Lunes 05 de mayo 2025

La calavera y el destello

Redaccion Avances 10/11/2024 - 15.00.hs

Este relato continúa la serie del libro “Cuentos de luces, tesoros y aparecidos” que, recordando su infancia y juventud en Lihué Calel, escribiera Juan Luis Gallardo, integrante de la familia que antiguamente fue propietaria de los campos donde se sitúa la tierra. El relato tiene valor literario y antropológico.

 

Juan Luis Gallardo *

 

Aclaración: Estos cuentos no son cuentos

 

Si bien este libro pudo haberse llamado Los Cuentos de Gauna, la historia que elegí para darle comienzo no es un cuento de Gauna. Se trata en cambio de un suceso que le ocurrió a mi padre en el primero de sus viajes a las sierras y que él mismo relata en el artículo sobre Lihué Calel que ya he mencionado, aparecido en La Nación el 8 de agosto de 1943. Transcribo textualmente el fragmento que hace al caso.

 

Cavábamos en la cumbre de un cerrillo. Un fémur, una tibia, clavículas, costillas. Sin duda, era aquél el cementerio buscado. ¿Hallaríamos un emprendado de plata? Entre las piedras apareció, lisa y redonda, una tapa de cráneo. Me incliné para sacar con mis manos la pieza que la pala podía estropear. Era mediodía. En ese instante un resplandor vivísimo nos deslumbró a los cinco que allí estábamos. La enceguecedora luz provenía de la copa de un caldén, que estaba en el valle, distante tres o cuatro cuadras. Fingiendo indiferencia, inquirí qué era aquello.

 

-Allí no puede haber nadie- me contestaron con supersticioso temor.

 

Y no había nadie. Para encuadrar el incidente dentro de la lógica, decidí que aquél debía ser un árbol de gualicho, uno de esos caldenes inmensos que los indios honraban atando en sus ramas lanitas de colores, cuentas, espejitos o vidrios. De ahí el reflejo.

 

Regresé ufano por el valle. Traía el cráneo indígena desenterrado, con mil precauciones. Me salió al paso una vieja, de rasgos autóctonos definidos. Vio el cráneo y su cara se contrajo con odio y horror. Esperé resignado una maldición. Pero repentinamente se llenó de júbilo, y señalando la zigzagueante soldadura de los huesos de la cabeza, exclamó: no ser de hermano, tiene cruz en el mate.”

 

* Escritor

 

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