Stella Maris, ser maestra en El Sauzal
“Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el Mundo” -Eduardo Galeano.
María Elena Noguerol *
En la zona llamada “Bajada del Sauzal”, comenzaba el oasis del Valle del Río Colorado. Las alamedas y primeras chacras emparejadas con el esfuerzo de los Colonos, marcaban el fin del desierto.
El Gobernador Ismael Amit buscaba el desarrollo de la región, por eso fomentó el asentamiento de la Fabrica GAMA SA, conocida como “La Tomatera” primera industria en el río Colorado. La empresa instaló una línea de tomate pelado y concentrado, a cargo de Julio Ana, quien viajó junto a su familia en el año 1965.
Stella Maris, hija mayor del “Turco Ana”, con 18 años, vivía en Mendoza Capital. Cuando finalizó el secundario en el Colegio Normal, se recibió de Maestra y viajó a conocer el lugar.
Sus primeras impresiones al conocer “El Sauzal”: - Era una zona de chacras, donde las familias habitaban sus viviendas, realizadas con materiales del entorno y esfuerzo propio.
Sobre la ruta nacional 151, había una Estación de Servicios del ACA, la Escuela primaria Nacional Nº 226 y la Tomatera, donde vivían mis padres.
Con la construcción del “Puente Dique”, aumentó la población y la cantidad de alumnos. En 1966, el Director Dermidio Cejas le ofreció un cargo de maestra en la Escuela del Sauzal.
Recuerda su asombro, al conocer la infraestructura de la escuela: -Eran cuatro casillas alineadas en cuyo frente estaba el patio de tierra donde sobresalía el mástil y la campana, rodeado de arboledas. Detrás había un galpón de chapas y adobes, utilizado como salón de actos y dirección.
La Escuela del Sauzal, era conocida como la “Escuela de las Casillas” y sus docentes, “Las Maestras de las Casillas”. La identidad de la escuela era de ámbito rural.
La estructura de cada casilla, prefabricada de madera, tenía techo de chapa y piso alisado; con una puerta de madera y dos ventanas con vidrios. Un escritorio y cuatro hileras de pupitres o mesas con orificio para el tintero, unido al banco de madera. La capacidad del aula era para 20 a 25 alumnos aproximadamente.
El clima de la zona las hacía muy frías en invierno, por falta de hermeticidad, se calefaccionaban con estufas a kerosene. Los veranos, se hacían sentir en estas estructuras, aunque los resguardaban de los vientos. La iluminación era natural, dependía del sol.
Ella cuenta: -Cada “Aula casilla” estaba a cargo de una maestra y en cada una se desarrollaba una clase; por eso se escuchaba en el patio cuatro clases en simultáneo, que incursionaban en las matemáticas, sociales, naturales y lengua.
Stella Maris se emociona cuando recuerda a sus compañeras: -Las maestras eran María Andrada de Betelu, Elizabeth Valdez, María Julia Molina y Clementina Rossini de Somovilla.
Muy alegres, familieras, siempre dispuestas a ayudar a una principiante.
Había tareas extras para los docentes, que se realizaban a la tarde, como clases de teatro, educación física, preparación de actos, decoración y disfraces. Se destacaba el respeto de los alumnos y su colaboración en la carga de las estufas con kerosene y limpieza del aula. A pesar de la diversidad de edades, el guardapolvo blanco era la vestimenta que los identificaba.
Los niños que vivían en las chacras, iban caminando a la escuela, con distancias de hasta cuatro kilómetros. Los maestros y alumnos de 25 de Mayo viajaban en colectivo con mucha suerte, ya que en ocasiones, se trasladaban en la caja de un camión del Ente Provincial del Río Colorado.
Siempre se recuerdan los alumnos más pícaros, dice Stella Maris: -Hijos de las familias Sosa, García, Riquelme, González, Bustos, Centelles, Herrera. El sonido de las campanadas, generaban corridas de los chicos, para formar ante el mástil y subir la bandera, acompañada del canto de Aurora, para iniciar la jornada escolar.
En las fiestas patrias, desfiles y actividades de los actos, a pesar del frío o calor extremo, se encontraban las comunidades escolares de la zona y sus familias, que culminaban con un chocolate y facturas.
Un momento muy especial para Stella Maris fue cuando conoció a Néstor Ahuad, estudiante de medicina, que visitaba a su hermano Jorge, médico a cargo de la Posta Sanitaria. Néstor regresa como médico, en reemplazo de su hermano fallecido y se casan en el año 1968.
Cuando comienza el Ciclo Básico Provincial Nº 1 en Colonia 25 de Mayo, asume como Secretaria, y docente en algunas horas de clase.
Llega el tiempo de la despedida, cuando en 1973, el Gobernador Aquiles Regazzoli, le ofreció el cargo de Ministro de Salud al Dr. Néstor Ahuad, entonces fijaron su residencia en Santa Rosa.
Las maestras dejan huellas que inspiran, motivan y tocan el corazón de sus alumnos. Ellas dejan una marca imborrable en sus vidas, que guían hacia el descubrimiento y el amor por el aprendizaje. Son imprescindibles en la construcción de sueños y futuro en cada alumno.
* Colaboradora
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