Sabado 23 de marzo 2024

Genio del humor gráfico

Redaccion Avances 27/11/2022 - 09.00.hs

En aquella época dorada de la historieta argentina en la que confluyeron brillantes dibujantes y guionistas, uno de esos artistas del lápiz –actualmente comparado con el genial Quino- fue Roberto C. Battaglia.

 

Carlos A. Rodrigo *

 

La historieta, como le decíamos en nuestra época y antes de que se utilizara el extranjerizante “cómic”, tuvo en nuestro país una época de oro. Según algunos historiadores que han investigado sobre este interesante fenómeno cultural, esa época dorada de la historieta podríamos situarla, fundamentalmente, entre los años 40 y 50 del siglo pasado. (1)

 

Sin querer profundizar –especialmente por razones de espacio- en ese profuso universo de historietas de humor y de aventuras es necesario, sí, dar un ligero contexto del nacimiento de este arte en el cual brillaron talentosos creadores del dibujo y de ingeniosos guiones que nos hacían viajar, a pura imaginación, por los lugares más exóticos del planeta o nos introducían en pintorescos conventillos de La Boca.

 

El recordado dibujante y recopilador de personajes de historietas, Oscar Vázquez Lucio (Siulnas) afirma en su libro “Historia del humor gráfico y escrito en la Argentina” que el primer personaje de historieta creado en nuestro terruño –en 1913- fue “Don Goyo Sarrasqueta i Obes”, obra del dibujante Manuel Redondo; posteriormente los lectores lo popularizaron simplemente “Sarrasqueta”, y sus divertidas aventuras se publicaron a toda página en la revista “Caras y Caretas” durante casi dos décadas.

 

El éxito de esta página pionera motivó a otros dibujantes a crear nuevos personajes que fueron contemporáneos de “Sarrasqueta” en “PBT”, “Austral Magazine”, “El Hogar”, “Mundo Argentino” y otras publicaciones.

 

Quinterno.

 

En 1925 un joven dibujante dio a conocer sus primeras tiras humorísticas que él tituló “Panitruco”; luego crearía “Manolo Quaranta”, “Un porteño optimista” y “Don Fermín”. Este destacado artista del lápiz se llamaba Dante Quinterno y fue el creador de “Patoruzú”.

 

Pero, tres años antes otro excelente dibujante y caricaturista llamado Ramón Columba había dado a conocer a los amantes del humor gráfico su revista “Páginas de Columba” desde la cual fue formando un verdadero semillero de brillantes artistas que serían posteriormente los creadores de inolvidables personajes, de humor, como de aventuras.

 

En 1928 Columba da vida a la revista “El Tony”, de larga existencia y que abriría el paso a varias más: “Intervalo”, “Fantasía”, “D’Artagnan” y otras de su editorial. Mientras tanto, Dante Quinterno, que a través del diario “Crítica” había dado a conocer –el 19 de octubre de 1928- a aquel indio bravo y generoso que conocemos como “Patoruzú” lanzaría a los kioscos, en 1936, la revista del mismo nombre.

 

Quinterno, integró su equipo con destacados dibujantes y guionistas, y a la vez fue formando otra legión de creativos artistas del lápiz cómo Guillermo Divito, Guillermo Guerrero, y otros que con el tiempo llegaron a tener sus propias revistas.

 

A fines de 1944 Divito dejaría de trabajar para Quinterno y se llevaría con él a sus exitosos personajes; especialmente sus esculturales “Chicas” a su propio semanario, que ofrecería a los lectores – el 16 de noviembre de 1944- con el nombre de “Rico Tipo” y que en poco tiempo sería un verdadero “fenómeno de masas” alcanzando ventas semanales de 300.000 ejemplares.

 

Para competir, el creador de “Patoruzú” no perdió tiempo y el 11 de octubre de 1945 lanzó al mercado un nuevo producto de su sello: “Patoruzito”, el que pronto sería un suceso editorial, artístico y de ventas, con tiradas muy cercanas a las de “Rico Tipo” y a veces superiores.

