Lunfardo: El chamuyo popular
En el 64 aniversario de la Academia Porteña del Lunfardo publicamos este artículo dedicado a esta jerga tan popular y potente, que atraviesa generaciones. También compartimos una entrevista con el estudioso en el tema, Oscar Conde.
Walter Cazenave *
La Argentina de finales del siglo XIX y principios del XX asomaba como una tierra de esperanza para los desheredados de gran parte del Viejo Mundo Oriente. Arribaban a estas playas italianos, franceses, españoles, sirios, turcos, rusos, libaneses, alemanes, ingleses y en menor medida, algunas otras etnias, cada una con las particularidades de su cultura, que se sumó a la de los criollos, y con su cultura el idioma. Apelando a una imagen gastada pero efectiva bien puede decirse aquel país era una moderna Babel.
De semejante mezcla surgió el “argentino típico” (que tan bien describiera Pierre Kalfón en su hermoso libro Argentine) y, en forma paralela una jerga, un léxico o como quiera llamársela (los tratadistas hablan también de germanía) que del litoral portuario donde se originó, se expandió a todo el Río de la Plata y el país, y aun a los bordes limítrofes aportando nuevos términos y significados al idioma cotidiano. Esa lengua, popular y potente fue, es, el lunfardo.
¿Ya desde Alighieri?
Una teoría bastante aceptada dice que la palabra deriva de “lombardo”, el origen provincial de una etnia italiana tenida por poblada de ladones, cuya lengua reservada y comprensible solamente para los de la cofradía, se extendió luego al resto de la península. Hay quien destaca que el origen pudo ser muy antiguo ya que algunas expresiones de señas aparecen en la Comedia del Dante. Por otra parte señalan algunos estudiosos que el lunfardo forma parte de la evolución que tienen todos los idiomas y, como ejemplo, dicen que cuando la vigencia del latín, los que son actualmente idiomas reconocidos (en Occidente al menos) tenían la misma categoría de hablas populares e impropias. Ni más ni menos que el lunfardo.
Por otra parte todas las lenguas modernas derivadas o influidas por el latín cuentan con subidiomas de igual categoría, a menudo reservadas en su esencia a grupos: giria en Portugal, caló en España, slang en Estados Unidos.
En Argentina el lunfardo incorporó y puso en vigencia cantidad de palabras por tradición o por necesidades idiomáticas del momento. Algunas perdieron vigencia pero otras perduran ya definitivamente incorporadas al idioma, tales el caso de bondi, atorrante, mina, bulín, pibe, boncha, garufa, lora (en su sentido de prostituta), milonga, minga, lancero, gil, amarrocar, bacán, engrupir, campanear, cana, yuta... Todas ellas, claro, en su condición de verbos, sustantivos, adjetivos, gerundios o participios.
Una particularidad del lunfardo argentino es el “vesre”, que consiste en reelaboración de palabras trasponiendo sus letras, caso de boncha, fecha, rope, choborra, camba, bolonqui, bepi, garca, chabomba, nami, chochamu, ortiva, dorima…
La fundación.
Semejante cantidad de elementos carecían de un orden, de una sistematización y estudio hasta que el 21 de diciembre de 1962, José Gobello -junto al poeta Nicolás Olivari y el periodista Amaro Villanueva- fundan la Academia Porteña del Lunfardo con el objetivo de estudiar el habla popular, remedo de la real Academia de la Lengua Española y sus correspondientes de otros países y con pretensión de integrar, también, el grupo de academias nacionales en distintas disciplinas, circunstancia esta última todavía no lograda. Oscar conde, miembro de la Academia dedicado al estudio de las palabras en vigencia, las que se pierden o las que se re-usan, estima en unos 6 mil los términos lunfardos, con una incorporación de unos setenta por año, circunstancia que da una idea de la vitalidad de esa jerga.
Posiblemente por esa característica es que la Academia transgredió su condición de “porteña” y se avino a contar con miembros y aportes de personas y estudiosos del interior del país quienes avalan la dinámica de la institución.
