Menopausia con perspectiva colectiva
El climaterio y la menopausia siguen siendo territorios silenciados. Aunque atraviesa la vida de millones de personas, todavía cargan con estigmas, desinformación y una alarmante falta de políticas públicas.
Nadia Villegas *
La socióloga Verónica Giordano nos hace una invitación: abordar el climaterio y la menopausia desde una perspectiva colectiva, interseccional y política.
“Salir del relato en primera persona y que la menopausia se vuelva algo colectivo”, leí en uno de los enlaces que comprarte en su perfil de Instagram. Verónica Giordano trabaja con este propósito desde hace varios años. Es socióloga, magister en Investigación en Ciencias Sociales y doctora en Ciencias Sociales (UBA), profesora titular en la Facultad de Ciencias Sociales e investigadora principal de CONICET con sede en el Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe (IEALC) en la UBA.
Ante la imposibilidad de un encuentro en persona con ella -unos seiscientos kilómetros nos separan- nos entregamos a las virtudes de la tecnología. Pasado el saludo inicial, el primer tema que aparece en nuestra conversación es, justamente, lo que no se dice. Porque sí: hablar de menopausia todavía es, en muchos espacios, romper un tabú.
En 2021, recuerda, le hicieron una nota para Página 12 donde se refirió a la temática. Hasta ese momento, cuando poníamos la palabra “menopausia” en Google, no había registro alguno del término asociado a perspectiva de derechos o como una demanda social en Argentina. Sino más bien, como un fenómeno clínico.
Esto se fue modificando en los últimos años, pero sigue siendo tabú y no ha logrado traspasar el mojón del relato en primera persona y la experiencia personal.
Trascender lo personal.
Para que la experiencia de la menopausia trascienda lo individual y se convierta en una causa colectiva, es necesario articular con el Estado, con el sector privado y con las comunidades, afirma Giordano. Esas articulaciones, hoy, siguen siendo una deuda pendiente. “Falta un trabajo institucional sostenido que permita que lo personal se vuelva verdaderamente político, y no quede encerrado en el testimonio individual”, sintetiza.
Trabajar en pos de una construcción colectiva es fundamental. En ese proceso, considera, el periodismo cumple un rol clave. No se trata de abandonar los relatos en primera persona -porque son necesarios y potentes-, sino de usarlos como disparadores que abran preguntas, que despierten conciencia y ayuden a pensar cómo esas experiencias pueden enlazarse con otros espacios y discursos. Cómo lo íntimo puede transformarse en acción política.
Porque el tabú también es una forma de violencia. Allí donde no hay palabras, hay silencios que duelen. Y una de las formas más poderosas de romper esa violencia es nombrar lo que nos pasa: en lo personal, en lo comunitario, en lo colectivo.
Mirada integral.
La búsqueda hacia el enfoque colectivo llevó a Giordano a promover encuentros en formato de taller. Los lleva adelante con Mora Vinokur, socióloga, investigadora y becaria doctoral de CONICET con sede en IEALC y docente UBA.
Ambas, indagan y revisan algunos conceptos fundamentales relacionados con la esfera de los derechos sexuales y reproductivos para visibilizar la menopausia e integrarla al ciclo vital.
Gina Paola Rodríguez, doctora en Ciencias Sociales e investigadora de la UNLPam y la UBA, también integra el equipo, y se suma a las iniciativas de capacitación y concientización sobre menopausia dirigidos a mujeres de entre 30 y 65 años. Abordan esta etapa desde una perspectiva integral del ciclo vital, no como un recorrido lineal, sino como un entramado de experiencias que se cruzan: menstruación, embarazo, aborto, lactancia, puerperio, duelos y decisiones no reproductivas. En estos encuentros, lo biomédico se enlaza con lo social, histórico y cultural. “Aparecen cosas hermosas en esa interacción entre mujeres”, cuenta Giordano. Los talleres también promueven una mirada intergeneracional, donde hablar de menopausia se vincula con otras etapas centrales de la vida y con la necesidad de una Educación Sexual Integral (ESI) también para adultas.
“Somos una generación que no tuvo educación sexual, ni espacios para hablar de sexualidad con nuestras madres o abuelas”, reflexiona. Por eso, la participación de mujeres más jóvenes permite incorporar herramientas y un nuevo vocabulario para nombrar lo que antes era silencio.
Giordano señala, además, una deuda pendiente: incluir a los cuerpos trans en estas conversaciones. “La menopausia también se vive de maneras muy particulares en esta población, y no es fácil investigarlo, porque no hay datos y porque es una población muy castigada”.
Esta mirada que entrelaza lo biológico con lo social y lo generacional, permite visibilizar y resignificar la menopausia, como parte de un ciclo vital diverso y transformador.
Violencias en la intimidad.
En el equipo interdisciplinario con quienes trabaja Giordano -integrado por médicas, antropólogas, politólogas y sociólogas- aseguran que es común la falta de vocabulario para hablar sobre sexualidad durante las consultas médicas. Muchas mujeres no encuentran palabras para expresar sus deseos, incomodidades o dolores.
Una de las consecuencias más frecuentes de la menopausia es la sequedad vaginal, que suele volver dolorosas las relaciones coitocéntricas. “La penetración sigue siendo la forma prevalente de relación sexual, impuesta por una cultura patriarcal. Esto genera múltiples formas de violencia”, explica. Pone el ejemplo de testimonios de mujeres de clase media que usan apps de citas que se vinculan con hombres que esperan una relación basada únicamente en la penetración. El miedo al dolor se vuelve una barrera, pero también una carga emocional.