 

La buena acogida de las revistas de humor y de aventuras, sin la competencia de la televisión, que se inauguraría el 17 de octubre de 1951 pero tardaría varios años en abarcar el mapa nacional, se multiplicaba, y los kioscos de diarios mostraban las portadas multicolores de las ya citadas, pero también de otras, como: “¡Aquí Está!”, “Figuritas”, “Cara Sucia”, “Pilucho”, “Cascabel”, “Tit Bits”, “Rataplán” y “El Gorrión”, por citar solo algunas, sin olvidar a “Billiken”, “Mundo Infantil” y varios periódicos que publicaban tiras diarias.

 

Roberto C. Battaglia.

 

En ese primer ciclo de oro de la historieta, en 1939 da a conocer a través del diario “Crítica” su personaje “Don Grapini”, un muchacho de apenas 16 años nacido en Villa del Parque el 17 de febrero de 1923.

 

De su mente creativa surgían delirantes “muñecos” de tinta y de papel que despertaban nuestras carcajadas al deleitarnos con sus desopilantes aventuras.

 

En 1945, cuando Quinterno dio vida a “Patoruzito”, Battaglia llegaría a esas páginas con sus divertidas creaciones. Su fama creció rápidamente, a la par que iba creciendo la tirada del flamante semanario.

 

En 1953 aparece la revista especializada “Dibujantes” y Battaglia pasa a ser un habitual colaborador. En el ejemplar del Nº 2 (octubre 1953) pudimos conocer su rostro de porteño morocho, peinado a la gomina, elegante en el vestir y simpática sonrisa; pero también sus comienzos en esta carrera artística. “Dibujantes” decía: “Iniciado muy joven en la sección dibujantes de la revista ‘Patoruzú’, poco tiempo después mostró sus notables condiciones para la especialidad que cultiva y que le han permitido la obtención de señalados éxitos no sólo en nuestro país sino en el extranjero, pues son varios los países de América que publican su historieta ‘Egoísto’. Su gran éxito lo constituye ‘Mangucho y Meneca’, publicada desde hace varios años en ‘Patoruzito’, y donde se destacan sus desopilantes personajes Don Pascual, Taraletti, Míster Ñaña, Zazá, Don Pulguetti, El sapo Felipe y otros. Además de los trabajos enumerados, Battaglia, ha publicado historietas en los diarios Crítica de Buenos Aires y La Capital de Rosario”.

 

Battaglia, estaba en la cúspide de la popularidad y, en el ranking de las historietas organizado por “Dibujantes”, un personaje de su creación, “Mangucho”, ocupaba el primer lugar obteniendo, por ello, medalla de honor; detrás de él quedaban apellidos célebres como: Quinterno, Lino Palacio, Divito, Ferro, Mazzone…

 

Pero, un día, como si los siniestros invasores de “El Eternauta” los hubieran llevado para siempre, desaparecieron de las páginas de “Patoruzú” y “Patoruzito” el regordete “Mangucho”, “Zazá”, “Taraletti” y hasta “María Luz” –la niña genio-, el “Señor Mordancio” y, por supuesto, con ellos su creador Roberto Battaglia.

 

Por décadas su destino fue un misterio y sólo algunos amigos sabían que estaba en Estados Unidos, donde ya había otros humoristas gráficos argentinos triunfando; recibían cartas de él, pero poco a poco las noticias se iban apagando hasta llegar la oscuridad total que cubrió al deslumbrante genio que hoy muchos comparan con el universal Quino.

