El poeta Camilo Blajaquis estuvo en Santa Rosa
César González es un joven escritor que eligió un nuevo nombre con el cual identificarse. Ahora se lo conoce como Camilo Blajaquis y su experiencia de vida, más precisamente su pasado, no fue del todo convencional o acomodado. Nació en la Villa Carlos Gardel, en el partido bonaerense de Morón, considerada como la villa más grande de la zona oeste del gran Buenos Aires. A los 16 años cayó preso por el delito de secuestro extorsivo. "Estuve en cuatro institutos de menores y, después a los 21, cuando cumplí la mayoría de edad estuve en dos penales. En el juicio me condenaron junto a otras tres personas que eran inocentes, pero como eran de la villa los apresaron igual. El delito lo cometí con tres personas, pero no eran las que fueron condenadas y que aún siguen presas".
Blajaquis nació y se crió en la villa, en un contexto muy humilde y sumido en una realidad que no fue por él elegida. "Viví en ese lugar con todo lo que eso significa, es diferente a lo que pasa en la sociedad común. Es un mundo distinto que tiene su propia cultura, economía y psicología". A la villa, según el poeta, la vivió todos los días. "Me estaba criando en un lugar que estaba por fuera de lo normal. Era un excluido pero no lo sabía. Mi cabeza estaba vendada y mi pensar estaba cerrado".
La magia de escribir.
El pensar y "su cabeza" se le abrieron cuando se conectó con la lectura a través de un mago -sí, de un mago- que le daba clases de magia en uno de los penales en donde estuvo preso. "Patricio, así se llamaba el profesor, rompía los moldes. El pabellón representa para los de afuera el peligro y lo desconocido, pero el venía de corazón y de manera voluntaria a dar clases de magia. Además de impartir esta disciplina nos hablaba y nos leía a escritores como, por ejemplo, Rodolfo Walsh". Y, de ¿Quién mató a Rosendo?, del autor mencionado, César tomó el apellido Blajaquis y el nombre de Camilo fue inspirado por el revolucionario cubano Camilo Cienfuegos.
Hasta antes de conocer al mago, el joven escritor no sabía que, por ejemplo, el "Che" Guevara era argentino. "Esto marca lo cerrado que estaba. Y esto que me pasaba a mí es la realidad que viven todos los niños y jóvenes de la villa". Patricio, el mago, según el joven escritor les hizo conocer a los internos la vida propiamente dicha."Todas las cosas que nos impartió, a través de la literatura y la magia, me generaron un click y salí a la conquista". Después de estas grandes enseñanzas, Blajaquis comenzó a escribir. "Primero lo hacía de manera limitada, luego nació en mí un personaje que marcó un antes y un después en mi vida". Este quiebre, provocado por la escritura y la literatura, comenzó a aliviar el gran pesar que el protagonista de esta historia llevaba por dentro. "Yo vivía cargado de dolor, y esta carga la empecé a canalizar con la poesía".
¿Psicología?
Estos escritos y poemas fueron mostrados por el poeta a los asistentes sociales y psicólogos que lo atendían en la cárcel. "Lejos de lo que pueda parecer los profesionales me incitaban a que no siguiera escribiendo, que eso no me iba a conducir a nada. Me decían que me tenía que preparar para la cultura del trabajo y estar listo para trabajar en, por ejemplo, una fábrica. Doy gracias que no me lo hicieron creer, y también agradezco haber conocido al mago, sino ahora posiblemente sería un obrero". Para acompañar esta afirmación, Camilo citó un ejemplo: "Un día le llevé una de mis poesías a la psicóloga que me atendía en el penal y no le dio ni cabida, no le dio ni un gramo de bolilla, y me decía que yo estaba adentro por un delito y que me tenía que concentrar y pensar en el mal que había hecho, o sea que rechazó el poema y me dijo que era una fantasía que pudiera escribir. Después le llevé el escrito al mago y me dijo que siguiera escribiendo". Esto mismo lo incitó a Camilo a pensar en la sensibilidad de las personas. "Todo pasa por ser sensible. Vos podes ser un gran profesional y ser honesto, pero, si no sos sensible, la fachada y los títulos no sirven de nada. Un ser humano con ética debe tener sensibilidad".
Y el poeta llegó a la conclusión de que el servicio penitenciario lo golpeaba por querer escribir. "Yo iba en contra del sistema. Y lo que me pasó no se lo deseo a nadie. No es ningún halago caer a los 16 años preso, pero no estoy arrepentido. Arrepentimiento no es lo que siento prefiero decir que es una gran cicatriz que llevo", enfatizó.
Seguridad
Camilo Blajaquis fue invitado a dar esta charla por el Concejo Deliberante de la ciudad para que además de contar su historia de vida diera su opinión sobre la inseguridad. "A ésta no se la combate ni con más represión, ni con más control, ni con bajar la edad de imputabilidad. Sólo se la combatirá a partir de una construcción conjunta de la sociedad", puntualizó.
Luego de brindar con gran claridad sus ideas y pensamientos, el poeta leyó algunos poemas de su libro "La venganza del Cordero Atado" de Editorial Continente. Blajaquis, además de ser el autor de este texto, es el editor responsable de la revista "¿Todo piola?".
Artículos relacionados