Jueves 19 de junio 2025

El "Gauchito" Gil tuvo otra muestra de fervor popular con miles de personas

Redaccion 09/01/2025 - 09.40.hs

Como cada 8 de enero, la localidad correntina de Mercedes se convirtió en el epicentro de la fe y la tradición popular con miles de personas que se acercaron hasta el Santuario del Gauchito Gil para rendirle homenaje o cumplir una promesa a una figura que trasciende fronteras y convoca a devotos de la Argentina y de países limítrofes.

 

“Pese al intenso calor, los devotos se hicieron presente de forma masiva al santuario desde hace varios días para agradecer y cumplir sus promesas. Apenas pasaron las 12 de la noche del martes, los devotos se reunieron frente al predio del Gaucho Gil, ubicado sobre la Ruta Nacional 123, para recibir con fe el día dedicado en su honor. La multitudinaria concentración de personas, custodiada por un importante dispositivo policial, que según las autoridades de la Fuerza lo catalogaron como todo un éxito, se desarrolló llena de pasión y fervor”, reseñó el diario Epoca de Corrientes.

 

“Minutos antes de la medianoche, los asistentes comenzaron a recibir el 8 de enero con expresiones de fe. No faltaron los fuegos artificiales que iluminaron el cielo; mientras un ensordecedor ‘¡Viva el Gaucho!’ se escuchaba por todo el predio y los alrededores”, agregó la nota.

 

Se realizó la tradicional caravana por el pueblo y también se llevó a cabo en el anfiteatro Municipal la celebración de una Misa, a cargo de la Iglesia de las Mercedes.

 

Historia.

 

El Gauchito Gil es una figura de fe popular profundamente arraigada en la cultura argentina. Miles de fieles se acercan cada año a rendirle homenaje, en una muestra de respeto que trasciende generaciones. El color rojo caracteriza los santuarios dedicados al Gauchito y los devotos cubren los altares con banderas rojas y pintan cruces, reafirmando la simbología de este personaje legendario.

 

Según la leyenda, el Gauchito Gil se llamaba Antonio Mamerto Gil Núñez y era un gaucho de la ciudad de Pay Ubre, Corrientes.

 

Es una figura religiosa, un “santo popular”, que no está comprendido dentro de la liturgia oficial católica ni en la evangélica. Nació alrededor de 1840 y fue asesinado el 8 de enero de 1878.

 

La hagiografía, que es la ciencia que estudia la historia de las vidas de los santos, jamás podrá ser precisa acerca de la vida de un santo popular, de un santo pagano. Se sabe que era hijo de José Gil y Encarnación Nuñez, y que nació un 12 de agosto de un año que podría ser 1847, en Mercedes, en una zona que en guaraní llamaban Paiubre.

 

Se dice que amaba los bailes y las fiestas, en especial la de San Baltazar, el santo cambá, que era devoto de San La Muerte, que tenía un excelente manejo del facón y que su mirada hipnótica era temible para los enemigos y fulminante para las mujeres.

 

La historia registra que fue un peón rural, que sufrió los horrores de pelear en una guerra entre hermanos, en la Guerra de la Triple Alianza, y que luego fue reclutado para formar parte de las milicias que luchaban contra los federales.

 

Rebeldía.

 

La leyenda cuenta que Ñandeyara, el dios guaraní, se le apareció en los sueños y le dijo: “no quieras derramar sangre de tus semejantes”. El Gauchito no lo dudó más y desertó del Ejército. Esa rebeldía, y conquistar a la mujer que pretendía un comisario, fueron algunos de los motivos de su sentencia de muerte. Le siguieron otras desobediencias intolerables para el poder de turno: se ganó el amor y la complicidad de la peonada correntina que lo empezó a conocer como a un justiciero, como a un héroe que protegía a los humildes, que robaba a los ricos para darle a los pobres, que vengaba a los humillados y que sanaba a los enfermos. El pueblo lo protegió, lo alimentó y lo cuidó hasta que lo capturaron.

