado en mi casa como un recuerdo de ese gran escritor, humorista y dibujante argentino, que fue Roberto Fontanarrosa.
Cuando dirigí y trabajé como actor en Fontanarrosa en Vivo, con el elenco Gente del Sur, del que tengo el afiche hecho por Alfredo Olivo, tuve la oportunidad de hablar por teléfono varias veces con él.
Nos quedamos con las ganas.
Otra cosa que me pidió el Tano fue una adaptación de Inodoro Pereyra y Buggi el Aceitoso, ambos personajes son de Fantanarrosa. Terminé de escribir la obra, se la envié al Tano, y le gustó mucho. Me propuso encontrarnos dos o tres días para corregir y la montaríamos. Pero el Tano se enfermó, y el trabajo se quedó sin corregir ni montar. Como en esos tiempos yo escribía a máquina y no hice copia, a la obra la perdí para siempre porque nunca la reescribí.
* Dramaturgo, titiritero, actor, escritor
Archivo fotográfico
Durante la edición de esta nota encontramos en Internet, específicamente en la página de Facebook del Archivo Histórico Municipal de Santa Rosa, tres imágenes de la presentación de la obra “Inodoro Pereyra. El renegau”, de Fontanarrosa.
En las fotos puede verse al elenco sobre el escenario y un programa de mano con el nombre de cada uno de los actores, actrices y técnicos que formaron parte de esta puesta cuya dirección general estuvo a cargo de Eugenio Filippelli, el Tano, tal como lo nombra Aldo Umazano en el artículo. La imagen está fechada en 1987 y fue tomada en el Teatro Español de Santa Rosa.
El elenco estuvo conformado por Daniel Ayerza, Sonia Suárez Cepeda, Mary Britz, Ignacio Sánchez, Diego Delamer, Laura Puente, Héctor Malgá, Viviana Felice, Osvaldo Stefanazzi y Rodolfo Cuco.
Por otra parte, la ambientación, escenografía y vestuario estuvo a cargo de Actores Asociados, la iluminación fue de Julio H. Pérez, el sonido de Raúl Etchaniz, asistencia técnica de Juan Pavesi, asistencia de dirección de Aldo Umazano, el grupo vocal fue Cantizal, los relatos de Rodolfo W. Cuco y Alberto Carpio en la guitarra.
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