También resulta notable cómo el lunfardo ha pasado a ser de un hecho idiomático meramente pintoresco, y en parte despreciado, a ser objeto de serios estudios académicos y hasta influir en la expansión de una literatura que reconoce sus inicios en las primeras décadas del siglo pasado y se prolonga hasta hoy, especialmente en las formas poéticas expresadas a través del tango pero también de libros. En este aspecto se reconoce afianzamiento y trascendencia desde la aparición de los poemas en La Crencha engrasada, el libro de Carlos de la Púa (Carlos Muñoz y Pérez , o Del Solar).
Y un dato para tener muy en cuenta: también por estas latitudes -al margen de su uso idiomático- campea esa germanía. Hace un par de años el escritor realiquense Carlos Rodrigo recopiló una antología de la poesía lunfarda en La Pampa, un material notable que está a la espera de presentación. Claro: reconoce antecedentes jerarquizados, caso de los singulares poemas lunfardos que escribiera Juan Ricardo Nervi quien en uno de los poemas y refiriéndose a la jerga, afirma taxativamente que “Quevedo, si viviera, lo hablaría”.
* Miembro de la APL
El dinamismo de un hablar
Oscar Conde, un estudioso del tema y miembro de la Academia, explica los usos y la vigencia de esta habla popular que forma parte del patrimonio de los argentinos.
- ¿Qué es el lunfardo y cuándo apareció?
- El lunfardo es un vocabulario. Es decir, un léxico del habla popular de las ciudades grandes del Río de la Plata, como Buenos Aires y Montevideo, pero también como La Plata o Rosario, toda la amplia zona rioplatense. Sin embargo, desde hace por lo menos 40 años, ya es un argot nacional, es decir, está difundido por toda la Argentina y por todo Uruguay.
- ¿Qué necesita un término para convertirse en lunfardo?
- Es una pregunta que no tiene una respuesta unívoca. Para empezar, llamamos argot a las hablas populares de las grandes ciudades del mundo, es decir, un léxico que incluye palabras y construcciones, estructuras formadas por dos o más palabras como por ejemplo, “dar bola”, “tirar los perros”. Como todo argot, hay un principio básico que tiene que ver con lo lúdico, son palabras con las que el hablante empieza jugando. A veces son tomadas de otra lengua y deformadas, o tomadas tal cual (…). Otras veces, son alteraciones morfológicas, fonéticas, de diversas palabras. Puede ser que se acorte una palabra por delante y por atrás, y al “abogado” se lo llame “boga”, o que se elimine la parte de atrás de la palabra y te quede “breto” en lugar de “sobretodo”. Este aspecto lúdico es importante porque si uno no tiene claro eso, podría confundir un lunfardismo con un argentinismo.
- ¿A qué refiere esa confusión?
- Hay palabras que se usan solamente en Argentina pero que no tienen este plus lúdico. Las palabras “guitarreada”, “colectivo” o “pollera” no tienen ningún afán lúdico. En cambio, sí lo hay en la palabra “rescatarse”, en “chapar”, o en “temaiken”, que usan los chicos ahora para decir “qué buen tema”. Hay algo lúdico en “vende humo”, en “groncho”, en “cheto”, en “ortiva”. Está claro que todas las palabras que integran el lunfardo son argentinismos pero no al revés. El conjunto de los argentinismos es mucho más amplio, porque en los argentinismos tenemos, además de estas palabras de uso general que no tienen ningún valor lúdico, los regionalismos, es decir, las palabras que se usan casi exclusivamente en una provincia, en una región o en una ciudad del interior de nuestro país.
- ¿Usamos palabras antiguas del lunfardo?
- Hay vigentes un montón de palabras del lunfardo histórico, del lunfardo antiguo. Podemos decir que son más de cuatro mil las que todos utilizamos y que muchos hablantes ni siquiera se dan cuenta de que están usando.
- ¿Se van incorporando nuevas palabras al argot argentino?