 

“Cuesta entender cómo a este bandido rural, a este símbolo de resistencia contra la injusticia que sorteó mil y una emboscadas, lo capturó la policía mientras dormía una siesta luego de una noche de juerga en el marco de las fiestas por San Baltazar. Sus dos amigos fueron abatidos al instante de ser descubiertos pero al Gauchito Gil no lo entraron las balas. Lo salvó un amuleto de San La Muerte que colgaba de su cuello”, recordó una nota de eldiarioar.com

 

Con sus múltiples variaciones, los relatos orales cuentan que aquel 8 de enero de 1874 o 1878 para otros, decidieron trasladarlo a la ciudad de Goya para ser juzgado, pero en el camino, a 8 kilómetros de Mercedes, cambiaron los planes y los miembros de la tropa lo colgaron boca abajo en un árbol de la zona.

 

Ninguno de los presentes, soldados de origen humilde, conocedores y respetuosos de las andanzas del Gauchito, se animó a ejecutarlo. Finalmente, el coronel Velázquez, contra su voluntad y siguiendo órdenes de un superior, lo degolló. Dicen que su sangre cayó como una catarata que la tierra se bebió de un sorbo. En ese mismo instante nació el mito y su asesino se convirtió en su primer devoto.

 

El más querido.

 

Si bien la Iglesia no ha convalidado estas veneraciones ha tenido algunos acercamientos. El Obispo de Goya, en su momento Ricardo Faifer, ha visitado el santuario del Gauchito Gil en Mercedes, acompañado por diez sacerdotes. En las varias provincias, a pedido de los fieles, párrocos celebran misa los 8 de enero en los santuarios, y hasta incluso le han dedicado plegarias y canciones.

 

En los último 30 años la devoción al Gauchito Gil se expandió a borbotones y se convirtió en el santo pagano más querido de la Argentina.

 

Por qué la devoción popular eligió al Gauchito Gil y no Vairoleto, Isidro Velázquez, “Mate Cocido”, el gaucho Vega o a cualquier otro de los ‘jinetes rebeldes’ o ‘bandidos rurales’ -como los llamó el historiador Hugo Chumbita- es una pregunta que flota en el aire.

 

Expertos en el tema como Ruben Dri y Pablo Semán ubican que durante los años '90 y 2000 hubo un crecimiento en las manifestaciones populares hacia el Gauchito Gil. Para ellos, uno de los motivos que contribuyó a expandir esta devoción fue la crisis estructural que afectó a la Argentina en esas décadas y que provocó la migración de correntinos al conurbano bonaerense. Como parte de su identidad litoraleña, las banderas rojas comenzaron a poblar las esquinas de cada barriada.

 

Camioneros.

 

Otro de los motivos se vincula a la acción de los camioneros que recorrían la ruta del Mercosur que une Argentina, Brasil y Paraguay. Para el antropólogo Pablo Semán el ritual de la devoción exige reconocer al santo y rendirle homenaje con frecuencia. En el caso del Gauchito, su presencia se fue extiendo porque los camioneros, que tenían paso obligado por Mercedes, se fueron haciendo devotos y comenzaron a construirle altares en las rutas argentinas, como en su momento lo hicieron para la Difunta Correa.

 

Para muchos, tocar bocina cuando pasan frente a su figura es un gesto de protección durante el viaje en la ruta.

 

Lo que representa la figura de los santos populares se vincula con las demandas y necesidades que se generan en determinados contextos sociopoliticos. El teólogo Ruben Dri entiende que el Gauchito Gil fue un sujeto que se rehusó participar en la lucha entre hermanos y por eso fue condenado injustamente. Pero a partir de ahí, las personas crean un universo de interpretaciones y acciones, donde se construye la identidad de un gauchito justiciero, que tiene solidaridad con los pobres, que se lo celebra bailando chamamé, al que se le deja dinero para que algún necesitado lo recoja y de esa forma, se va asociando a su figura con determinados valores humanos.

 

 

 

 

 

 

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