En sectores populares, las violencias pueden tomar formas más explícitas. Algunas mujeres han relatado que, frente a la negativa a mantener relaciones sexuales con penetración, han sufrido agresiones físicas. Otras, que sus parejas interpretan la falta de deseo como una infidelidad, generando situaciones de control o celos extremos. En todos los casos, el trasfondo es el mismo: una sexualidad forzada, impuesta, silenciada.
Hablar de menopausia también implica hablar de derechos sexuales no reproductivos. Y esta etapa es una puerta de entrada clave para hacerlo. Porque, al dejar de ser reproductivas biológicamente, se abre un espacio donde estos derechos pueden enunciarse con mayor claridad. No hay que dejar de insistir: la sexualidad en la menopausia existe, merece ser plena y libre de violencias.
Menstruación y menopausia.
Uno de los ejes clave del trabajo de Giordano y su equipo es vincular menstruación y menopausia. “Creemos que el tránsito hacia la menopausia empieza mientras aún menstruamos. Por eso insistimos en hablar de menopausia cuando hablamos de menstruación”, manifiesta. Esta mirada permite construir puentes entre generaciones y ampliar las luchas por derechos vinculados al ciclo vital completo.
En unos meses, se publicará un libro en el que está trabajando junto a Vinokur, sobre menopausia y climaterio desde una perspectiva del ciclo vital integral. La investigación que allí se verá reflejada lleva ya algunos años.
Desde 2022 trabajan junto a Ecofeminita, tomando como referencia su campaña “MenstruAcción”, que articula tres dispositivos: láminas educativas para ESI, una app para calcular el gasto en productos de gestión menstrual y un mapa de iniciativas por la justicia menstrual. Este enfoque las inspiró a crear un mapa propio de acciones vinculadas a la menopausia y el climaterio, que se actualiza día a día.
También, en el libro, destacan políticas pioneras a nivel internacional: Irlanda, que eliminó el IVA sobre tratamientos hormonales y los incluyó en el presupuesto 2025; China, donde se promueven licencias laborales por síntomas de la menopausia; y Reino Unido, que incorporó el climaterio en los contenidos educativos de la carrera de Medicina y en su versión local de la ESI.
La publicación tendrá cuatro capítulos y recoge estos enfoques y experiencias. “Revisamos incluso material sobre ESI en nuestro país y encontramos que la menopausia aparece solo como síntoma, desde un enfoque biomédico muy limitado”, revela. Por eso proponen una perspectiva integral, que articule lo biomédico con lo social, lo histórico y lo emocional.
Además, pone la mirada sobre las desigualdades. Se preguntan ¿Quién es el sujeto de la menopausia? ¿Por qué no hay ni siquiera una palabra para nombrar la edad de la menopausia? No puede no haber una mirada en términos sociodemográficos ¿quiénes son? ¿De qué trabajan? ¿En qué ocupan su tiempo? Muchas de las mujeres en edad de climaterio tienen más carga de cuidados, además de los autocuidados por los cambios fisiológicos y abruptos de la menopausia.
Tantas incógnitas. Me quedo en silencio. No lo había pensado así. ¿Cómo se nombra un momento de la vida si no tiene nombre? Un punto ciego, pienso. Y aparece la urgencia de recuperar palabras, inventarlas si hace falta, aunque no siempre sepamos cómo decirlo.
Fiel al tono activo y comprometido que marcó toda la charla, Giordano no se detiene en la pausa reflexiva. Retoma el hilo con entusiasmo y me cuenta que actualmente, trabaja con la Universidad del Hospital Italiano de Buenos Aires. La institución privada incorporó terapias complementarias como la acupuntura para terapias del dolor y creó una sección de climaterio enfocada en recuperar estas aristas de la medicina social en un esquema biomédico hegemónico.
Protocolo de atención.
A pesar de la falta de financiamiento y la desarticulación de políticas de género a nivel nacional, el trabajo sigue. “Hacemos a puro corazón”, dice y lleva sus manos al pecho. En este momento impulsan la creación de un protocolo de atención para el climaterio y la menopausia, que no solo mejoraría la calidad de vida de las mujeres, sino que también ayudaría a las empresas a reducir costos, evitando consultas médicas innecesarias.
El problema es claro: la perimenopausia se manifiesta con múltiples síntomas físicos que, aunque naturales, pueden confundir si no se los aborda con una perspectiva de edad. Sin esa mirada, los diagnósticos tienden a ser erráticos, se fragmenta la atención y se medicaliza lo que es, muchas veces, parte del curso vital.
La mirada sobre la temporalidad “está totalmente ausente, porque caló tan hondo esta perspectiva universalista de la ciencia que tendemos a olvidarnos de que hay una temporalidad. Y esa temporalidad implica una edad, factores históricos, coyunturas y también tiempo de cuidado”, cierra.
Repaso mentalmente algunas de las preguntas que tenía planeadas, pero creo que está todo dicho. Lo que nos pasa a muchas de nosotras, cuando se colectiviza, deja de ser una sombra para convertirse en un espacio de encuentro, de aprendizaje mutuo y de transformación social.
Nombrar el climaterio y la menopausia es el primer paso para exigir políticas públicas, más investigación, Educación Sexual Integral para adultas y adultos, acceso a tratamientos, y, sobre todo, respeto por nuestros tiempos vitales.
Giordano lo dice con claridad: “Necesitamos que el Estado sea interlocutor en esto.” Porque lo personal es político. Pero lo colectivo, es profundamente transformador.
* Periodista
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