- Si, todo el tiempo. Básicamente los jóvenes son quienes incorporan nuevas palabras. El lenguaje se renueva a partir de los neologismos que impone en el uso la juventud. Diría personas menores de 25 años. Esos son los que inventan palabras o expresiones. Muchas se usan un tiempito y desaparecen. Eso no va a quedar en un diccionario de lunfardo, pero otras quedan. Algunas que se están usando ahora son “ahre”; “atr” por “a todo ritmo”; “upd” por último primer día; “milipili”, que se usa para decir “cheta”; “bendición” en el sentido de hijo o embarazo; “el delicioso”, por el coito. Estas son bien de adolescentes. También se usa “mildis”, por mil disculpas, “siestacion” por siesta; “moricion” por muerte; “buenardo”, “malardo”, “piolardo”, “yafu” por “ya fue; “yaqui” por “ya quisieras”; “vofi” por “vos fijate”. “Quebrar”, “cebarse”, “bebotear”. Todas esas son palabras surgidas en los últimos cinco años, quizás alguna hace diez.
- ¿Hay palabras del lunfardo que actualmente están en uso y fueron resignificadas?
- Después, hay palabras que tienen múltiples significados. Por ejemplo, la palabra “gato”, que originariamente en el lunfardo se aplicaba a un ladrón que entraba de noche a robar. Luego, era el nombre que le daba la prostituta a su cliente. Más tarde, fue el nombre que se le daba a una prostituta de categoría. Además, quiere decir “peluquín”, es decir, sinónimo de “quincho”, palabra lunfarda también.
Al guardaespaldas de un jefe de pabellón en una cárcel también se lo llama “gato” y, esto es ya más nuevo, “gato” es un sirviente dentro de la cárcel. De ahí ha pasado en el uso general a llamar “gato” a cualquiera que uno pueda considerar menos de lo que es uno mismo. Ese es un ejemplo de una palabra que tiene varios significados y varios de ellos están vigentes al mismo tiempo.
- ¿Encontrás algún motivo por el cual algunas palabras quedan en el tiempo y otras caen en desuso?
- A veces hay palabras que se imponen porque se usan en un programa de tele, en un programa de radio muy escuchado o se difunden muchísimo en las redes. Entonces llega el momento en el que, en tres o cuatro meses, una palabra empieza a usarse un montón, sobre todo entre los jóvenes consumidores de redes sociales. La cuestión es la permanencia de esa palabra en el tiempo.
- ¿El lunfardo es expresión sólo de las clases populares o también de las dominantes?
- En su origen fue una expresión de las clases populares, y los neologismos, las nuevas palabras que siempre van apareciendo en el lunfardo, en su mayoría proceden de clases medias y bajas. Muy pocas creaciones provienen de la clase alta, pero la mayor parte del lunfardo va quedando como un reservorio común, utilizado -o por lo menos comprendido- por la mayoría de la población. “Me voy a laburar” lo puede decir el millonario más grande y un señor que trabaja de albañil y vive en la villa 11-14. En ese sentido, a estas alturas, el lunfardo es un patrimonio argentino.
- ¿Crees que el lenguaje inclusivo está de alguna manera permeando el lunfardo?
- Son fenómenos distintos. Deben coexistir evidentemente en una misma generación, es decir, un chico o una chica o un chique adolescente va a usar palabras del lunfardo, aunque crea que no, y puede decidir usar lenguaje inclusivo. La decisión de si uno habla con palabras lunfardas o no, no se puede tomar con tanta claridad. Son palabras que uno escucha en boca de los raperos, en las canciones, en los programas de música, en el boliche, en la escuela y las empieza a usar sin tener conciencia de ello. Ahora, quien usa lenguaje inclusivo tiene plena consciencia de que está usándolo y, por supuesto, para eso no hay una edad. Uno puede creer que son muy jovencitos los que lo usan y es, seguramente, donde existe la mayor cantidad de usuarios, pero yo conozco un montón de colegas en la universidad que utilizan el lenguaje inclusivo de manera casi natural. Que perdure o no perdure, lo veremos. Por lo pronto, a mi me parece que está muy bien, pero no veo una relación con el lunfardo.
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