 

Pero un tenaz periodista, Julio Lagos, hace pocos años pudo conocer parte de su “triste y solitario final” a través del conocido dibujante Osvaldo Laino, que también se radicó en el país del norte; transcribimos parte de la valiosa información brindada al Sr. J. Lagos: (2)

 

“La fortuna golpeó a mi puerta, ya que compartí parte de sus últimos años cuando residía en New York. Por razones personales dejó atrás la fama para mudarse a la Gran Manzana. Lamentablemente, Roberto no tuvo la misma fortuna en el país del norte y se fue perdiendo en el olvido. El destino le jugó una mala pasada. Da la impresión de que su lugar era Buenos Aires, pero no regresó, dejando su humor inigualable y esos personajes que semana a semana le brindaban alegría a todo un pueblo (…)”. (3)

 

En su valiosa nota periodística J. Lagos arriesga, en base a diversas versiones que, a inicios de la década del ‘60, “(…) Al principio, Battaglia dibujó y publicó en una revista similar a “Mad”, aunque muy pronto abandonó la profesión. En algún momento manejó autobuses y luego puso una empresa de pintura. Se alejó de su familia, aparentemente como consecuencia de haber formado una nueva pareja. Y al mismo tiempo comenzaron a espaciarse las respuestas a las cartas de sus amigos. Luego dejó de escribirles. Finalmente, no se supo más nada de él”.

 

Casi medio siglo después llegaría la triste noticia. Este prodigioso humorista gráfico falleció, según datos de Laino, en el 2005, dejando huérfano a sus decenas de personajes y consternados a millones de lectores que aún lo recordamos.

 

El 17 de febrero venidero se cumplirán cien años de su nacimiento; excelente oportunidad para que la Asociación de Dibujantes de Argentina lo recuerdo con una exposición de sus añorados dibujos.

 

(1) Algunos investigadores de las historietas opinan que, una “Segunda época de oro” comenzó a afianzarse con la radicación de editorial Abril y el boom de sus revistas “Salgari” (1947), “Misterix” (1948), “Rayo Rojo” (1949), etc. y la llegada de notables dibujantes y guionistas italianos como Hugo Pratt, Ivo Pavone, P. Campani y guionistas de la talla de A. Ongaro y el argentino H. G. Oesterheld; así como la creación de editorial Frontera y las revistas de Oesterheld: “Frontera” y “Hora Cero” y la mítica aparición de “El Eternauta” (1957).

 

(2) Julio Lagos, es periodista y locutor, habiendo tenido a su cargo exitosos programas de la TV argentina. Varias veces premiado es, además, investigador de nuestras historietas, sus autores y personajes.

 

(3) Osvaldo Laino, destacado humorista gráfico argentino radicado en EE.UU.

 

 

También los pampeanos

 

En la década del ‘20 del siglo pasado se hizo cargo de la dirección de la Escuela Normal de Santa Rosa el maestro Juan Manuel Cotta, quien estuvo varios años en esa ciudad. Cotta, que años después llegaría a ser un fecundo escritor y poeta, (*) vino a La Pampa con su esposa y sus pequeños hijos; Juan Ángel (7) y Blanca (2); ambos, años más tarde y en Buenos Aires, triunfarían en el dibujo humorístico y, en el caso de Blanca en el rol de cocinera en la TV, en la docencia y el periodismo.

 

A comienzos de la década del ‘40 publicaron historietas en la revista “Páginas de Columba”, “Cascabel”, “Cara Sucia” y “El Hogar”. Juan Ángel tuvo extensa trayectoria en “Rico Tipo” y en su especialidad, el dibujo, obtuvo importantes premios.

 

Otro, que vivió varios años en Castex y siempre se sintió pampeano, más allá de haber nacido en San Luis, fue León Benarós. Muchos ignoran que en su juventud y cuando cursaba la carrera de abogado, este multifacético hombre de la cultura argentina escribía guiones para tiras de historietas y fue director de la revista “Medio Litro” en cuyas páginas campeaba el humor costumbrista.

 

Entre sus personajes, en aquella época de oro, quedaron registrados “Don Solazo” y “Amapola”, ambos dibujados por Jorge Elena mientras que el afamado A. del Castillo se encargaba de llevar al papel su risueño “Infra-Man”. Benarós, se inició con la tutela de Abel Santa Cruz con quien escribieron a dúo muchas páginas humorísticas y libretos para programas radiales.

 

(*) El padre de los hermanos Cotta publicó numerosos libros; uno de ellos lleva por título “Leyendas y episodios de La Pampa”.

 

 

* Colaborador

 

 

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