Jueves 25 de abril 2024

Exquisitez autóctona

Redaccion 17/09/2021 - 21.15.hs

En medio del monte de Toay se elaboran quesos gourmet, productos de altísima calidad y sabor de la mano de Sergio Girard y Erica Abel gracias a su marca «Santa Lucía». Se especializan en los saborizados que venden hacia distintos puntos.

 

Los miles de niños y niñas que pasaron por allí es probable que enseguida tengan el recuerdo del paseo por una granja con distintas variedades de animales y de una visita al tambo para conocer todos los procesos de producción de la leche. Cuando las delegaciones llegaban, Erica los recibía tocando el ukelele a pura sonrisa. No hace mucho de eso, pero hoy esa misma mujer está cubierta por botas, una cofia y un enorme delantal impecablemente blanco porque ahí, donde antes era anfitriona educativa, hoy es «maestra» quesera.

 

«Yo le había dicho a Sergio que lo acompañaba y ayudaba en todo para que arrancara con la fábrica pero que desde marzo iba a dedicarme a la granja porque es algo que me encanta. Pero la fábrica arrancó en enero de 2020 y en marzo… bueno, llegó una pandemia», se resigna Erica al recordar que a partir de un virus mundial se cortó cualquier posibilidad, entre muchas otras, de recibir a niños, escuelas y delegaciones. Pero lo que siguió le transmitió tanto trabajo como energía, tanto responsabilidad como entusiasmo.

 

«Desde chico me atrajo el campo, me crié en ese ambiente y siempre tuve claro que me iba a dedicar a trabajar y a producir acá. En su momento mis viejos me lo cedieron para que lo trabaje pero no tenía muchas posibilidades porque son 200 hectáreas de las cuales 80 son bosque de caldén, por lo tanto era hacer un tambo o encerrar animales. Y elegí el tambo, siempre le puse tanta pasión que estaba convencido de que en algún momento iba a funcionar. Volqué varias veces la catanga porque nos fundimos más de una vez, pero acá estamos», dice tozudo Sergio Girard (52) que desde la adolescencia está en pareja con Erica Abel (49) y hoy son los responsables de «Quesos Santa Lucía», la continuidad de un nombre y de una granja que son marca registrada.

 

En Santa Lucía la leche que se utiliza para los quesos sale del tambo que está a solo unos metros de la fábrica, donde se elaboran ahumados, saborizados y cremosos. También las variedades Sardo, Pepato y Gouda. Los saborizados son con orégano, pimienta, pimentón ahumado, provenzal y ají molido. Y se agregaron otras dos variantes: con aceitunas y con hinojo.

 

«Son quesos gourmet, de altísima calidad, y a eso es a lo que apuntamos. Vendemos la horma entera y el cremoso envasado al vacío. También sumamos una variedad muy interesante que es el mix de cuatro sabores, tenés un cuartito de cada uno en un solo queso y eso se pide mucho. Además hay un dato importante y es que son libres de gluten. Son quesos con valor agregado, una elaboración artesanal con todos los cuidados», cuenta Erica y al recorrer la fábrica enclavada en el medio del monte de Toay surge una evidencia poco habitual en el rubro.

 

«Tenemos la particularidad de que quienes hacen todo el trabajo de la fábrica son mujeres, es un trabajo tradicionalmente reservado a los hombres pero en Santa Lucía es todo lo contrario, ellas se encargan de toda la producción una vez que la materia prima llega desde el tambo. Es algo totalmente atípico porque en la gran mayoría de las fábricas las mujeres trabajan en la administración y en la planta, varones», explica Miguel Cañón (60) que es el técnico encargado de la calidad de los quesos y cuenta que también elaboran una variedad a base de leche de oveja Pampinta, creadas en el INTA Anguil.

 

Ayuda y recetas.
El proyecto de Girard (sus padres -Juan y María- tuvieron supermercados muy conocidos en la ciudad) llevó mucho tiempo, planes, idas y vueltas, hasta que finalmente pudo concretarse. Y en ese camino se encargó de visitar y escuchar a gran parte de las pymes pampeanas que elaboran lácteos. Y en todas recibió un espaldarazo para que Santa Lucía se haga realidad.

 

«Fuimos a Caleufú y en Lácteos Lattaia nos dieron la pileta para el saladero, en la María Pilar (en Catriló) nos dieron unos moldes que ya no usaban y en Quesería de La Pampa (en General Campos, que elabora el dulce de leche La Mimosa) nos dieron la tina quesera, la prensa y la mesa. Así, con todas cosas prestadas y a consignación fue que arrancamos», agradece Sergio y hace una mención especial al viaje a Caleufú porque allí se encontraron con una casualidad de esas que siempre caen en el momento justo y en el lugar exacto.

 

«Justo estaba Eduardo Manuel García que es muy reconocido en lácteos y lo llaman de todas las empresas grandes del país. Él mismo se ofreció a asesorarnos con las recetas de los quesos así que no lo podíamos creer porque le dijimos que no podíamos pagarle y él contestó que nunca había pensado en cobrar. ‘Manolo’ es un maestro y para nosotros es fundamental su aporte», destaca la pareja que vive en un campo donde se producen unos 3 mil litros de leche por día, de los cuales 2.000 van a la planta de quesos.

 

«Un gusto».
Los productos de Santa Lucía se consiguen en distintos comercios de Santa Rosa (Amusim almacén saludable, Cardo Almacén, Don Cándido, Pato Gallareta, entre otros) y Toay pero también llegan a Bahía Blanca, Bariloche, la Costa Atlántica y Buenos Aires (el WhatsApp de contacto es el 2954-612212). En el mismo campo, rodeado de senderos magníficos para quienes salen a correr o andar en bicicleta, también se pueden comprar de manera particular.

 

Sergio recuerda que comenzó elaborando quesos para consumo familiar, «un gusto» que quería darse, y poco tiempo después gracias a la gran repercusión que alcanzaron sus productos, ya piensa en agrandar la fábrica. «Queremos sumar tecnología, por eso estamos preparando todos los papeles para solicitar un crédito en el Ministerio de Producción de la provincia. Creemos que hay un potencial muy grande y, si bien somos una pyme muy chica y vamos sobre seguro, sabemos que se pueden mejorar muchos pasos», resume quien nunca se dio por vencido y hoy disfruta de un emprendimiento elaborado con exquisito sabor artesanal en un campo con mucha historia, gran presente y mejor futuro.

 

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